14 de junio de 2015

Libro CASAS De TIGRE

Un patrimonio rescatado del olvido PDF Imprimir Correo


Casas de Tigre. El libro de los arquitectos Fernando Giesso, Estela Kliauga y Nora Roncal y la socióloga Lydia Michelena Crook está organizado sobre la base de fotos, planos, comentarios y mapas. Declarado de interés municipal por la Municipalidad de Tigre.
Hablar de patrimonio arquitectónico es hablar de preservación de edificios por los que se fue amasando la historia de un pueblo. Ese almacén de la esquina por el que pasaron 3 generaciones de gallegos, el palacete sorprendente a orillas de un río sucio y, también, la casa multifamiliar que resolvió inteligentemente un problema habitacional, todos hacen al patrimonio arquitectónico.
Desde hace algunos años, el turismo cultural genera ingresos interesantes, pero, para que esto se efectivice, es imprescindible tener qué mostrar. Un paso adelante han dado, en este sentido, los autores del libro Casas de Tigre, que advierten: “Nuestra intención fue elaborar un registro para la preservación y conservación de las diversas formas de arquitectura que observamos. El primer paso para preservar el patrimonio es registrarlo, clasificarlo, inventariarlo y luego difundir su existencia. Verificamos así que el patrimonio arquitectónico en el partido de Tigre ha sido objeto de una agresión permanente”.

Datos históricos
Casas de Tigre comienza con una reseña histórica que nos remonta al pueblo guaraní que llegó bajando por el río Paraná, en busca de la tierra sin mal. “En las islas de Paycarabí, Felicaria y la Sarquita se hallaron sepulturas indígenas que confirman la existencia, habitación y permanencia de poblaciones anteriores a la llegada de los españoles”.
Como ya sabemos, la historia de las mujeres y hombres que se fueron asentando en la zona está entrelazada a las islas del Delta y al río, que toma la voz de Arturo García Buhr en la película Los Isleros: “Soy una fuerza eterna, una fuerza a veces ciega que cumple la fatalidad de su destino. Con mi trabajo silencioso he procreado estas islas. Pero del mismo modo puedo devorarlas, llevo la vida y la muerte, soy el río, soy el río”.
Entre los datos históricos que se mencionan, hay algunos sorprendentes: en 1796, “un grupo de mujeres panaderas, que elaboraban sus productos en pequeñas industrias familiares en el Delta y proveían de pan a la región, se rebelan por el precio del pan y logran que se reglamente la actividad”. En 1811 están registrados 19 labradores que cultivaban trigo. En el censo de 1854 se registraron 960 habitantes, siendo el 10% extranjeros; la principal actividad era la agricultura (había 82 chacras) y la ganadería.
Hay muchos otros datos, hasta que se llega a las urbanizaciones cerradas que “amenazan ecosistemas estratégicos y frágiles, como los humedales y las cuencas de los ríos, imprescindibles para la sustentabilidad del aglomerado metropolitano”. En relación al tema específico del libro, podríamos agregar que el encierro fractura la integración social y, por lo tanto, comienza a resquebrajarse el proceso de identificación con un espacio que es de todos, de ahí que el patrimonio arquitectónico corre el riesgo de convertirse en objeto exclusivo de unos pocos, como ocurre actualmente con la casa del General Pacheco, encerrada en un barrio privado.

Singulares casas
El libro está dividido en 3 partes: 1) casas en la ciudad; 2) casas en las islas; 3) barcos, embarcaderos y puentes. Por supuesto, la estrella es el relevamiento fotográfico, con todos los datos de ubicación. Sólo una casa de isla, catalogada como pintoresquista, no está ubicada, por lo cual los autores piden a los lectores que la reconozcan, tengan a bien informar los datos de ubicación.
Sobresale la variedad de edificaciones, tanto en tierra como en islas. Están las casas de material con estilos propios de Europa; casas mecano, es decir casas de madera para armar; casas vernáculas, de construcción sencilla, adaptada a las características climáticas y geográficas, construidas por sus propios moradores a partir de lo que ofrece el medio; por último, se menciona la llegada al Delta de la permacultura, que es “la aplicación de éticas y principios de diseño universales en planificación, desarrollo, mantenimiento, organización y preservación de hábitats aptos para sostener la vida en el futuro”.
Se pueden apreciar las 3 casas coloniales que aún están en pie: la antigua aduana (Esmeralda esquina Liniers), la Antigua Casona (25 de Mayo esquina Estrada), Museo de la Reconquista (Liniers y Castañeda).
Las casas de estilo italiano abarcan 23 páginas; unas cuantas fueron demolidas; algunas se conservan en estado regular. Sería positivo que los actuales funcionarios aseguren su definitiva preservación.
Entre las edificaciones de estilo académico (11 páginas) se encuentra la villa Vivanco, perteneciente al Club Canottieri; el predio ocupa casi una manzana y “como corresponde a una casa burguesa de fin de siglo 20, no presenta medianeras”, ahora bien, sobre la calle Pizarro se está construyendo un edificio y, como dicen los autores, “va a significar la presencia de una importante medianera. Es de lamentar que, hasta el momento, el Código de Planeamiento Urbano de Tigre no tenga en cuenta este tipo de situaciones”. También hay fotos de la Villa Carmen y la casa que da por Montes de Oca que fue el pabellón de servicio y actualmente está en venta, ¿harán algo para salvarla de la piqueta?
El capítulo “pintoresquistas” cuenta con 21 páginas; tiene fotos del palacio que mandó construir el banquero Ernesto Tornquist, ¿cómo se permitió que se demoliera un edificio tan singular? Ahora hay que ir a Amberes para ver algo parecido.
De las denominadas casas vernáculas, entre la que se destaca Rancho Viejo, hay muchas fotos; muchas de ellas ya no existen.
Entre las casas modernas, está relevado el conjunto de dúplex de Lavalle y Avellaneda.
Las casas de islas también se dividen en italianas, pintoresquistas (se destaca El Paraíso de María, sobre Luján y Caraguatá, declarada de interés municipal); mecano (atrae el complejo Isla Minahasa, casas importadas de Indonesia; también la casa Sarmiento, quien fue un insistente propulsor de este sistema constructivo); vernáculas (Tempe Argentino, antigua quinta de Marcos Sastre); algunas realizadas con los principios de la permacultura; por último, las casas modernas, donde se encuentra la casa-museo de Miguel D’Arienzo, sobre el río Luján.
En el último apartado, son de destacar las casas flotantes, con fotos de las actuales y, también, de 1930.
Escrito por Mónica Carinchi

1 comentario:

  1. Hola jenas tardes, me interesa en particular la historia del palacete italiano en estado de abandono que está a la entrada de Tigre y tenía un interior espectacular. Supe pasar muchas veladas con sus antiguos propietarios en ese lugar, me podrían decir porque se está viniendo abajo, quien fue su antiguo dueño y a quien pertenece actualmente? Me apenó mucho verlo en ese estado.Gracias

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