El compost
La palabra permacultura (en inglés permaculture) es una contracción de “agricultura permanente”, como así también de cultura permanente. Constituye un plan de diseño y una ética que involucra el paisaje y la vivienda en un entorno sostenible, ahorrando desechos y energía.
¿Qué es el compost? También llamado abono orgánico, el compost se produce por la descomposición de la materia orgánica, restos de comida, de animales, etc., por medio de la reproducción masiva de bacterias que posibilitan la fermentación de estos residuos. El resultado de esta descomposición, mezclada con otros ingredientes, tierra y pasto produce en 2 o 3 meses una sustancia óptima para el abono de la tierra y de los cultivos.
¿Cómo prepararlo? Primero deberemos aislar el terreno parar reparar el compost de posibles mareas. El exceso de agua disminuye el oxigeno necesario para el proceso de descomposición. Para ello buscaremos terreno elevado, haremos una estacada en torno al perímetro del compost o podemos comprar sistemas “llave en mano”.
Piso Falso. El oxigeno es el elemento fundamental para el desarrollo del compost. Necesitamos que la pila de residuos estén aireados lo suficiente. La primera capa siempre debe estar preparada como conducto de ventilación. Para una pila de un metro se calculan 8 cm. Se puede hacer con cañas, ramas y tallos gruesos.
Capas. El compostaje se produce cuando hay un equilibrio proporcional entre ciertos componentes que aseguren el desarrollo del compost. Ya hablamos del oxigeno . Otros son el carbono (para producir energía calórica), nitrógeno (para la proliferación de bacterias) y agua (en su justa medida, sin producir situaciones anaeróbicas). Por lo tanto alternaremos en el compost capas de estos materiales en proporción, de manera que el compost se caliente y se forme vapor. La proporción ideal de carbono-nitrógeno es de 30 a 1. El carbono tiende a ser de color marrón (hojas secas, ramas, frutos, excremento, etc. y el nitrógeno de color verde (pasto recién cortado, residuos de cocina, etc.
Materiales que no debemos echar en el compost. Plantas infectadas con alguna enfermedad. Plantas venenosas como la adelfa, la cicuta y el ricino. Y plantas con ácidos tóxicos para otras plantas y para las bacterias encargadas de la descomposición, como el eucalipto, el enebro, el nogal, el sabino, las acacias y el ciprés. Finalmente debemos evitar excremento de perros y gatos, que contienen patógenos dañinos para los seres humanos.
Control del compost. La manera más fácil de controlar que nuestra pila de compost está funcionando es mediante su temperatura. Debe estar en el centro de la pila en alrededor de los 60 grados, aproximamos la mano y si esta frío… ¡algo está funcionando mal! Posibles causas: hay demasiada humedad en la pila por lo que se reduce la cantidad de oxigeno disponible para las bacterias; la pila está muy seca y las bacterias no disponen de la humedad necesaria para vivir y reproducirse; no existe ventilación y no se produce oxigeno; tenemos una mala proporción de carbono/nitrógeno. Casi todos los materiales contienen ambos compuestos, pero en diversas proporciones. Como dijimos antes, el compost más eficiente resulta cuando se logra una proporción carbono - nitrógeno de 30:1
La solución suele pasar por la adición de material o el volteo de la pila para que se airee. Un indicador de que ha llegado el momento del volteo es el descenso de la temperatura debido a que las bacterias del centro de la pila (las más activas) han consumido toda su fuente de alimentación. Llega un momento en que la temperatura deja de subir incluso inmediatamente después de que la pila haya sido removida. Eso indica que ya no es necesario voltearla más. Finalmente, todo el material será homogéneo, de un color oscuro y sin ningún parecido con el producto inicial.