Presentación del Libro
Algunos Poemas
Algunos Poemas
La lana es la vida. Es el arreo con silbido y buen perro hacia la esquila y el hilado torcido para la resistencia. Los más antiguos no están y nadie quedará cuando nos vayamos yendo.
Madrecita tejía ponchos bordados que no alcance a aprender: roble, canelo, pello pello, tenía 12 años cuando todo empezaba.
Madeja cruda teñida con barba de palo, tiene que hervir para que tome el color. El punto ceñido apacigua el viento, las agujas nunca se dirigen al pecho.
Antes había más fiestas, buscaban a mi padre que era músico y tocaba bailes antiguos, hacían cazuela de gallina, bailábamos cueca y pericona.
La lana tiene que hervir se le pone maqui para que nazcan los colores.
Dice María Moliner:
Hace la araña su tela, el gusano su seda, labor de punto o ganchillo. Hacer un nudo trenzar la red, pescar o urdir.
Pasar una serie de hilos y formar una tela, tejer un sombrero de palma, una cesta de mimbre, una estera de esparto.
Ejecutar una danza cruzando brazos y piernas. Tejer el porvenir. Tejer la ruina.
Yo nací en la casa, había matrona y se llamaba Doña Pérez.
Hay que ir al río a lavar.
Por acá somos solo mujeres las que tejen y dicen que más allá tejen también los hombres. Acá no se pasa hambre porque tenemos papa. Íbamos a mariscar a pata pelada. Este telar es como una guitarra.
Cardar el poncho para la suavidad.
Los hilados eran de un solo color: todo era blanco o todo era plomo o todo era negro. Los colores se urdían en la cabeza.
Tomar el uso y hacer la hebra era costumbre del vivir antiguo.
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