10 de octubre de 2012

Agroecología - Conociendo el suelo del Delta


Muchas veces observamos el suelo de la isla y nos preguntamos ¿Cómo se formó? ¿Por qué vemos colores rojizos y más abajo azulados? ¿Es un suelo fértil para cultivar? Empecemos por el principio…

El Río Paraná atraviesa toda la Mesopotamia Argentina arrastrando una gran cantidad de material en suspensión proveniente, en parte, del mismo Paraná y, en gran medida, de los ríos Bermejo y Pilcomayo. Estos materiales en suspensión (limos, arcillas y arenas de variado grosor) sedimentan al disminuir la velocidad de la corriente al aproximarse al Río de la Plata. Durante los últimos siglos los sedimentos se fueron acumulando y se formaron las islas que hoy habitamos, con una costa más alta o Albardón y una zona central más baja que llamamos Bañado o Pajonal.

A estos sedimentos traídos por el Paraná desde el norte se agrega el material aportado por las frecuentes crecidas del Río de la Plata causadas por las sudestadas que todos conocemos. Esta capa de suelo joven descansa sobre un estrato mucho más antiguo formado por entradas y salidas del mar durante todo el período del Holoceno, entre 4000 y 10000 años atrás.

El suelo presenta diversas capas o estratos llamados Horizontes, que se diferencian en color y textura dependiendo del tipo de materiales que lo forman y del grado de humedad que contienen. Si hacemos un pozo o una zanja en la zona del Albardón veremos que hay notorios cambios de coloración a medida que la profundidad aumenta.

En los primeros 20 cm de profundidad (la primera palada) vemos un suelo amarronado, a veces con una fina capa de color negro muy superficial y con una textura no tan arcillosa como la que veremos más abajo. La cantidad de materia orgánica es generalmente baja, ya que no supera el 1,5%, salvo en los lugares en que se acumula la resaca traída por el río. Un dato importante a tener en cuenta es el ph, que suele ser de entre 4,5 y 6, es decir que hablamos de un ph ácido.

A partir de unos 40 o 50 cm (la segunda o tercera “palada”) vemos que aparecen tonos rojizos y gris claro, formando manchas variables. Estas manchas se llaman “moteados y concreciones de Hierro y Manganeso”, y se producen debido a que estos dos minerales se encuentran en estado “Oxidado”, es decir, combinados con oxígeno. El origen de esta oxidación es la variación continua de humedad provocada por las subidas y bajadas del río. Estos moteados rojizos son claros indicadores de que el lugar se inunda a menudo, pero que luego el agua excedente drena.

Si seguimos bajando una o dos paladas más encontraremos una capa bien definida de color gris azulado. Este llamativo color es producto del hierro en estado “Reducido”. Aclaremos que químicamente la expresión “reducido” significa (simplificando) sin oxígeno, es decir, lo contrario de oxidado. Esto se debe a la presencia continua de agua que desplaza al oxígeno del suelo, provocando la reducción química del hierro. Este color azulado nos indica que a partir de ahí el suelo está saturado de agua en forma permanente, dato importante a nivel agrícola ya que indica el límite de profundidad radicular para la mayoría de los cultivos. Por debajo de esa profundidad las raíces se asfixiarían.

Si tomamos una porción de este suelo azulado y lo tocamos con las yemas de los dedos sentiremos una textura muy suave, es casi pura arcilla (¡ideal para las casas de barro!). Sucede que las partículas de arcilla son estructuras laminares muy pequeñas y van decantando hacia abajo, se van “colando” entre el limo y la arena y se depositan en los estratos inferiores del suelo. Allí se forma el llamado Horizonte de acumulación de arcillas.
La Edafología es la ciencia que se dedica al estudio de los suelos y clasifica al suelo del Albardón como un “Entisol Fluvente”. La primera palabra significa que es un suelo de formación reciente, muy joven a nivel geológico. El segundo término indica que se desarrolló en planicies de inundación de cursos de agua, y que está sometido a inundaciones periódicas. Es muy importante tener en cuenta que al ser un suelo joven cuenta con una fertilidad limitada debido a que no existieron largos procesos de descomposición y acumulación de materia orgánica en forma de humus, como sucede en un suelo geológicamente antiguo. A esto se suma la compleja y particular dinámica de nutrientes característica de un suelo inundable, que implica el lavado y remoción de ciertos elementos minerales como Potasio, Magnesio y Calcio, fundamentales para la nutrición de las plantas.

Pero ¿cómo podemos restituir estos minerales al suelo? ¿Cuál es el origen de la acidez que mencionamos antes? ¿Qué consecuencias trae? ¿Cómo podemos manejar el particular suelo de la isla para hacer una agricultura sustentable y producir nuestros alimentos?

Seguiremos charlando de estas cuestiones y contestando estas preguntas en un próximo encuentro.

¡Hasta la próxima!
 
Federico Baglietto
Técnico en Agricultura Orgánica (UBA)
labarquita24@hotmail.com
 [Fuente: Revista Isleña]

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