30 de diciembre de 2015

El misterio del año que se va: extraño anillo negro en el cielo de Tigre

Apareció un extraño anillo negro en el cielo de Tigre y causó asombro

Fenómeno
Sucedió ayer en la zona del Puerto de Frutos. La figura circular permaneció suspendida e inmóvil a varios metros de altura. Hasta el momento no se conocen las causas.
​Un extraño circulo negro apareció ayer a la tarde en el cielo del partido de Tigre, al norte del Gran Buenos Aires, que concentró las miradas y el asombro de las personas que se encontraban en los alrededores del Puerto de Frutos.

El fenómeno, que se dio cerca de las 17, fue captado por decenas de personas que rápidamente volcaron en las redes sociales sus fotos y videos, como prueba de lo que estaban presenciando.

"Captan extraño anillo de humo negro", publicó una cuenta chilena de Twitter especializada en fenómenos paranormales. "Una extraña nube negra con una circunferencia perfecta causó terror", expresó otro usuario de la red social, testigo del momento.

Algunas personas no dudaron en consultar vía Twitter a los meteorólogos del canal TN, con el fin de descifrar el extraño anillo negro y humeante que se había posado sobre el Delta con un cielo diáfano de fondo.

Lo cierto es que hasta el momento nadie supo explicar de qué se trató...

fuente: clarin.com 26 junio 2015

Opera en las islas - Michal Znaniecki organiza un festival de un mes y medio en una isla del Tigre

Otra forma de vivir la ópera

 
El delta del Tigre es el escenario que el reconocido régisseur polaco Michal Znaniecki eligió para desarrollar un festival de ópera que, con acento en el intercambio cultural con Polonia, pretende captar público de América Latina.
“El festival de ópera de Masada, en Israel, me sirvió de inspiración”, cuenta Znaniecki en un castellano impecable en el que mezcla el acento típicamente porteño con el español. “En el desierto de Masada –dice– está la montaña como fondo de escenario. Se llega con camellos porque no se pueden utilizar autos, es un yacimiento arqueológico, un lugar protegido. Hice una puesta de La Traviata allí y decidí que no tenía sentido hacer escenario: esas montañas iluminadas eran tan hermosas que pensé que sería inútil competir con ellas. Incluso los bares y restaurantes del lugar se adaptan al título que allí se realiza así que mi Arco de Triunfo iba a ser infinitamente menos interesante que todo lo que pasaba alrededor de mi producción. En Masada pasas horas antes de entrar en la ópera, pero desde que llegas al sitio estás en tema. Imaginate lo que es pasar un día en el Mar Muerto y a la noche ir a la ópera. Hay 10.000 personas disfrutando de la ópera antes de la ópera, en el lobby. Llegan 10.000 personas al festival. Van en vuelos de línea, aviones privados, como sea. Su idea es vivir una experiencia diferente y lo consiguen. Quiero que el Festival Opera Tigre tenga ese espíritu”.

 –¿Cómo llegaste a pensar en el delta del Tigre como un sitio para hacer algo similar a lo de Masada?]–Me enamoré del delta apenas lo visité. Durante tres años busqué el lugar y finalmente di con la isla Kaiola Blue. Creo que es el lugar perfecto para hacer espectáculos. Si a Masada, un desierto, acuden 10.000 personas. ¿Por qué no llegarían a un lugar como el delta del Tigre?

–Israel está mucho más cerca de todos los centros musicales occidentales que nuestro delta. ¿Imaginás que la convocatoria pueda ser importante?–Creo que sí. Hay mucha gente que jamás fue a la ópera sólo porque el edificio le parece algo para la elite, pero imagino que estará dispuesta a vivir una experiencia de teatro y de música al aire libre. La ópera es un espectáculo caro. No pretendo hacerla gratis porque eso mataría la calidad, pero sí me parece que se puede trasladar esa experiencia de aventura: entrar en la selva, caminarla, recorrer junto con la música. Volver un poco a los principios de la ópera: una mixtura entre palabras, música y comida. Porque hay que saber que hasta que a Wagner se le dio por darle relevancia a sus propios títulos, en los teatros de ópera se comía y se charlaba. ¡Si vieras las cocinas que hay en los palcos de la Scala! Pretendo también que quien ya disfruta de la ópera, salga de la butaca de un teatro oscuro o del sillón de su casa para vivir esa experiencia más primigenia, esa fiesta de los sentidos. El año pasado, para la primera edición del festival, recibimos a muchísima gente de Rosario, de Córdoba, de Entre Ríos para ver La Reina de las Hadas.

–¿Tu intención es hacer sólo ópera antigua?–No, para nada. Reunimos a Shakespeare con Purcell porque es texto y música que permiten ser trasladados, a diferencia de lo que pide Puccini. Pero no tenemos una idea de hacer un estilo o un periodo determinado.

–Una de las razones por las cuales es difícil hacer ópera al aire libre es la cuestión acústica. ¿Cómo se resuelve?–Cuando empezamos con este proyecto creímos que íbamos a necesitar amplificación pero luego, al escuchar a los músicos nos dimos cuenta de que no la precisaríamos. No sé si es el efecto del agua, que transmite muy bien el sonido o que por la noche el silencio es tan absoluto, pero la cuestión es que se escucha perfectamente bien desde todas partes sin necesidad de recurrir a micrófonos y cables. Me dijeron que por la noche se escuchan bien las voces en Tigre continental. 

–Harán música barroca con instrumentos originales y cuerda de tripa. ¿No es un problema enorme sostener la afinación de esos instrumentos con la humedad del delta?–Pensamos en no utilizar instrumentos antiguos porque normalmente en los teatros hay que afinar cada media hora, así que en la isla, con la humedad que existe sería imposible tocar más de veinte minutos seguidos. Pero las ópera de Purcell nacieron para acompañar los textos de Shakespeare, por eso son números de aproximadamente quince minutos a los que luego los continúa un texto. Ese es el tiempo que se supone que sirve para afinar los instrumentos. Así que la solución es que mientras el público se traslada a otra parte de la isla, los instrumentistas entran a la casa para afinar. Así que podemos tocar con instrumentos barrocos. Pero esa es una de las razones por las que no hacemos las grandes obras del repertorio como Puccini o Wagner. Hacemos obras que nos den más libertad. 

–El ciclo de este año también incluye música en un convento. ¿Cuál es la programación?–Es el convento de San Francisco, que está a cinco minutos de lancha. Es poco conocido porque no es una atracción turística. Es una construcción preciosa que parece el castillo mágico de una isla encantada. El actor Nacho Gadano hará Próspero allí. El público empieza su recorrido en el convento y luego va a la plataforma que está en el agua donde habrá un espectáculo de danza acuática que está a cargo de la Fundación Julio Bocca. Habrá una esfera de dos metros que flota dentro del agua. Es hermoso.

–Pero las aguas del delta son traicioneras.–Sí, pero esto es un canal privado. Es muy tranquilo, no habrá problemas. El programa de este año cuenta con quince espectáculos, uno cada tres días. También hay talleres para niños que ya comenzaron, para que luego puedan formar parte de algunas de las producciones.

–También hay un taller para chicos. ¿Se hace en las escuelas?–No solamente. Trabajamos con chicos isleños y con los que vacacionan en el delta. Nosotros les ofrecemos talleres casi sobre el fin del ciclo lectivo para que puedan sumarse a los distintos programas que hacemos luego. El tema este año fue el agua. Los chicos que nacieron en la isla tienen mucho para decirnos, muchas cosas que no sabemos. Los artistas vamos con nuestro ego, creemos saberlo todo, y los chicos de las islas nos sorprenden con su conocimiento del río. El agua les enseña una relación con el tiempo de la que sería bueno aprender algo.

–La programación incluye a figuras como el bandoneonista Pablo Mainetti o la actriz Laura Oliva. ¿Qué harán?–Pablo acompaña La Reina de las hada s, versión para bandoneón, acordeón y guitarra eléctrica. Pensamos en instrumentos que se puedan desplazar, porque en La Tempestad tenemos un lugar para orquesta y coro. La Reina de las hadas está pensada para trasladarse por diez lugares de la selva y necesitamos entonces instrumentos móviles. Funciona muy bien. En Polonia la presentamos en un parque gigante y fue todo un éxito. Por su parte, Laura Oliva hará un recital con canciones de comedia musical. Habrá de todo porque el festival transcurre desde el 5 de enero hasta el 20 de febrero, un mes y medio de música en el delta.

Por Sandra De La Fuente - Revista Ñ

[http://www.revistaenie.clarin.com/escenarios/Michal-Znaniecki-forma-vivir-opera_0_1492650758.html]
 
 

26 de diciembre de 2015

El Valle Interior - Tarraf -. trailer



El Festival Latinoamericano de Cine de Tigre fue invitado a participar de la XII edición de dicho evento, organizado por el Instituto de Cine y Artes Audiovisuales (INCAA), con “El valle interior”, una producción de Alejandro Telémaco Tarraf,  ganador del premio a mejor cortometraje tigrense en la última edición. Hoy se realiza la entrega de premios, a las 21 hs, en el Cine Gaumont, con entrada libre y gratuita.

El evento cinéfilo organizado por Tigre, a través de la Agencia de Cultura, sigue mostrando su impronta cultural en todas partes. En esta oportunidad, uno de los cortos premiados por el Municipio en la última edición del FELCIT (Festival Latinoamericano de Cine de Tigre) fue seleccionado para participar de la Semana del Cortometraje.

Al respecto, el director ejecutivo de la Agencia de Cultura y el FELCIT, Daniel Fariña destacó: “El recorrido que ha realizado el FELCIT en su primer año de vida, con retrospectivas en Argentina, Uruguay y Colombia ha superado nuestras expectativas. Finalizar el año participando de la Semana del Cortometraje junto al otros cortos ganadores de los Festivales Nacionales 2015, nos llena de orgullo y agradecemos al INCAA por la convocatoria”.

afiche el valle interior

Con la coordinación general de Liliana Amate y la producción ejecutiva de Jennifer Haslop, la Semana del Cortometraje toma la iniciativa de reunir a los cortometrajes ganadores de los Festivales Nacionales 2015 en una muestra competitiva, que les da visibilidad para un público general y  la posibilidad de ser premiados nuevamente.

Los cortometrajes participantes exhibidos públicamente son evaluados por jurados especializados en tres instancias distintas de premiación del certamen, con la intención de apoyar y fortalecer, con los premios otorgados, la producción y exhibición de los cortometrajes nacionales.
Asimismo, el Instituto de Cine y Artes Audiovisuales será el encargado de entregar tres premios; primer, segundo y tercer puesto. INCAA TV, canal de televisión del INCAA, comprometido en dar pantalla a las obras audiovisuales de nuestro país, será responsable de adjudicar un único gran premio, y por último, la Asociación de Cronistas Cinematográficos de la Argentina (ACCA), asociación civil sin fines de lucro compuesta por periodistas y analistas especializados en cine, elegirá una terna de cortos para formar parte de los Premios Cóndor 2016.

“El valle interior”, corto dirigido por Alejandro Tarraf (2014. Ficción, Argentina, 16′) se centra en Gerónimo, un junquero que vive y trabaja en las costas del Río de la Plata y emprende un viaje hacia el interior de sí mismo. Elenco: Gerónimo Gadea, Hilda René Gorosito / Guión: Alejandro Telémaco Tarraf / Dirección de fotografía: Alberto Balazs / Sonido y montaje: Leonardo Cauteruccio / Dirección de arte: Delfina Curia

25 de diciembre de 2015

Reseñas sobre Alicia Plante - Una mancha más (novela)



La boca del Tigre

En Una mancha más, Alicia Plante tejió una implacable trama de policial negro ambientado alrededor de un eje tan traumático como actual: la apropiación de bebés bajo la dictadura. Una revelación casual entre vecinos dispara la acción, y ya no para hasta ubicar unas muertes dudosas en el escenario del delta del Tigre, logrando unir a la trama una reflexión acerca de la identidad y la culpa. Además, acá se reproduce un texto escrito especialmente por Guillermo Saccomanno para la edición de la novela.




Una de las características del policial negro frente al modelo clásico es aquello que indica que los personajes participan activamente de la intriga, exponiendo su cuerpo al peligro, esto es, no como meros sujetos entregados al análisis y la observación. Esa es una, sí: la otra gran característica es que el detective en cuestión, quizás alguien no tan relacionado con la profesión como un tipo apenas interesado por un caso, quizá con ciertos aires de curioso, termina descubriendo no solamente al asesino o responsable de tal crimen sino develando la compleja red social en la cual el culpable se encuentra insertado y que de repente aparece frente a los ojos del protagonista como algo imposible de desarmar: la corrupción, la vileza del mundo es la principal responsable de los hechos, no tanto la mano que apretó el gatillo. Alicia Plante, en Una mancha más, pone a disposición de una complicada historia el mecanismo del policial negro casi con el mismo fin: no concentrarse exclusivamente en el hecho particular, enigma a resolver, como apuntar a una compleja trama superior, tanto más oscura, tanto más llena de implicados.
La historia se abre con un velatorio, el de Ramona, la esposa del gallego García Mejuto, vecino de toda la vida de Raúl Galván, un guionista de cine un poco desencantado de todo que se siente intimidado por los ojos de su vecino, que no dejan de observarlo. Para distraerse, Raúl decide cambiar un par de palabras con Daniel, el hijo adoptado del gallego, diez años menor que él, pero con un notable futuro: profesor de Física, el joven García Mejuto es uno de esos ejemplos de barrio que todos conocemos. A Raúl le toma apenas un poco de reflexión desenrollar el secreto que con tanto celo la familia mantuvo a lo largo del tiempo, atando apenas un par de cabos como los asados que el vecino realizaba casi todos los domingos de su infancia con un grupo de ruidosos militares, o el dato de que la fallecida Ramona era estéril: Daniel es hijo de desaparecidos. ¿Qué hacer con esa información apenas comenzada la novela?
Una mancha más. Alicia Plante Adriana Hidalgo 322 páginas
La historia se centra no tanto en el destino de Daniel, en su posibilidad de acceder a una información que le corresponde legítimamente o los conflictos que podrían desprenderse de esta situación, como en el de Raúl, y la opción que elige una vez reconocido este dato: chantajear al presunto padre, a ese molesto gallego de la cuadra de enfrente, y sacarle el dinero necesario para tener una vida un poco más holgada. A partir de este descubrimiento, de esta opción por sobre lo averiguado, comenzarán una serie de investigaciones policiales que se detendrán no sólo en el destino de Raúl, no sólo en el conflicto vital de Daniel, sino también en tres muertes aparentemente accidentales que irrumpen promediando la novela y que funcionarán como el disparador de toda una serie de investigaciones por parte de Julia, Gerardo y Leo, tres amigos metidos en el caso por un repentino interés que luego no podrán abandonar las averiguaciones, el planteo de posibles causas, la búsqueda de la verdad.
El mundo social de la novela de Plante (pese a proponer algunos héroes, esto es, personajes que ponen las opciones éticas por delante y que descartan cualquier instancia de beneficio personal, arriesgando sus vidas) está repleto de culpables: cada uno arrastra una culpa profunda con respecto al pasado, desde la apropiación de bebés hasta el silencio cómplice, quedando en el personaje de Raúl la figura que unifica todos estos conflictos: personaje gris, sin ser totalmente el centro de la historia, abre la posibilidad de que su mediocridad funcione como núcleo en donde pueda observarse con detalle no las opciones políticas del pasado sino lo que se hace con ese pasado en el presente. Ni totalmente malo, con algunas buenas intenciones, es la figura criminal por excelencia: el que se hunde por una pequeña ambición abrazada sin miramientos éticos.
Alicia Plante, quien ganó el Premio Azorín de Novela por Un aire de familia en 1990 y publicó El círculo imperfecto en 2003, presenta una novela policial que sigue a rajatabla los elementos del género con algún que otro giro sobre el final: el estilo, pese a que por momentos quiere rescatar ciertas expresiones específicas de algunos personajes, sea ya por su lugar de pertenencia o rol en la sociedad, es totalmente preciso en su transparencia, permitiendo una lectura ágil que coincide con las intenciones de la intriga, sin dejar de ofrecer por eso algunos juegos secretos, guiños para una lectura más atenta (desde el hecho de que las acciones tienen lugar en el Tigre hasta los vericuetos particulares de la palabra “identidad”.
Una mancha más es una novela que, con una prosa cuidada y nítida, muestra las continuidades de los hechos del pasado en el presente; pero, claro, no de cualquier pasado: retomar el problema de los hijos apropiados en clave de policial es encerrar un crimen dentro de otro crimen, y así sucesivamente: antes que colaborar en la creación de protagonistas elocuentes, lo que hay son personajes encerrados en una red que ellos mismos han creado, encontrando cada uno su particular justificación con respecto a la realización de un acto aberrante, declarándose para sus adentros inocentes de toda culpa.
Hagamos una paráfrasis, una de una frase harto conocida por cualquiera, una que le queda muy bien a cada uno de los retratados en el texto, una casi de policial negro: el camino al Infierno está pavimentado de buenas intenciones.

Fernando Bogado

Las cosas por las que se muere

Alicia Plante propone en Una mancha más un juego deductivo que, a poco de entrarle a su historia, deja de serlo. Porque la trama que despliega supera los límites de la novela policial clásica y, de pronto, cuando el lector menos se lo espera, se encuentra atrapado en una intriga donde los escenarios de lo cotidiano, los gestos de la rutina, todo aquello que parece reconocible a primera vista se vuelve enigma y entonces surge, con violencia subterránea, densa, la tragedia de los chicos apropiados por la última dictadura. Una mancha más opera, en superficie, como una reivindicación de la novela deductiva. Homenaje, si se quiere, al primer Walsh, el cultor de la intriga cerebral. Pero también, y en lo profundo, homenaje al Walsh posterior que, más acá, aplicó todo su aprendizaje de la policial deductiva en la investigación de la violencia política. Sin desatender este anclaje literario, Plante emplea con inteligencia los recursos de la narración de suspenso y los instrumenta en una lectura de lo social: la clase media, su hipocresía, el autoritarismo y, en un subrayado de la historia, el robo de bebés, el borramiento de una identidad.
Mientras empieza a indagar los entretelones de un doble crimen, Julia, la heroína de Plante, se pregunta: “¿De dónde venían entonces los valores, la ideología, las cosas por las que se muere, por las que se vive? Fuentes misteriosas que sin embargo estaban ahí, que ciertamente habían estado siempre. Los cromosomas quizás, vidas anteriores, antiguas deudas que al fin se pagan, alguien amado que alguna vez nos señaló con el dedo”. Buscando respuestas, Plante construye una novela oscura, densa, que respeta las reglas de la novela deductiva (pistas, sospechas, atar cabos, formular hipótesis, conjeturas, atención al detalle), todo ese arsenal de mecanismos con los que se resuelve un crimen. Pero ¿qué ocurre cuando ese crimen, por más que se pueda identificar un asesino, ha sido instrumentado y legitimado por la complicidad civil? Plante no hace bajada de línea. Pero sí formula preguntas que, mediante lo detectivesco, refieren una tragedia que compromete al lector.

Guillermo Saccomanno
[fuente: 
 http://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/libros/10-4358-2011-07-31.html]

19 de diciembre de 2015

Alicia Genovese: agua que enciende y quema

Dos nadadoras


María Inés Mato nadó las aguas
                        más frías del planeta;
cruzó el Beagle, el canal de la Mancha,
un estrecho impensable del mar Báltico.
Sin trofeos, ni estadios
sus travesías parecieron inventadas.
Bordeó el glaciar en paralelo,
en círculo la isla de Manhattan;
aguas que expulsan con su mezcla ácida,
raras aguas que entregan
su cauce de vértigo.
María Inés Mato eligió en lo abierto
mareas de montaña
y volcanes helados,
oleaje turbio del mundo sensible
cenizas, peces, barro.
¿Quién acepta una nadadora sin pie
o ese imposible desequilibrio?
Con una pierna menos y sin prótesis
entrenó como una disidente;
en el verso libre encontró ritmos,
palabras que sostuvieran el calor;
en la falta de gravedad del agua
se llenó de voces;
nadar es hablar con la respiración.
Al mar del sur le habló con la memoria
de las mujeres yámanas,
a bordo de sí, con la corriente
del cuerpo hizo canoa
para llevar el fuego a la otra orilla.
María Inés Mato unió el estrecho
que separa Malvinas. Brazada tras
brazada, de la guerra abre olvidos;
una huella de espuma, un puente blanco,
un rastro en el agua de los vencidos.
¿Quién acepta una nadadora sin pie
que explora las bajas temperaturas,
sin rayas marcadas ni andarivel,
en las olas de su propia ruptura?
Con aire, un mar en contra se horada.
Del agua helada dijo duele muchísimo
pero es una frontera,
un cruce, solo eso.
Sin traje de neoprene
se zambulló en los hielos antárticos,
la gorra de goma de los nadadores
emergió inédita entre los témpanos;
un video muestra el barco guía
y su continuo braceo
bajo el ancho vaivén de una gaviota.
Coordenadas desiertas
que borran cualquier marca.
Proezas hacia adentro
probadas con el pulso.
Si cada persona es su propio mapa,
el suyo traza líneas,
casi imaginarias.
María Inés Mato buscó aguas frías
mares renuentes a la aceptación,
nieve hendida del planeta  ¿o qué
callados, secretos límites cruzó?
                 ****** 


Una nadadora cruza las 103 millas
entre Cuba y Cayo Hueso,
sobre el atardecer encendido del mar Caribe;
desde un kajak alejan
a su alrededor los tiburones
con un aparato que emite ondas;
usa unas antiparras que permiten
la visión nocturna y a eso se limita
el despliegue tecnológico.
Cuando hunde la cabeza al nadar  sucede
lo que importa: el ser frente al obstáculo elegido
para probar que es.
Se llama Diana Nyad
y ya cruzó
desde Bahamas, batió récords.
Tiene 61 años y no se detiene
mas que para beber unos minutos
en el apuro de esa inmensidad.
Cuando nada parece no haber llorado nunca,
cuando nada parece que la melancolía no le hubiese roto
los deseos nunca.
Cuando nada la fuerza
no es solo atributo
de los dioses.
Pero la marea en contra la obliga a desvíos hirientes
mientras el agua brilla
como una autopista interminable en la lluvia,
como una hoja de filodendro agigantado por la lluvia
y el fracaso ahueca el aire
como un graznido.
Si abandona, la meta permanecerá, invisible
en la mañana después del cansancio,
en la noche anterior de la necesidad;
cuando crece la necesidad no hay sal, ni sed, ni sol
enceguecedor que melle
la voluntad de ir.
Pero ella nada ahora. Es dura, entrenó, bracea,
no se desgastó en lo inútil;
tiene 61 años y toda una vida de nadadora.
 
(del libro Aguas (Ediciones Del Dock, 2013)

 RESEÑA:
 
El último libro de Alicia Genovese abre un discurso poético sobre el elemento líquido primordial, que abraza un cuerpo a cuerpo con cada palabra escogida.


Alicia Genovese
Aguas
Ediciones del Dock

“Los nadadores de aguas abiertas/ hablan del agua, incansables...” Los dos primeros versos del nuevo libro de Alicia Genovese (Lomas de Zamora, 1953), organizado por pares de poemas secuenciados por haikus o aforismos o simplemente formas breves, dan el tono (abierto, enérgico, coloquial) de las series de textos que contiene. En ellos el agua, como ruta o como deriva, fija un recorrido cuerpo a cuerpo con la respiración y el aliento, ese motor oculto del poema, que reaparece regularmente, como la cabeza de un nadador de aguas abiertas. Heroínas de la natación como Diana Nyad o María Inés Matos, quien cruzó el canal de Beagle con el handicap de una pierna ortopédica (“¿Quién acepta una nadadora sin pie/ o ese imposible desequilibrio?”), célebres poetas nadadores (en el podio, Héctor Viel Temperley), alimañas marinas entrevistas en pesadillas televisadas, el cuerpo de una desaparecida encontrado en las playas de Santa Teresita, Tales de Mileto y la propia Genovese son algunas de las figuras que las aguas del libro rozan, salpican, entregan y envuelven.

“La presencia del agua no es algo nuevo en mi poesía –dice Genovese, con más de diez libros publicados–; aparece en ‘El borde es un río’, en ‘Puentes’, en ‘Los diarios del Delta’, de Química diurna, sólo que aquí lo hacen más francamente, como si yo misma hubiese encontrado mis aguas abiertas. Como voy al Delta seguido, el tema del agua siempre está ahí y aparecen poemas que hacen referencia a ella o que son el punto de partida de imágenes. La figura de María Inés Mato me llamaba mucho la atención, por el tipo de desafío corporal que implica y porque nunca se sabe bien con qué obstáculo tendrán que enfrentarse los nadadores de aguas abiertas. Me gusta ese modo de escribir donde parece que estoy contando un cuentito, tomo una escena o una breve narración, hasta que el poema empieza a girar y se desliza hacia otro lugar, hacia otro tipo de enunciado de realidad, otra dimensión menos esperable en una simple historia o una simple descripción, pero que está sujeto a ella.”

Si “nadar es hablar con la respiración”, escribir parece, en los poemas de Genovese, menos una cuestión de estilo libre aplicado al género que una disidencia sobre el ritmo y las palabras, una “conciencia constante del equilibrio” cuando el único punto de apoyo es el cuerpo en el “verano del río” o en las coordenadas inciertas del océano. “En diálogo con el agua tomo/ las mejores decisiones”; del desliz humorístico del verbo se infieren bocas blandas, surcos dejados por dioses y humanos, lagunas no imaginadas por Walden, el alcohol de la lluvia, lagos y ríos nacionales tapiados por latifundistas, zambullidas, incluso, en el curso intangible de la poesía: “Casi en el borde/ de su estética/ el poema concluye:/ la amenaza es un tiempo/ donde la muerte sucede./ En el bosque/ lo imprevisible,/ la belleza del desconcierto./ El poema desaparece”. Ensayista además de poeta, la autora describe en “Aguas” el desarrollo de un proceso que atraviesa lo general, el mundo de la historia y de la filosofía, lo abierto del lenguaje entendido como “agua del otro”, y alcanza la intimidad de “aguas que débiles/ pueden besar” y la orilla de lo propio, “como lluvia dulce sobre lo seco”.

Sobre la presencia de la historia en sus poemas, y de la historia argentina en función de las arremolinadas (cuando no oscuras) “aguas de la memoria”, Genovese puntualiza: “El poema dedicado a mi amiga Ana Bianco se refiere a la desaparición y al asesinato de su mamá, María Ponce de Bianco, que fue secuestrada junto con las monjas francesas y su cuerpo apareció en las costas de Santa Teresita. Hace relativamente poco fueron identificados los restos de María Ponce, me reencontré con Ana y de ahí el poema. Necesité hablar de eso, también para no permanecer en un locus amoenus, al modo de Garcilaso, en un lugar lírico puro e incólume. Hablar del agua trajo también esa realidad que nos costó tanto asimilar, una imagen de pesadilla y tan real sin embargo”.

(Daniel Gigena, Pagina 12, suplemento Las 12, 29 de agosto de 2014) 



El Delta poético: un refugio natural para la literatura

 



                                                                   Pablo Bernasconi

Oliverio Girondo y Norah Lange le imprimieron la bohemia de los años treinta, las fiestas, las reuniones literarias. Lugones, su sello de muerte: en 1938 ocupó una habitación en el recreo "El Tropezón" y se tomó un frasco de cianuro. Rubén Darío, Rafael Alberti, María Teresa León, Silvina Ocampo, Olga Orozco: todos pasaron por el Delta, les cantaron a esas aguas amarronadas y densas, a los sauces, a los camalotes que cierran los riachos.
Fue refugio -aunque también centro clandestino de detención- en años de la dictadura: Diana Bellessi, una de las voces poéticas que hoy más se identifican con el paisaje isleño, llegó por primera vez en 1976. El rinconcito en el arroyo Felipe donde se instaló fue, según cuenta en el documental El jardín secreto (2013) -dirigido por Diego Panich, Claudia Prado y Cristian Constantini-, un Edén recién descubierto en medio del infierno que se vivía.
Paraíso anfibio de sauces, ceibos, juncos que crecen como plaga; "masa de verdura", como dijo Sarmiento en 1875; "Paraná incomparable" para el uruguayo Marcos Sastre en su libro El Tempe Argentino (1858); "una tierra encantada cuya realidad apenas podíamos imaginar", según comerciantes ingleses del siglo XVIII: la historia poética de la zona comienza con los guaraníes y su tradición oral de verso y canto -"¿Algo tienes para comunicarnos colibrí?/ ¡Colibrí lanza relámpagos!"- donde se celebra al jaguar, al pájaro.
Los versos llegan en las versiones del etnógrafo paraguayo León Cadogán, quien en los años veinte supo ganarse la confianza de las comunidades de la zona. Y no se pierden: los versos de los poetas actuales recogen el legado. Porque con su vegetación cerrada y su infinidad de arroyos, el Delta sigue siendo el lugar ideal para aquellos que necesitan escaparse del ritmo de la gran ciudad para escribir.
Algunos, como Bellessi, Alberto Muñoz, Javier Cófreces o Alicia Genovese, tienen su casa en el Delta desde hace años y suelen pasar temporadas enteras ahí. Otros, como Nurit Kasztelan, fueron a pasar Año Nuevo y no pudieron dejar de volver. Empezaron a ir los fines de semana, a pasar una temporada o dos. Kasztelan compartía casa con algunos escritores. Se turnaban para escribir. "Hay toda una movida en el Delta -cuenta-. Gente que busca un tiempo distinto, que las cosas transcurran de otro modo y esto es propio de los poetas."
Ni monte ni selva, el "continente isleño". como lo llaman Cófreces y Muñoz, autores de ese tratado poético sobre la zona que es Tigre (Ediciones en Danza), parece materializar el costado poético del lenguaje, es decir, esa zona en la que se abandonan las certezas y las palabras exploran otros tonos y matices.
Inmutable y móvil
No hay orden que rija el Delta. Tampoco lugar donde apoyar el pie porque lo que hay, siempre, es barro resbaladizo y oscuro. El Delta es móvil, variable en su propia inmutabilidad. "Las dos orillas que propone el río muestran lo mismo -dicen Muñoz y Cófreces-. Sin embargo, ?lo mismo' es cambiante, en una renovación intolerable."
Basta con salir de la estación y subirse a la lancha colectiva para entrar en una lógica que nada tiene que ver con la de los barrios privados o las urbanizaciones cerradas que paradójicamente lo rodean. El Delta es exuberancia y precariedad. Los pies abandonan tierra firme y empiezan a moverse por un territorio que al mismo tiempo abraza y ahoga, donde los límites entre tierra y agua no son claros, donde una crecida puede darse en cuestión de horas dejando al viajero sin posibilidad de salir. La mirada se agudiza. El paisaje pide una atención especial en relación con lo pequeño, lo mínimo: el bichito que camina por la hoja, la gota de lluvia que cuelga del helecho.
Además de poeta, Marisa Negri es docente en la escuela secundaria de Paraná Miní. Administra el blog pájaro de mimbre, una antología sobre poesía isleña que empezó siendo un proyecto para el Fondo Nacional de las Artes. Ahí están desde los versos de Silvina Ocampo en su "Plegaria de una señora del Tigre" hasta una foto conmovedora: Haroldo Conti y Rodolfo Walsh de espaldas a la lente, de frente al río. Conti, particularmente, amaba la zona y eso es evidente en novelas como Sudeste, con impronta poética. Su casa a orillas del arroyo Gambado es hoy un museo. Desde 2010, Negri organiza junto a Alejandra Correa el ciclo "Poesía en la escuela". Si hay alguien que conoce y milita a favor de la movida poética del Delta, es ella. Cuenta que hay talleres, encuentros y un ciclo en su casa que se llama "Poesía en el muelle", en el que invita a "leer para los bagres".
A la hora de nombrar un poeta isleño la referencia es necesariamente Carlos Enrique Urquía, cuya obra reunida (sus cuatro libros sobre el Delta) acaba de publicar Ediciones en Danza bajo el nombre de La Islíada. Urquía vivió desde pequeño y hasta su muerte en 2003 en San Fernando. "Es de los pocos que hablan del Delta desde su permanencia en él -cuenta Negri-. Pero los poetas nativos de las islas, a excepción de los guaraníes, son mis alumnitos de la escuela. Todos los demás sólo somos viajeros fascinados o venidos a las islas."
Negri vive, junto a su compañero de toda la vida, en el "otro" Delta, cruzando el Paraná de las Palmas, lejos de las casas de fin de semana ("esas casas de juguete destinadas alweekend de la metropolí", como escribía Roberto Arlt en 1941), una zona donde, si se tiene suerte, se puede llegar a ver alguna cierva esconderse en el monte. "Mi relación con el Delta comienza en la primera infancia -cuenta-. El lugar en el que vivo se llama Nautilus, nombre que mi tío abuelo le puso en homenaje al stud de caballos de mi tatarabuelo, Domingo Torterolo. La primera casa, a la que yo venía de chica con mi abuelo y con mi papá, con la muerte de mi viejo fue abandonada y finalmente se la llevó el río de a poco."
Marisa regresó al Tigre y construyó la casa en la que vive con sus propias manos, tratando de modificar el entorno lo menos posible. "Vivir acá es abandonar el control y dejar que la naturaleza retome el mando. Al principio o si estás de visita puede resultar abrumador: todo el verde es igual; todos los pájaros, parecidos... pero con el tiempo eso empieza a cambiar, empezás a nombrar el mundo, a reconocer a los pájaros por su comportamiento, por su canto, por su plumaje."
El Delta es el agua pero también la posibilidad de la isla y, como tal, la utopía de fundar un mundo nuevo: "El terreno fue desmalezado -dice Genovese en el poema que abre la sección "Diario del Delta II" del libro Química diurna (Alción)- y la tierra apareció rugosa/ como la piel de un recién nacido". Basta pensar en Xul Solar, que vivió sus últimos diez años en Li Tao, una casa a orillas del río Luján. La muestra del Museo de Arte Tigre -se puede visitar hasta fin de año- muestra cómo Xul plasmó en la obra de esos años lo que sería la arquitectura de las islas, las fachadas de sus casas, la filosofía que inspiraría a sus habitantes: de qué modo imaginó ese lugar ideal como territorio real.
El Delta exige un esfuerzo físico: hay que hachar, quitar la maleza, hacer acopio de provisiones. En este sentido, es el espacio de la aventura. Ahí van Cófreces y Muñoz en una canoa a través del Paraná para poder hacer un libro que es a la vez poemario y catalógo de árboles. O Diana Bellessi, según la vemos en el documental, ocupándose del árbol caído después de la tormenta, buscando al isleño capaz de hacharlo. Ella misma dice, en un fragmento bellísimo del film, que encontró ahí, en la isla, en un rincón del monte, su propio continente africano, ese con el que soñaba de niña y que parecía siempre inalcanzable. Como en las Metamorfosis de Ovidio, la isla transforma: se puede ser al mismo tiempo serpiente, jaguar, araña que trepa y la misma hiedra aferrada al tronco. La isla, uno de los libros de Mercedes Araujo, refleja esto.
Al igual que el personaje de Defoe y también como el poeta, el isleño tiene el mundo ahí, al alcance de la mano, sólo hace falta ponerle nombre para que de verdad exista. Esto, por un lado, se relaciona con el afán del naturalista que etiqueta la fauna y la clasifica. Pero, por el otro, de lo que se trata es de armar un bestiario personal, de inaugurar un paraíso propio en el que lo referencial pierde peso. Construir una poética, como suele decirse.
"El Delta, en mi caso -explica Muñoz vía correo electrónico- es un hemisferio cerebral. Allí están las fijaciones, la pobreza, la infinitud, las ramas y los árboles posibles, el río, las canoas, los perros y el cielo o el espejo propio de los hongos. Eso a veces coincide con el paisaje y a veces no. Ahí están, en ese territorio, las ranas, los grillos y los musgos. Ahí, en ese tejido, en ese telar, se expresan historias de orilleros, historias oscuras y bellas. La isla aísla, repele, se come todo con sus fauces de tierra y raíces, pero ese animal es el que amamos."
 

11 de diciembre de 2015

3° Encuentro Regional de Artesanos

feria 1 La última edición de la feria anual se desarrolló en el Paseo de las Banderas de Tigre y contó con más de 200 puestos, que ofrecieron una amplia gama de productos autóctonos. Así, el Municipio sigue impulsando el desarrollo local a través de la calidad y el oficio de los vecinos. 
El Municipio de Tigre, a través de la Subsecretaría de Empleo y Producción, volvió a promover una nueva edición del Encuentro Regional de Artesanos. De esa manera, por tercera vez se realizó la propuesta de la Dirección de Promoción de la Economía Social y Microempresas, dependiente de dicha Subsecretaria, con el fin de apoyar y promover el trabajo artesanal e independiente de aquellos vecinos que encontraron de las ventas en las ferias, su medio de vida.

feria

El encuentro tuvo lugar en el Paseo de las Banderas del distrito el último lunes y martes; y se contaron con más de 200 puestos con diversos productos, como: tejidos, mimbres, cueros, muñequearía, juguetes artesanales, bijouterie, textil, vitrofusión, alfarería, carteras, artesanías en metales, alpaca, cerámica, materiales reciclables, cactus y bonsáis, etc.

Los expositores fueron tanto artesanos locales como emprendedores invitados los municipios vecinos: Malvinas Argentinas, San Miguel, San Fernando, San Martin, San Isidro, Tres de Febrero, Quilmes, entre otros.

Además, se realizaron diversos shows en vivo de bandas de rock y folklore; y se pudo disfrutar de un gran kermesse en el que pudo participar toda la familia.