Muchas veces observamos el suelo de la isla y nos preguntamos ¿Cómo se formó? ¿Por qué vemos colores rojizos y más abajo azulados? ¿Es un suelo fértil para cultivar? Empecemos por el principio…
El Río Paraná atraviesa toda la Mesopotamia
Argentina arrastrando una gran cantidad de material en suspensión proveniente,
en parte, del mismo Paraná y, en gran medida, de los ríos Bermejo y Pilcomayo.
Estos materiales en suspensión (limos, arcillas y arenas de variado grosor)
sedimentan al disminuir la velocidad de la corriente al aproximarse al Río de
la Plata. Durante los últimos siglos los sedimentos se fueron acumulando y se
formaron las islas que hoy habitamos, con una costa más alta o Albardón y una zona central más baja que
llamamos Bañado o Pajonal.
A estos sedimentos traídos por el Paraná desde
el norte se agrega el material aportado por las frecuentes crecidas del Río de
la Plata causadas por las sudestadas que todos conocemos. Esta capa de suelo
joven descansa sobre un estrato mucho más antiguo formado por entradas y
salidas del mar durante todo el período del Holoceno, entre 4000 y 10000 años
atrás.
El suelo presenta diversas capas o estratos
llamados Horizontes, que se
diferencian en color y textura dependiendo del tipo de materiales que lo forman
y del grado de humedad que contienen. Si hacemos un pozo o una zanja en la zona
del Albardón veremos que hay notorios cambios de coloración a medida que la
profundidad aumenta.
En los primeros 20 cm de profundidad (la primera
palada) vemos un suelo amarronado, a veces con una fina capa de color negro muy
superficial y con una textura no tan arcillosa como la que veremos más abajo.
La cantidad de materia orgánica es generalmente baja, ya que no supera el 1,5%,
salvo en los lugares en que se acumula la resaca traída por el río. Un dato
importante a tener en cuenta es el ph,
que suele ser de entre 4,5 y 6, es decir que hablamos de un ph ácido.
A partir de unos 40 o 50 cm (la segunda o
tercera “palada”) vemos que aparecen tonos rojizos y gris claro, formando
manchas variables. Estas manchas se llaman “moteados y concreciones de Hierro y
Manganeso”, y se producen debido a que estos dos minerales se encuentran en
estado “Oxidado”, es decir, combinados con oxígeno. El origen de esta oxidación
es la variación continua de humedad provocada por las subidas y bajadas del
río. Estos moteados rojizos son claros indicadores de que el lugar se inunda a
menudo, pero que luego el agua excedente drena.
Si seguimos bajando una o dos paladas más
encontraremos una capa bien definida de color gris azulado. Este llamativo
color es producto del hierro en estado “Reducido”. Aclaremos que químicamente
la expresión “reducido” significa (simplificando) sin oxígeno, es decir, lo
contrario de oxidado. Esto se debe a la presencia continua de agua que desplaza
al oxígeno del suelo, provocando la reducción química del hierro. Este color
azulado nos indica que a partir de ahí el suelo está saturado de agua en forma
permanente, dato importante a nivel agrícola ya que indica el límite de profundidad
radicular para la mayoría de los cultivos. Por debajo de esa profundidad las
raíces se asfixiarían.
Si tomamos una porción de este suelo azulado y
lo tocamos con las yemas de los dedos sentiremos una textura muy suave, es casi
pura arcilla (¡ideal para las casas de barro!). Sucede que las partículas de
arcilla son estructuras laminares muy pequeñas y van decantando hacia abajo, se
van “colando” entre el limo y la arena y se depositan en los estratos
inferiores del suelo. Allí se forma el llamado Horizonte de acumulación de arcillas.
La Edafología
es la ciencia que se dedica al estudio de los suelos y clasifica al suelo del
Albardón como un “Entisol Fluvente”. La primera palabra significa que es un
suelo de formación reciente, muy joven a nivel geológico. El segundo término
indica que se desarrolló en planicies de inundación de cursos de agua, y que
está sometido a inundaciones periódicas. Es muy importante tener en cuenta que
al ser un suelo joven cuenta con una fertilidad limitada debido a que no
existieron largos procesos de descomposición y acumulación de materia orgánica
en forma de humus, como sucede en un suelo geológicamente antiguo. A esto se
suma la compleja y particular dinámica de nutrientes característica de un suelo
inundable, que implica el lavado y remoción de ciertos elementos minerales como
Potasio, Magnesio y Calcio, fundamentales para la nutrición de las plantas.
Pero ¿cómo podemos restituir estos minerales al
suelo? ¿Cuál es el origen de la acidez que mencionamos antes? ¿Qué
consecuencias trae? ¿Cómo podemos manejar el particular suelo de la isla para
hacer una agricultura sustentable y producir nuestros alimentos?
Seguiremos charlando de estas cuestiones y
contestando estas preguntas en un próximo encuentro.
¡Hasta la próxima!
Federico Baglietto
Técnico en Agricultura Orgánica (UBA)
labarquita24@hotmail.com
[Fuente: Revista Isleña]