28 de abril de 2016

Amapola de Eugenio Zanetti (2014), realismo mágico en Tigre




EL PARAÍSO RECOBRADO

Autodidacta, dandy, viajero, pero también trabajador intensivo de la industria del cine y estrella de la dirección de arte –ganó su primer Oscar por la película Restauración de 1995–, Eugenio Zanetti está de vuelta en la Argentina para presentar su primera película como director, Amapola, y para la puesta de El jardín de los cerezos de Chejov en el San Martín. En charla con Radar, Zanetti cuenta su infancia en una familia de intelectuales de izquierda, recuerda a Pier Paolo Pasolini y a Mujica Lainez, desmitifica el éxito en Hollywood y explica por qué su debut como director –con actuaciones de Camilla Belle, Lito Cruz y Geraldine Chaplin– tiene mucho de autobiografía.

Aunque ya tenía una larga carrera en el teatro y en cine, para muchos espectadores y personajes de la industria la figura de Eugenio Zanetti, talento argentino de la dirección de arte radicado en Hollywood, comenzó a tomar forma a principios de los ’90, cuando se estrenó por acá un thriller sobrenatural titulado Línea mortal, con una Julia Roberts que recién empezaba. La película era un disparate que se imponía por su estilo visual, por sus escenografías, por su atmósfera algo ominosa, que le debían mucho al trabajo de Zanetti, como bien se consignaba en la reseñas locales. Un lustro y unas cuantas películas más tarde, Zanetti –quien para entonces ya había trabajado con personajes tan diversos como Pasolini, Sergio Renán, Valeria Lynch, Wayne Wang y Arnold Schwarzenegger– ganaba el Oscar por el diseño de producción de Restauración, una historia ambientada en Londres del siglo XVII, con Robert Downey Jr., Ian McKellen y Meg Ryan, y con ese reconocimiento terminaba de consagrarse como una estrella internacional en su especialidad.
Sólo que para entonces ya tenía 50 años y toda una trayectoria, y el hombrecito dorado de la Academia, dice, no le iba a cambiar la vida a esas alturas. “Recuerdo que iba en la limusina a la entrega del premio –dice Zanetti, en entrevista con Radar– y mi mamá, que me acompañaba y que era una mujer muy sabia, me dijo: ‘Mirá que el Oscar no es muy importante, es un premio de la industria, como otros’. Tenía razón. No quiero sonar pedante, pero yo había sido un laburante del arte toda mi vida, y eso no iba a cambiar.”
Y es que “ya llevaba vividas varias de sus vidas”, dice Zanetti ahora, que con 67 años que parecen muchísimos menos y una experiencia que lo llevó a peregrinar y trabajar durante décadas por Medio Oriente, Europa, y Estados Unidos –y su Córdoba natal y Buenos Aires de vuelta, cada tanto–, vive como un nuevo comienzo el estreno de su primera película como director, Amapola. Mientras tanto, en el Teatro San Martín puede verse una puesta de El jardín de los cerezos, de Chejov, que cuenta con escenografía, vestuario y proyecciones a su cargo y dirección de Helena Tritek, una de dos larguísimas amistades vinculada tanto con sus vidas pasadas como con sus dos obras más actuales: casi medio siglo atrás, Zanetti hizo las escenografías de una puesta en el mismo teatro de la obra de Martha Mercader, Una corona para Sansón, en la que Tritek era “la princesita” y Lito Cruz, su amigo desde entonces y hoy uno de los intérpretes de Amapola (donde hace del padre de la protagonista), el guerrero del cabello largo.
Amapola es el nombre de la protagonista de la película (la californiana Camilla Belle), hija de una familia de artistas, propietarios de un lujoso, aristocrático hotel en el Delta del Paraná donde todos los años montan una multitudinaria puesta de Sueño de una noche de verano. Mediante una suerte de viaje en el tiempo que puede verse más bien como un trip metafísico, Amapola descubre el triste destino reservado para su familia y su hotel–teatro. El relato está dividido en tres actos puntuados por otras tantas instancias bien definidas de la historia argentina –la muerte de Eva Perón, el golpe de Onganía y la guerra de Malvinas–, las cuales coinciden a su vez con tres momentos en los que Zanetti se alejó largamente de la Argentina. La pregunta es inevitable: ¿cuánto tiene de autobiográfica, de su propia infancia y juventud, el argumento de su ópera prima?
“Necesariamente tenía que haber algo autobiográfico”, dice el director. “Días atrás, mientras veía la última versión de Amapola, no podía dejar de pensar en dos películas que me marcaron cuando tenía unos seis años: Las zapatillas rojas y Los cuentos de Hoffman, ambas de Michael Powell. En esa época en que ir al cine era todo un evento, me impresionó una idea del cine como posibilidad de expansión de la imaginación. Muchas cosas hoy pueden hacerse con tecnología digital, pero Powell lo hacía con una economía de medios absoluta. Era parte de un mundo nuevo; el mundo en el que me crié yo. Nací en el ’46, así que soy un baby boomer. En cuanto terminó la guerra, mis viejos se fueron para el dormitorio, como tantos otros millones de personas, pensando que sus hijos iban a nacer en un mundo mejor. Creo que los que pertenecemos a esa generación fuimos inseminados con una carga de miedo muy fuerte.”
¿Por qué decidiste empezar la película con la muerte de Eva Perón?
–Porque era chico y la recuerdo muy bien, fue muy impresionante. Los tres momentos que marcan los actos de la película, coinciden con mi infancia, mis veinte años y mis cuarenta, que son, grosso modo, los principios y finales de acto en una vida. A los 20, con el golpe de Onganía, me fui de la Argentina por primera vez, no porque estuviera perseguido sino porque eso es lo que hacía mi generación: se iba. Con Malvinas me fui de nuevo, y eso marcó otros 26, 27 años, en otro universo. Si bien Amapola es como un cuento de hadas y no trata sobre estos momentos políticos, para mí era importante marcarlos a través de lo que se escucha o se ve en la radio y en la televisión, porque de algún modo, aunque sus protagonistas viven en una isla, en un espacio protegido, en esa especie de paraíso terrenal, lo que ocurre en el mundo va modificando sus vidas. Yo, que vengo de una familia de intelectuales de izquierda y tomé la decisión de no volcarme a la política, siempre supe que es imposible evitarla. En este cuento que tiene una parte fantástica, las cosas no van a encontrar un final feliz, sólo una suerte de solución. Por eso aparecen los aviones sobrevolando la isla: porque la protagonista entiende que aunque esté al mando de su propio destino y el rumbo de la historia se corrija un poco, los aviones van a pasar igual.

VIDAS IMAGINADAS

Cada tanto, Zanetti dirá algo así como “yo sé que esto suena un tanto...” (léase “un tanto new age” o “delirante”) o como “no quiero hacer metafísica barata”, como si previera una reacción desconfiada de sus interlocutores, cuando habla de ese tema que lo ha obsesionado a lo largo de su vida y que impregna fuertemente su película: la idea de destino, de vidas posibles. “Creo que lo que le pasa a Amapola me ha pasado a mí también; esto de los universos paralelos que ahora la física cuántica dice que es real, que no es un recurso literario, yo lo he vivido: hay opciones, hay distintos caminos a tomar. Yo he tenido varios finales de acto, con caída de telón y nueva escenografía y nuevos personajes. Por lo menos tres veces.”
Por supuesto, aclara, no hay que ser enteramente literales a la hora de interpretar sus palabras: Zanetti puede sustentar cada una de estas ideas en experiencias propias muy concretas e intensas que lo han llevado de un lado del mundo a otro varias veces por los caminos menos previsibles. Verdadero autodidacta, cuando a los 15 años decidió que quería estudiar Bellas Artes, su padre le dijo que no perdiera el tiempo, que aprendiera directamente de los mejores, y le regaló una enorme colección de libros con la historia de la pintura. “Fue una actitud quizás un poco pedante de su parte, pero yo se la aprecio porque me permitió esquivar esa tentación propia de la juventud, de tratar de pertenecer, de seguir alguna tendencia. Esto, por supuesto, hay que ponerlo en el contexto de una casa muy liberal, muy estimulante, en la que se hablaba libremente de todo. Lo que dice el niño Tincho, el hermano de Amapola en la película, es una anécdota de mi vida: después de leer un libro de psicología les dije a mi papá –que era un poeta y un intelectual– y a mi mamá que yo creía que tenía lo que el libro señalaba como ‘tendencias homosexuales’, y ellos, que eran tan modernos, me dijeron: ‘Está todo bien, no te preocupes’. No tuve academia, pero tuve eso, en ese ambiente; esa posibilidad.”
Hay en la familia de Amapola una cierta idea de aristocracia en decadencia. ¿Eso proviene de tu propia familia?
–Mis viejos no eran estas gentes en absoluto, tal vez la madre de Amapola vendría a ser como mi abuela, una especie de diva de ópera. Pero tengo presente la idea de aristocracia en decadencia: vengo de hacer El jardín de los cerezos, que es justamente eso. Mi familia era primera generación de inmigrantes; lo que sí había era un sentido cultural y político muy marcado. La gente de izquierda de los años ’30 –mi viejo nació en 1910– es gente que nunca pudo decir lo que pensaba. Primero, porque en los ’30 ellos sabían bien lo que pasaba en la Unión Soviética, no eran tontos, pero no le iban a hacer el juego al nazismo en desarrollo; y después vino la guerra y después el macartismo, y la cuestión es que por una razón u otra son una generación que nunca pudo abrir la boca sobre lo que de verdad pensaba del mundo. Entonces lo que había es no sé si una decadencia, pero sí una enorme frustración, la de una familia brillante, con la perspectiva del ‘hombre nuevo’, que sentía que había pasado toda su vida callándose. Mi decisión de ser un artista y no un ser político viene de esa disyuntiva, de no querer repetir la historia de mi viejo, que murió muy angustiado porque no encontró la conexión, la manera de expresar el mundo que había en su cabeza frente al mundo real.
En 1966, Zanetti partió primero a Europa, y de allí, siguiendo con sus amigos la filosofía del sufismo que lo había cautivado a través de sus lecturas, a Afganistán, en un largo viaje en auto. De vuelta en Italia, conoció a Pier Paolo Pasolini, quien lo invitó a trabajar con él en su producción de Medea. “Por eso es que yo digo que creo en la buena estrella”, dice. “Durante mis años de estudiante en Córdoba yo había visto en el cineclub Teorema y sus otras películas, y ahora sentía que la posibilidad de trabajar en una película de él sólo podía ser parte de mi destino, un regalito que me permitió entender cómo hacía su trabajo poético el más poético de los cineastas contemporáneos. Tuve la oportunidad de hablar mucho con él, de discutir su guión, porque aunque era un hombre seco, más bien austero, tenía un discurso muy articulado y también era afectuoso con la gente.”
Aquel primer acto llegó a su fin cuando el padre de Zanetti murió tempranamente, a los 60, y debió volver a la Argentina para ayudar a su madre y hacerse cargo de sus hermanos, bastante menores que él. En los años que siguieron adquirió una importante experiencia en el teatro local, hizo una comedia musical muy grande (Están tocando nuestra canción, con Valeria Lynch), y luego el Drácula de Renán; y también algunas películas, como El poder de las tinieblas, de Mario Sabato. “Tuve mucho trabajo, pero para cuando empezó la guerra de Malvinas yo estaba ensayando El espíritu burlón, de Noel Coward. Y como Coward era inglés, decidieron no ponerla. Esto para mí ya era como ciencia ficción, así que ahí viene otro corte y otra partida; otro país, otra gente.”
Con la promesa que le había hecho un amigo de contactarlo con una representante en la industria, Zanetti se mudó a Los Angeles. Lo primero que le dijo su nueva agente fue que esto iba “a ser para largo”, pero a los dos días le mandaron un guión, y “al cuarto ya estaba haciendo una película con Wayne Wang”, Sin vía de escape (título local de Slamdance, 1987). Su trabajo en Hollywood se extendería a lo largo de más de dos décadas, incluyendo varias películas del director Michael Hoffman, quien en 1995 estrenó la que le valió el Oscar a mejor dirección de arte: Restauración. Una segunda nominación le llegaría tres años después, con Más allá de los sueños, del neocelandés Vincent Ward, que significó para Zanetti “una gran oportunidad, porque no muchas veces te ofrecen hacer La Divina Comedia en cine. La experiencia tuvo sus bemoles: el guión estaba muy bien escrito, pero era muy hablado, y también es muy fácil caer en el kitsch cuando pretendés representar el cielo y el infierno. Pero creo que conseguimos hacer cosas muy interesantes, y metimos muchas referencias argentinas, como la Biblioteca de Babel de Borges, así como muchas otras cosas de estilo pictórico que pude darme el gusto de hacer porque era una película muy grande y sobre la imaginación”.

EL MUNDO QUE DESAPARECE

En aquella segunda oportunidad el Oscar no fue para él, pero Zanetti asegura que no es algo que lo desvele. No sólo porque ya había ganado uno sino porque, dice, lo había ganado a una edad en la que ya nadie empieza una vida nueva, al menos no en Hollywood. “En Estados Unidos, el Oscar está en el imaginario de todos, un chico de siete años ensaya su discurso de agradecimiento en la ducha de su trailer en Arizona. Por eso para algunos es como un cachetazo cuando les tirás abajo la ilusión, cuando les decís que no es tan importante. Pero para muchos de los que lo ganan es al revés: los ves con el Oscar en la mano como diciendo ‘ey, no se olviden que todavía sigo necesitando trabajo’.”
Parte del mito que acompaña el Oscar puede llevar a preguntarse por qué es que en los últimos años un artista que parece tener una carrera asegurada en Hollywood tomó la decisión de volver a la Argentina y trabajar acá. En parte, dice, porque sólo acá puede emprender proyectos personales como Amapola. Por el camino tuvo algún que otro proyecto frustrado, como Arbol de fuego, en el que trabajó mucho y que significó para él “un par de años de lucro cesante”, un agujero económico. “Es que –como dijo hace poco en una entrevista televisiva, con la gracia y el humor que caracterizan su manera de hablar– ustedes me ven así, vestido como Manucho Mujica Lainez, pero yo soy un laburante.” La referencia no es al azar: Zanetti mantuvo una larga amistad con Mujica Lainez. “Con él tuvimos conversaciones extraordinarias, parecidas a cómo se hablaba de cultura en mi infancia: de libros, de las primeras ediciones, de un mundo que no existe más. Un mundo muy estimulante y que te da mucho training, pero también mucha pedantería.”
¿Te sentís pedante cuando hablás de esta infancia repleta de estímulos?
–Espero no serlo, pero tengo un temor continuo, porque todo eso parece muy grande al contarlo, mientras que en realidad todo ocurrió muy sencillamente. Mi papá era amigo de Neruda, de Pablo de Rokha, de María Teresa de León, de varios exiliados de la guerra civil; cuando uno lo dice parece que está tirando nombres, haciendo un relato ‘de sociedad’, pero ésas son las cosas de las que me acuerdo, de cómo se hablaba todo el tiempo de ideología, de literatura. Eso, creo, es lo que está en la película, la infancia como ese lugar de paraíso perdido, del cual venimos todos. Yo extraño eso, el amor por los libros como objeto, la tinta, la tipografía, en lugar de los e-books. No reniego de la tecnología, hasta tuve un premio de pionero digital por una película que hicimos con John McTiernan a principios de los ’90, El último gran héroe. Pero lo que no siento es eso que los norteamericanos llaman techno-lust, no me excito sexualmente con la tecnología, la considero simplemente un instrumento. No digo que lo nuevo sea peor ni mejor, simplemente es distinto. Y yo siento melancolía por ese mundo que está desapareciendo.

[Entrevista al director por Mariano Kairuz para RADAR, del domingo, 8 de junio de 2014]

24 de abril de 2016

“Tigre”, Marilú Marini en el Delta

1 FILMACION DE PELICULA TIGRE EN EL DELTA  (1)
Esta semana culminó el rodaje de la película protagonizada por la prestigiosa actriz Marilú Marini y que se desarrolla en uno de los ambientes más representativos del distrito. “Tigre” tiene al Delta como escenario principal. Dirigida por Silvina Schnicer y Ulises Porra y protagonizada por Marilú Marini, el rodaje del film culminó esta semana y promete ser un suceso imperdible.

“Tigre” cuenta la historia de Rina (Marilú Marini), de 65 años, quien regresa a su antigua casa en el Delta después de años de haberla abandonado. Con un grupo de personas dispares convive durante cinco días en una isla tratando de recuperar su pasado, su lugar y a su hijo. El Delta, envolvente, se infiltra lentamente en todos los personajes, y los perturba. En la película se ven distintos paisajes de Tigre y cinco niños que son de la zona participan activamente de la misma.

Sobre su experiencia filmando en el distrito, los directores expresaron: “El Delta brinda un abanico inmenso de oportunidades, el escenario y los paisajes son muy bondadosos. Por ello, en esta película, como su nombre lo indica, es protagonista. Destacamos el aporte de los vecinos y la gente de Tigre para el rodaje, porque nos ayudaron a estar informados sobre el clima y las crecidas del río”
.
La protagonista de la película, Marilú Marini, relató sus días en el rodaje: “Filmar en el Delta fue una experiencia maravillosa en las que hemos compartido cuatro semanas en un lugar que uno conoce intuitivamente, pero que logramos descubrir de una manera directa que alimenta nuestro imaginario. Estoy agradecida a este paraíso que es Tigre”.

17 de abril de 2016

Carola Rousso, fotógrafa del Delta, homenajea a Sudeste de Haroldo Conti

Presentamos a continuación una serie de fotos de Carloa Rousso, exhibidas en el MAT en agosto de 2011 (en la muestra Miss Paraná), que testimonian su trabajo de documentación cultural de nuestro querido Delta. La fotógrafa se dedicó a recorrer la ruta del personaje del libro Sudeste de Haroldo Conti y estos son algunos de los maravillosos resultados.






















Gracias por estas hermosas imagenes, querida Carola!!!!!!

(Fuente
Pagina Web de Carola Rousso)

15 de abril de 2016

Semana cervantina en Tigre


Tras conmemorarse 400 años de la muerte del dramaturgo español, el municipio emprende una semana cervantina con disertaciones a cargo de especialistas y encuentro de talleres alusivos. Los vecinos podrán disfrutar de ellos con entrada libre y gratuita, entre el martes 19 y sábado 23 de abril, en el Museo de la Reconquista y la Casa de las Culturas.

Entre este martes 19 y sábado 23 de abril, el Municipio de Tigre, a través de la Agencia de Cultura, encara un homenaje al poeta, novelista y dramaturgo español, Miguel de Cervantes, tras conmemorarse 400 años de su muerte.

Para ello, impulsa una serie de actividades artísticas y culturales en distintos espacios del distrito, como el Museo de la Reconquista y la Casa de las Culturas, dónde los vecinos podrán asistir y participar de ellas de forma libre y gratuita.



Cronograma:

“La poesía lee al Quijote” 
Charla a cargo de la Prof. María Elena Fonsalido (Mg. en literatura española y latinoamericana. UBA) quien invitará a recorrer la reescritura poética de Don Quijote de la Mancha.
Dónde: Auditorio del Museo de la Reconquista, Av. Liniers 818, Tigre
Cuándo: martes 19 de abril, 19 hs
Entrada: libre y gratuita

“El Quijote de Cervantes, una aventura de más de 400 años”
Charla a cargo de Clea Gerber (Dra. en literatura española y latinoamericana. UBA)
Dónde: Museo de la Reconquista, Av. Liniers 818, Tigre
Cuándo: jueves 21 de abril, 19 hs
Entrada: libre y gratuita

Encuentro de talleres
Literatura, teatro y pintura en vivo en homenaje a Cervantes.
Dónde: Casa de las Culturas, Av. Mitre 360, Tigre
Cuándo: sábado 23 de abril, desde las 17 hs
Entrada: libre y gratuita

Para más información, comunicarse con la Agencia de Cultura al 4512-4572.

13 de abril de 2016

Tigre y Delta Argentino - Archivo: documental turistico de 1963



Tigre y Delta Argentino
Diseño: Graciela Madrid - Raúl A. Bonato
Relato: Rolando Franchi
Narración: Raquel Bermúdez
Sonomontaje: Carlos Illana
Cámara: Néstor Viarengo - Luis Vecchione - Juan Campoccia
Cuadros de Monsegur
Compaginación: Francisco Gallego - Sara Gallego - Carlos Gil
Producción: Ernesto Ricardo Guadalupe
Director Asistente: Carlos J. Piaggio
Fotografía: Alfredo Traverso
Producción: Juan Carlos Stranbini
Dirección: Antonio Ber Ciani
(Argentina/16mm/Color)
Fecha: 1963
Duración: 9 minutos 57 segundos
Código del film: D-01384
Descripción del film: Vista panorámica del Obelisco, automóviles y colectivos circulando por las calles céntricas de la Capital Federal, y por una calle de empedrado. Tren en movimiento por un tramo ferroviario y cruzando el puente que limita las avenidas Del Libertador e Intendente Bullrich. Jóvenes viajando en motocicleta por la avenida Del Libertador. Mujer haciendo dedo en la avenida Del Libertador, a metros del monumento a los españoles. Luego se la observa subir a un automóvil. Vista panorámica del Club de regatas La Marina, y de varias embarcaciones navegando por el río Lujan. Hombre hablando por radio desde su embarcación mientras navega por el río Lujan. Primeros planos cortos tomados desde una embarcación mientras navega por el río Lujan, donde se observan las fachadas de las casas y los recreos. También los árboles, como por ejemplo el ceibo. Niños visitando la casa que fue habitada por Domingo Faustino Sarmiento. Estudio del artista plástico Raúl Monsegur, apasionado pintor del delta. Primeros planos de algunos de los cuadros que pinto. Hombres cortando los juncos del río, secándolos al sol y cargando los fardos en una lancha de cargas. Hombres fumigando un campo con árboles frutales. También se observan a hombres y mujeres recolectando las naranjas y los duraznos. Niños arrojándose al río para nadar. Barco navegando por el delta y transportando troncos. Lancha Segovia transportando canastas con frutas y dirigiéndose al puerto de Tigre. Obreros trabajando en un astillero. También se observa a un hombre soldando una caldera. Descarga de troncos de una lancha, y colocándola en la caja de un camión de transportes. Gente pasando el día en un club de remos. También se observa a un grupo de jóvenes llevando la canoa hasta el agua. Gente pasando el día en un recreo, donde bailan, juegan al ping pong y al golf. Vistas de jóvenes hamacándose y nadando en pileta. Vistas de parejas comiendo en un restaurante al aire libre. Vistas de dos parejas en traje de baño y bailando ritmos modernos al aire libre. Gente recostada sobre el césped y durmiendo la siesta. Jóvenes practicando esquí acuático y aladeltismo por intermedio de lancha que los arrastra. Remeros entrenando en el río. Veleros navegando en el Rio de la Plata. Niños pescando desde un muelle. Hombre remando en el río Lujan. Hombre hablando por radio desde su embarcación mientras navega por el río Lujan. Gente pasando el día en un recreo. También se observa la facha del Club de regatas La Marina.

Copyright Archivo DiFilm - Consultas por material de archivo
difilm@sinectis.com.ar - http://www.difilm-argentina.com

9 de abril de 2016

Carlos Enrique Urquía - El hombre (1957)

Es el centro desnudo y exacto del paisaje
juega
a que está y vive
a que ha hecho su casa
y trabaja
y consiente la pared de las cosas
y averigua en la luna y la madera.

Hizo su paso
entre los duraznos de lana
y el bote como una hoja.

Ahí está
para siempre
guardando entre sus brazos
los llamados del agua viva del espinel

llevando en la cintura la constancia del hijo
escuchando
desenvolviendo su existencia sin tema
esperando la agonía espumosa de los ríos
está enredado en todo
enredado en la imagen de las islas mojadas
como se enreda el gato en el ovillo
enredado en los sauces
en el color más alto que el sol cuelga en las tardes
en muelles apilados como cajones
y olores
y herencias
y cosechas
en el amor que sube del muslo a la cadera
y en la muerte que vive en las uñas del aire.

Pero a veces no juega
a veces
se alborotan sus días de madreselva y músculo
se mueve su marea
como un crecimiento de agua y hierro

y deja un grito suelto en la harina del pájaro
y se crispan sus yemas
y se rompen las cáscaras del juego nauseabundo
y calza un mazo de islas en sus manos geográficas
y sacude los jugos del paisaje adhesivo
donde crece y respira su pecho eleental
porque a veces
no juega
y sostiene el dibujo hasta dejarlo quieto
y guarda en su camisa
los sonidos azules
que enamora la noche
más arriba del álamo.

Y me trae su voz
gruesa
llena de barro
del centro de las islas y del tiempo
como una cadena antigua
arrancada del fondo de los ríos.

Sabe que es la medida de todas las mareas
que por él es el año el junco y la mañana
que ha crecido en el mapa para andarlo y quererlo
y no tiene la culpa
pero tiene el pie y la semilla
y los ojos con chispas con anzuelos de fuego.

Él me trajo los diálogos del amor y el paisaje
las banderas del viento
la calandria de vidrio
el sudor de la especie de la vida que crece
el hornero construido
y la siesta colgada del calor de la tarde
me trajo los caminos que viven en el pie
la canoa mojada besuqueando la orilla
y el dorado estrellado en la luz de la espuma
y aquí
yo le devuelvo
estas islas salvadas
y esta palabra mía
crecida hasta la piel de su estatura.


 (extraído de Amistad en las islas, Buenos Aires, Editorial Americalee, 1957)

5 de abril de 2016

CAÑEROS - Los olvidados del río - cap. 6


CAÑEROS
Carlos Dardo Cánepa
Daniel Felipe Gómez / Jeremías Gómez
Fabián Figueroa

Serie documental Olvidados del Río una realización de Cooperativa Panorama.

"Olvidados del río" es una serie documental de 8 capítulos de 26min. La serie rescata aquellos hombres y mujeres que han sabido resistir y subsisten con sus trabajos familiares y regionales en la costa del río de La Plata, recuperando las industrias más autóctonas e históricas de la región, volviendo al trabajo respetable y sustentable, incorporando nuevas tecnologías y generando el acercamiento de jóvenes, nietos y nuevos inmigrantes.

Subtítulos disponibles en ingles e italiano.

Cap.: 1 "VIÑATEROS"
Cap.: 2 "PESCADORES"
Cap.: 3 "JUNQUEROS"
Cap.: 4 "QUINTEROS"
Cap.: 5 "MIMBREROS"
Cap.: 6 "CAÑEROS"
Cap.: 7 "MONTARACES"
Cap.: 8 "ARCILLEROS"

PRESIDENCIA DE LA NACION + MINISTERIO DE PLANIFICACION FEDERAL INVERSION PUBLICA Y SERVISIOS + CONSEJO ASESOR del SATVD-T + TELEVISION DIGITAL ABIERTA + INCAA con el apoyo de UNIVERSIDAD NACIONAL DE SAN MARTIN + PANORAMA presentan:

OLVIDADOS DEL RÍO
dirección IGOR GALUK / producción ejecutiva PAULA ASPRELLA / producción general LUCAS CONCIA / jefe de producción MARIO LOPEZ / fotografía y post-producción IGNACIO IZURIETA / cámara PATRICIO RAMOS / sonido y post-producción JUAN MOLTENI / montaje LEONARDO MARTINEZ / composición y coordinación musical CHINO RODRIGUEZ / grabación y masterización musical JUAN ALBARIÑO / acordeón GERMAN FRATARCANGELLI / diseño visual LUCAS CONCIA / making off OSVALDO SUAREZ
Con la colaboración de Facultad de Bellas Artes UNLP + RIOCINE + Cpa UNTREF + Municipalidad de BERISSO + Municipalidad de TIGRE + Departamento de COLONIA

Full HD + 35mm cine lens
Realización de COOPERATIVA PANORAMA

www.panorama.org.ar / correo@panorama.org.ar

Delta: laberinto de agua - Parana. Biografía de un río (Cap 2)



Capítulo 2:

Ha comenzado el viaje para los expedicionarios de Paraná Ra'anga. Están en el Tigre. El paisaje de islas jóvenes formadas con sedimentos arrastrados desde la cordillera por las aguas de los ríos Bermejo y Paraná es el escenario donde se cruzan los proyectos inaugurales del pasado con los desafíos del presente. Donde Sarmiento y Marcos Sastre, que prefiguraron el porvenir de esas tierras, el del mimbre, la fruta y la inmigración, conversan con los nuevos habitantes del Tigre; donde los ecos de la Venecia aristocrática de principios del siglo XX miran con recelo los efectos del boom inmobiliario de la actualidad; donde el desarrollo cruza espadas con la preservación.

El ciclo:
La serie dirigida por Julia Solomonoff y Ana Berard, propone un viaje por los ríos de la Plata, Paraná y Paraguay, desde Buenos Aires hasta Asunción del Paraguay, a la manera de una crónica moderna donde convergen tanto referencias a los relatos fundadores como los debates sobre los efectos que la actividad económica produce en el medio ambiente, pero también en la vida cotidiana de los pueblos costeros.

La serie tomó como punto de partida la expedición fluvial Paraná Ra' anga, organizada por el Centro Cultural Parque España/AECID de Rosario junto con los Centros culturales de España en Buenos Aires, Córdoba y Asunción del Paraguay, que remontó los ríos de la Plata, Paraná y Paraguay en marzo de 2010, desde Buenos Aires hasta Asunción, llevando a bordo una singular tripulación compuesta por artistas, intelectuales e investigadores científicos y sociales, argentinos, paraguayos y españoles.

Mañanas infantiles en Tigre


3 de abril de 2016

Andrea Cavalletti - (Lo que ví y oí en Tigre) - crónica para FILBA 2015

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Esta mañana el agua acaricia los márgenes del canal. Mientras la vemos subir, paciente y obstinada, Patricio me explica que en momentos como este el problema se presenta dentro de las casas, donde el río penetra a través de los caños y las rejillas. La ciencia hidráulica no es una opinión. Sin embargo, hay que reconocer que el agua es hoy generosa y acogedora con nosotros: viene a nuestro encuentro desde todas las direcciones. Es la fiesta de los charcos. Un manto húmedo cubre la belleza de este lugar; la acaricia apenas y la hace más tranquila y estática de lo que es. No había un solo rayo de sol en Palermo hace un rato y tampoco hay sol acá en Tigre; tampoco hay sombras, hay más bien un plateado casi apagado. Las calles están desiertas y los locales cerrados. Hay un silencio sordo. ¿Fue para esto que vinimos hasta aquí?

Ayer Fabián había puesto todas estas islas en mis manos bajo la forma del libro de Alicia Plante, Una 
mancha más. Julia, la protagonista, viene a Tigre cada vez que puede, para escapar del caos de la ciudad. Aquí ella disfruta el olor del río y el susurro de la brisa, camina o da una vuelta en lancha cuando la lluvia y el frío se lo permiten. Encuentra rostros amables, conversa o se queda en silencio – sin que resulte incómodo, porque el silencio, dice Alicia Plante, forma parte de este lugar, “pertenece al río mismo y a su gente”.

En realidad esta frase aparece al principio de la novela. Luego algo sucede, y las voces empiezan a correr: viejas leyendas y chismes oscuros sacan a la superficie verdades atroces, mientras la historia se retuerce en una vorágine turbia. Fue así como ayer se me presentó Tigre. Y hoy, al explicarme el sentido de ese título (una mancha más al tigre), dos nuevos narradores sumaron sus voces a aquellas. Juan y Patricio conocen bien las historias y el rostro ambiguo de esta zona. Parece que el delta siempre ha sido el mejor lugar para esconderse. Venir a Tigre también es desaparecer.

Pero hoy nosotros no vinimos a buscar a Kurtz. Solo queríamos hacer un inocente paseíto, en un bote de remos por un lugar agradable. Pero los botes no salen con este tiempo. Entonces nosotros entraremos al vientre que los contiene. Aquí están todos, incluso los más largos, con formas gráciles, durmiendo su siesta ordenados en la larga sala de un famoso club de canotaje. Es el club de Patricio del cual él, con toda razón, está orgulloso. Caminamos sobre el tablado; el espacio que se abre entre las tablas deja vislumbrar el agua oscura y oscilante. Conozco este piso blando y suspendido, lo conozco bien, me produce una sensación agradable y cercana. Estoy en un lugar familiar. Conozco su nombre: squero. Así se llaman en Venecia, donde viví tantos años, los lugares donde se reparan las embarcaciones. Allí los amarraderos de los remeros protegen embarcaciones multicolores. No las góndolas negras, pintadas de luto en el 1700 durante la antigua y terrible epidemia, sino las que todavía portan los originales y luminosos distintivos del canotaje veneciano. Estas góndolas coloridas desprecian los canales estrechos de la ciudad y acostumbran surcar el espectro amplio de la laguna. Tienen una vida luminosa, sin tristezas.

Ahora Patricio nos llama y nos muestra los remos de competición y los otros, las canoas de los campeones y las embarcaciones más anchas, con asientos cómodos. Para seguirlo alejo la mirada de los listones del piso. De repente el espacio no me parece tan familiar. El remero de la laguna no es el del exuberante delta. Navega de pie, en un precario equilibrio dentro de una cáscara liviana y desbalanceada, mientras mantiene en posición casi vertical su único remo, largo y liso. Su ritmo es totalmente distinto.

Y el ritmo lo es todo. Se ha dicho que es en el ritmo donde reside el espíritu y la belleza de cada ciudad. Cada lugar tiene su ritmo y si no captamos ese ritmo, si lo perdemos – precisamente como se puede perder el ritmo musical – no entramos en ese lugar. Podemos pasar temporadas enteras en una ciudad si alcanzarla nunca; podemos pasear por sus calles, pero como fantasmas inconscientes.
Entonces, hoy vinimos aquí ¿pero yo en realidad llegué? ¿estuve en Tigre?

Es cierto que hay ritmos difíciles, que nunca llegaremos a captar. Hay lugares que nos serán siempre desconocidos. Pero hay algunos que son extraños y en estos ni siquiera podremos perder el ritmo. Porque en ellos la presencia se confunde con la ausencia, según una argéntea mezcla de visitas y soledades, de historias, de voces y de silencio. Estar aquí sin estarlo ¿qué significa? Para algunos, esconderse. Para otros, permanecer (indecisos) en el umbral.

Solo que este umbral es una vorágine, quizás la verdadera puerta de entrada a un lugar como Tigre.

fuente: http://filba.org.ar/blog/?p=1714
Andrea Cavallletti es un filósofo italiano contemporáneo