5 de enero de 2012

La casa de Sarmiento en el Delta


         Mucho antes de adquirir su casa de Buenos Aires, Sarmiento compró una isla en el Delta de Paraná, construyó en ella una casa de madera y armó allí su refugio bucólico. El cuyano nacido entre montañas, amó los ríos de llanura y la selva: "Desde mi llegada a Buenos Aires he buscado en las islas del Paraná un pedazo de tierra adonde retirarme un día como he vivido en mi pobre provincia, a la sombra de los árboles, cultivando plantas y aspirando el ambiente embalsamado de la vegetación y de las flores".

         Pero no era sólo un romanticismo naturalista el que impulsaba a Sarmiento. Mucho antes de llegar a Buenos Aires, el mapa del Delta le hacía pensar en el Nilo y en su fecundidad. Su interés por el Delta venía desde ese entonces. En 1818, cuando Francisco Javier Muñiz relevó la zona por encargo de Juan Martín de Pueyrredón, todo estaba aún en estado salvaje. También Juan María Gutiérrez se interesó por la región. Pero fue Marcos Sastre "el primer hombre culto que aplicó el raciocinio a la realidad y vio en las islas terrenos adaptables a la industria", según escribe Sarmiento. Perseguido por Rosas, Sastre se radicó en San Fernando y desde allí incursionó reiteradamente por el Delta, publicando, a partir de 1844 sus descripciones del vergel. En 1858, Marcos Sastre publicó "El Tempe Argentino", libro que tuvo gran difusión.

         Tres años antes, en 1855, Sarmiento compraba su isla enclavada en el paisaje celebrado por el antiguo mecenas de la "Joven Argentina", Si Marcos Sastre imaginó el Delta, fue Sarmiento quien lo civilizó. En el prólogo del "Tempe", cuenta Magariños Cervantes que el Delta apareció de un modo novelesco. Pocos imitaron a Marcos Sastre pero, cuando Sarmiento tomó partido por el Delta, "todo el mundo quiso entrar adquiriendo un pedazo de aquella tierra de promisión" y "antes de dos años estaban ocupadas todas las islas del Delta en una extensión de diez leguas".

         Sarmiento organizó un viaje de exploración para incitar al poblamiento del Delta: Bartolomé Mitre y Carlos Enrique Pellegrini lo acompañaron en la aventura; más de quinientas personas siguieron sus sugerencias. El Delta se transformó en una zona productiva, agrícola e industrial. Casi como un símbolo de su fe en el Delta, Sarmiento introdujo el mimbre, que aún hoy es el material de las artesanías regionales.

         En 1856 tomó posesión de su isla disparando al aire simbólicos tiros de carabina, como un conquistador. Inmediatamente, rindiendo homenaje a sus mejores recuerdos italianos, la bautizó con el nombre de "Prócida" , como una isla situada frente a Nápoles. Del mismo modo, al puentecito que construyó en la isla, lo bautizó "Rialto", como el de Venecia. María del Carmen Magaz y María Beatriz Arévalo han estudiado "la casa de Sarmiento en el Delta", en un artículo publicado en Ambas Américas, en septiembre de 1993. Mucho antes, José Benjamín Zubiaur, en 1917 y Raúl Silva Montaner, en 1966, brindaron también información sobre la casa.

         El edificio es una pequeña construcción de madera, como un "chalet", de planta en forma de cruz griega y techo de tejas en fuerte pendiente. La planta baja era libre y la planta alta, única destinada a la habitación, apenas tenía tres ambientes. Las paredes, construidas con tablas prefabricadas, dispuestas en forma vertical, nos dan la idea de que se trata de una arquitectura mucho más elaborada de lo que a simple vista puede imaginarse.

         Y esta afirmación se puede probar aludiendo a un artículo de Sarmiento fechado en 1885 y titulado "Arquitectura y paisajes isleños". En él, Sarmiento, treinta años después de comprar su isla, sigue bregando por el progreso del Delta, y sigue insistiendo en la lógica de las casas de madera. "Ni piedra ni ladrillo" -escribe- (...) el fronterizo norteamericano se construye para echar el primer cimiento de las que luego serán florecientes ciudades, un log-house, que era un cuadro de vigas superpuestas, caladas con el hacha por mitad en las esquinas, de manera de formar en línea y sin intersticios". En el Delta, el sauce sería el material de construcción ideal. "La innovación introducida en las islas es la casita de madera", "la arquitectura norteamericana". En vez de columnas corintias, Sarmiento prefería en el Delta las cabañas madereras. "Son aquellas, muestras de un progreso norteamericano que deseáramos ver introducido en nuestro país".

         En el sueño sarmientino, el Delta del Paraná sería tan valioso como el Nilo para Egipto, las islas formarían como una Venecia para la cultura, pero en un ambiente de una naturaleza propia del realismo mágico americano, y los habitantes, "pioneers" de un "far west" ubicado a las puertas de Buenos Aires y acercado por el Ferrocarril a San Fernando, tendrían sus casitas de madera según la lógica norteamericana y no según los lujos ornamentales del eclecticismo europeo.

         Durante años, Sarmiento y Dominguito frecuentaron la casa del Delta. Muerto Sarmiento, en 1895 Carlos Delcasse adquirió la propiedad, que luego donó a una institución de bien público, que, a su vez, la donó al Consejo Nacional de Educación. En 1966, a propuesta del Consejo, presidido por la Profesora Luz Vieira Méndez, un Decreto del Presidente Illia, declaró a la Casa de Sarmiento en el Delta, como Monumento Histórico Nacional. Hoy se la ve aún en pié, a pesar de sus achaques. Se parece al resto de las casas madereras del Delta. Todas ellas vinieron después: son un legado arquitectónico de Sarmiento.

(fuente: Gustavo Brandariz, "Sarmiento en sus casas", extraído de http://www.poeticas.com.ar/Directorio/Poetas_miembros/Domingo_Faustino_Sarmiento.html)

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