31 de octubre de 2015

“La Mississippi” puso un broche blusero al ciclo “Jazz & Blues”

LA MISISIPI   (1) En la última noche del ciclo, los vecinos llenaron la sala del Museo Reconquista para ver a la histórica banda argentina. Allí, pudieron disfrutar de un cálido espectáculo, con su sonido característico y un repertorio lleno de clásicos.

Las 220 butacas de la sala del Museo de la Reconquista se quedaron cortas para alojar a tantos vecinos que venían de todos los rincones del partido. Sucede que allí, “La Mississippi” brindó un show gratuito como cierre de la tercera edición del ciclo de “Jazz & Blues” de Tigre. Incluso con la sala repleta, la gente se seguía acercando al Museo para poder escuchar blues clásicos interpretados por una de las bandas más históricas del género en la Argentina.

Al respecto, la voz de “La Mississippi”, Ricardo Tapia expresó: “Estamos contentos de estar en Tigre. Yo no conocía el sector del auditorio del Museo y la verdad que nos gusta el ambiente. Es agradable para estar con una linda acústica y da para divertirnos y pasar una buena noche. Nosotros somos una banda muy eléctrica de blues y vamos a tocar acorde al espacio”. Y sobre el ciclo, concluyó: “A mí todo evento que reúna  la música en todos sus géneros me resulta fantástico y que un lugar como este se preste para escuchar música negra está genial. Está buenísimo que esto prospere, crezca, se sumen otros estilos y que el lugar se haga popular.”

2 La Mississippi

A lo largo del show, la banda interpretó sus mayores clásicos. Sin embargo, también hubo lugar para canciones de su último disco “Inoxidables” que trabaja interpretaciones de clásicos del blues nacional de bandas como Manal, el Flaco Spinetta y Pappo. Desde el lado opuesto del escenario, el público entusiasmado coreaba y aplaudía canciones que han marcado una impronta en la historia del Rock Nacional.


3 La Mississippi

Con este recital concluye el ciclo gratuito de “Jazz & Blues” que viernes a viernes ofrecía la posibilidad de escuchar, cerca de casa, bandas de primer nivel a todos los vecinos de Tigre. Por las tablas del Museo de la Reconquista, pasaron este año Javier Calamaro, Diego Frenkel, Mario Parmisano, Colosos y Cantín Palo en una sala que todos los artistas destacaron por su acústica y cercanía con el público.

24 de octubre de 2015

El MAT amplía su colección con nuevas obras

El MAT, con múltiples propuestas Se trata de pinturas de los artistas Jorge Larco y Manuel Espinosa, donadas por Ana Espinosa, sobrina de este último, que se suman al acervo cultural del flamante edificio. Los vecinos de Tigre pueden recorrer las salas, con entrada libre y gratuita.

El Museo de Arte Tigre continúa acrecentando su patrimonio, a través de donaciones de familiares y herederos que, interesados en ceder sus obras a entidades de prestigio, ven en el MAT un lugar de referencia dentro del arte argentino.

En este caso se trata de las obras: Retrato de Manuel Espinosa realizada por Jorge Larco y Retrato de joven, C. 1940,  de Manuel Espinosa. Este último pertenece a su etapa figurativa antes de formar parte del grupo de Arte Concreto, con el que selló su adhesión a la geometría. Por ello resulta clave para un estudio abarcativo de su carrera.

Más información sobre los artistas:
Jorge Larco (Buenos Aires, 1897- 1967) fue un pintor y escenógrafo argentino. Considerado un  gran acuarelista, cultivó el paisaje e incursionó en la decoración de interiores. Se formó en Madrid con maestros como Alejandro Ferrant y Julio Romero de Torres. Regresó a la Argentina en 1916. Larco pintó el Delta y su obra Canoa del Tigre forma parte de la colección del MAT desde su apertura en 2006.

Manuel Espinosa (Buenos Aires, 1912 – 2006) asistió a las Escuelas Nacionales de Bellas Artes. Luego de un breve período, fue co-fundador de la Asociación Arte Concreto-Invención. Su obra se mantuvo dentro de una abstracción geométrica caracterizada por la búsqueda del movimiento virtual.

Otra de las novedades apunta a una premiación que recibirá el Museo. Es que Eggo-Arte (anteriormente Expo Trastienda) concederá al MAT el próximo 7 de diciembre un premio a su trayectoria en la difusión del arte argentino.

Por la calidad de sus exposiciones, colección y actividades educativas que realiza, el MAT es considerado un referente entre los museos de Buenos Aires. Esta distinción llena de orgullo a su equipo y lo proyecta con entusiasmo hacia los festejos de su décimo aniversario, en 2016.

Cabe destacar que además quienes visiten el Museo, pueden recorrer la muestra exhibida, “Xul Solar, un Imaginaro en el Delta” e “Historias en cuadros. Colección del MAT” y más.

El MAT (Paseo Victorica 972, Tigre) se encuentra abierto de miércoles a viernes de 9 a 19 hs; sábados y domingos de 9 a 19 hs. Entrada general: $30; vecinos de Tigre gratis, presentando el DNI; y jubilados gratis todos los miércoles.

23 de octubre de 2015

Diego Frenkel y su música en Tigre

Frenkel en pleno show (1) Una vez más, la propuesta que ofrece el Ciclo musical “Jazz & Blues” volvió a ser un éxito. El destacado músico colmó junto a su banda el auditorio del Museo de la Reconquista, con un show íntimo en el que repasó todos sus éxitos. Este viernes 23 octubre, a las 21 hs, subirá al escenario el destacado artista, Javier Calamaro, con un concierto gratuito para todos los vecinos. 

Tigre se llenó de música de la mano de Diego Frenkel y su banda, en el marco del Ciclo “Jazz & Blues” que impulsa la Agencia de Cultura del Municipio. Durante más de una hora, el músico recorrió su extensa trayectoria y presentó temas nuevos de su último disco, “Ritmo”. Así, una vez más la propuesta tuvo una excelente recepción por parte del público, que se acercó desde temprano para obtener una buena ubicación ante el escenario.

Pasadas las 21 hs, el artista subió a las tablas y de ahí en más todo fue magia y sonido. Los primeros acordes de “Nada es igual” sonaron y los fans estallaron, coreando el estribillo y siguiendo detenidamente cada segundo. Frenkel demostró su talento y su carisma que siempre lo caracterizó y se generó un ida y vuelta con el público, que terminó en una comunicación propia de amigos de toda la vida.

Se acercaba el final y nadie pensaba irse sin escuchar “Selva”. Por ello, la banda se quedó por tres temas más, cerrando con una ovación y todos los presentes de pie. Luego del show, Frenkel compartió un momento junto a sus seguidores, firmando discos y tomando fotografías, que seguramente quedarán para el recuerdo.

Este viernes 23 de octubre, será el turno del músico Javier Calamaro, que brindará un concierto en el referido museo (Av. Liniers 818, Tigre) a las 21 hs; y con entrada libre y gratuita para todos los vecinos que quieran disfrutar de su música.

22 de octubre de 2015

Lina Beck- Bernard - El río Paraná- Cinco años en la Confederación Argentina (1857-1862) (fragmento)


Casada con Charles Beck, hombre de empresa suizo que se radicó en la ciudad de Santa Fe en
1857 para promover la colonización agrícola, Lina Beck-Bernard -decía José Luis Busaniche,
traductor de esta obra- "residió cinco años en el país, observó sin prisa sus costumbres, se vinculó
desde un principio al medio social en que vivió, supo ver con ojos de artista el color de la época,
captó la poesía de las cosas viejas, anotó datos históricos valiosos, fijó tipos y caracteres, recogió
leyendas y tradiciones, para escribir este libro que representa el más bello y fino homenaje a la
tierra que fue con ella hospitalaria y cordial"


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El Río Paraná (Lina Beck-Bernard)

Los días y las semanas pasan. Hay que prepararse para dejar Buenos Aires, sus casas suntuosas,
sus palacios y sus lujos. Fuerza es abandonar esta brillante civilización e internarnos en el desierto.
Hacemos algunas compras indispensables para los primeros días de nuestra instalación y fletamos
una goleta genovesa llamada El Rey David. El mismo patrón del navío será el encargado de
conducirnos. Diremos al pasar algunas palabras sobre los numerosos genoveses que navegan las
aguas del Paraná, desde Montevideo al Paraguay. Este elemento de la población no está
desprovisto de interés. Se compone, en su mayor parte de muy buena gente. Son sobrios, activos,
constantes y de acendrada probidad. La navegación del río se hace exclusivamente por italianos:
son los que cargan la cal en la ciudad de Paraná, las naranjas en Santa Fe, la yerba del Paraguay en
Asunción. Ellos hacen el transporte de los productos nacionales y de las mercancías extranjeras y
se les reconoce, con razón, como los mejores pilotos, no sólo del Río de la Plata sino del Paraná,
del Uruguay y de los afluentes de estos ríos.
Después de decir adiós a nuestros amigos de Buenos Aires, vamos a bordo de la goleta, en la rada.
El patrón, don Miguel, en nuestro honor, ha dispuesto los camarotes con cortinas y colchones
nuevos. Quedamos bien alojados. Don Miguel nos muestra asimismo las provisiones para el
camino: cuartos de vaca y de cordero colgados al aire libre, cerca de la proa, cajones de pasas
venidos de Mendoza, nueces de la ciudad, vino de Barcelona, que llaman Carlón, manzanas de
Montevideo, tomates, aceitunas, sardinas, buen abasto de pollos enjaulados, pastas de Génova,
etcétera. Ha hecho las cosas en grande, y a excepción de la leche, vamos bien provistos de todo.
A eso de las tres levamos anclas. El viento es favorable y El rey David, buen velero. Poco a poco va
desapareciendo la playa y sus altos bergantines. Algunos puntos blancos indican en el horizonte
los últimos vestigios de las torres y cúpulas de Buenos Aires.
El río es inmenso, un verdadero mar, majestuoso, infinito, no se ven las orillas por ningún lado.
Hacia la derecha, una isla, Martín García, levanta sus cantiles de roca con algunas casitas y un
fuerte. El río tiene allí, dicen, veinticinco leguas de ancho. Algo más al norte de Martín García, el
Paraná se abre formando islas en cuatro brazos o bocas: el Paraná Guazú, el Miní, el de las Palmas
y el Paraná Grande. Entramos en el Guazú, pero el viento cesa de pronto y nos vemos obligados a
detener la marcha.
La noche se aproxima. Cenamos alegremente sobre el puente de la goleta. El patrón y los
tripulantes nos atienden con toda solicitud. Podemos admirar la bondad paternal de don Miguel
que, unida al hábito del mando y a la firmeza del carácter, lo hacen muy bien querido de los
marineros. Varios de esos hombres sirven con él desde muchos años atrás. El Néstor de la
tripulación es Suracco, un viejo medio sordo, de figura original, verdadero lobo de mar, áspero,
regañón y con fama de incomparable marino. Nadie lo iguala durante la borrasca en el golpe de
vista certero y en la rapidez de la maniobra. Pero cuando hace buen tiempo y Suracco anda
desocupado, suele empinar más de la cuenta las damajuanas de vino carlón que el capitán no ha
puesto a buen recaudo. Entonces lo reemplaza, en las funciones de cocinero y maestresala, un
lindo muchacho muy alegre, de nombre Manuelo. A Suracco, dos marineros lo envuelven en un
gran cobertor y lo depositan al pie de un mástil. Esta vez, una compañera de viaje, ignorante de
tan original práctica, vio aquel fardo tendido sobre cubierta y se sentó sobre él muy
cómodamente. De pronto se dejó oír un rugido amenazante, como de tigre, y el diván improvisado
comenzó a rebullir. La dama huyó espantada, con gran regocijo de los marineros que, ocupados en
sus trajines miraban la escena de soslayo.
Hemos anclado cerca de una isla, admirable por su vegetación. Los bordes desaparecen bajo la
espesura de los cactos, los alces, sauces y bambúes entrelazados por lianas floridas. Después del
almuerzo, don Miguel, que ha hecho guardia durante la noche, se retira a dormir, ordenando que
bajen los hombres a la isla, embarcados en las canoas de la goleta, para hacer provisión de leña.
Quedamos solos y vemos a los tripulantes armados de hachas y provistos de cuerdas abordar en la
isla y desaparecer bajo las cortinas de clemátides, pasionarias, bambúes y profusión de ramas
entrelazadas. En realidad, aunque ocultos a nuestros ojos, se mantienen cerca de la orilla, sin duda
para no extraviarse en aquel laberinto, más temible que el de Creta. Un silencio profundo nos
rodea. El Paraná, tranquilo como un lago, refleja el azul del cielo y copia en las aguas mansas la
vegetación espléndida de sus bordes.
No vemos ninguna vela, ninguna embarcación viene hacia nosotros. Ya estamos en el desierto, con
su grandeza, su absoluta soledad, su solemne melancolía. De pronto, Camilo, uno de los
marineros, oculto en la espesura, entona con voz fresca y melodiosa una barcarola italiana; el
estribillo, repetido en coro por sus compañeros, hace pensar en el movimiento cadencioso de los
remos sobre el agua y en el balanceo del esquife mecido por las ondas. No sabría traducir la
impresión que sentí, oyendo aquella melodía dulce y triste, realzada con gracia por la sonoridad de
la lengua italiana. Ningún concierto de artistas célebres en Europa me había impresionado como
esas sencillas canciones de pescadores genoveses, difundiéndose en el silencio de una naturaleza
virgen y traída por la brisa ligera que apenas rizaba la superficie del río. Para los marineros era el
canto de la madre patria, un bello recuerdo del golfo, una reminiscencia del hogar; para nosotros
la revelación súbita de lo que puede la música inspirar en las horas excepcionales de la vida.
Escuchábamos aquello encantados, emocionados, cuando se dejó oír el ruido de las hachas contra
las ramas y el crujir de los árboles hendidos por los golpes. Otras ideas nos invaden: He ahí la lucha
por la vida, ruda, continua, positiva, al lado de la poesía que sólo se nos concede por instantes.
Digámonos, para cobrar ánimo, que la una es pasajera y eterna la otra, que el infinito existe
virtualmente en todo sentimiento capaz de hacernos sobrevivir.
Cenamos temprano, Suracco, de sueño tan pesado como el de Epiménides, no sale de su
envoltura. Manuelo, el sustituto, nos sirve un excelente yantar y nos da como postre nueces de la
cordillera y uvas de Mendoza, todo acompañado de vino Carlón y café.
Terminada la cena, el buen capitán advierte nuestros deseos de dar un paseo en bote y hace
preparar una canoa. No tardamos en bordear la isla que, de cerca, diríase el invernadero de algún
jardín real, en Europa. Un arroyo atraviesa la isla. Entramos en él bajo una glorieta de lianas
florecidas, que se entrecruzan de una margen a otra, formando arcos magníficos y festones que
rozan nuestras cabezas. Los árboles más variados sombrean las orillas. Podemos admirar los
ceibos soberbios, cubiertos de racimos de un rojo de púrpura, las azaleas de todos los colores:
blanco, rosa, anaranjado, amaranto; magnolias enormes; naranjos silvestres cargados de flores y
frutas; durazneros también silvestres de frutas exquisitas, mangos, tamarindos, mimosas, aloes
gigantescos, cactos imponentes llamados órganos y otros no menos grandes que producen el higo
moro; floripondios, trepadoras cubiertas de graciosas florecillas bermejas, níveas, violetas;
pasionarias cuyo fruto dorado pende con elegancia entre los delicados tallos. Los bambúes
esbeltos comienzan a balancearse dulcemente bajo la brisa de la noche, cargada de mil aromas
fuertes y penetrantes.
La barca resbala sin ruido sobre el agua transparente. La superficie desaparece a trechos bajo
vergeles flotantes formados de ninfeas de un color lila encarnado y de nenúfares enormes cuya
flor semeja una copa de alabastro colocada sobre las anchas hojas. Pasamos junto a la magnífica
planta que llaman los criollos maíz de la isla, de flor que finge una lámpara antigua suspendida por
algún hilo muy leve. Un lindo pájaro blanco surge de pronto entre esas soledades floridas, cruza el
arroyo y busca asilo en la margen opuesta. Anochece. Emprendemos el regreso. Al salir de la
galería de ramajes y flores que hemos recorrido, entramos de nuevo en el Guazú. El sol se pone
entre un mar de fuego, al que sucede luego un ambiente vaporoso, como espolvoreado de oro,
que envuelve por un instante las islas, el cielo y el río. Este fulgor mágico se apaga con
sorprendente rapidez para hacer lugar a una espléndida noche. También aquí podría decirse lo
que un poeta francés dijo de las noches de Italia:
Les nuits y sont, dit-on, plus bel/es que nos jours.
Subimos a la goleta, cargados de flores recogidas en las riberas de la isla. Encontramos a Suracco,
que ha salido de su envoltorio. Los ojillos pardos del viejo, de cejas canosas, como manojitos de
hierba escarchados, se fijan en el horizonte con esa mirada tenaz, propia de los marinos.
-i Patrón!- exclama-, tendremos pampero esta noche.
-Ya sé, viejo, no hay que tener miedo, yo haré la guardia.
A eso de las tres de la mañana, nos despierta un silbido particular en las jarcias del barco y un
fuerte viento que sacude la goleta sobre las anclas. Oímos al capitán dirigir la maniobra. Los
marineros están en el cabrestante. Pocos momentos después arrancamos a toda vela con gran
velocidad. Al amanecer hemos pasado el Guazú y estamos en el Paraná Grande. Difícil es describir
este río inmenso, este mar que justifica bien su nombre. (Paraná quiere decir, en idioma guaraní,
como el mar.) Nada puede compararse a la belleza de este río, sembrado de islas numerosas, y de
tan extenso caudal que es imposible abarcar en una sola mirada sus orillas. Algunas de sus islas se
ven a trechos bordeadas de sauces y ofrecen el aspecto de praderas inmensas donde pacen
manadas de caballos que huyen veloces siguiendo a la madrina o yegua que le precede en el
camino. El cencerro de la madrina se mezcla al gemido del viento y al murmullo del oleaje. En
otros sitios las islas son bosquecillos que se elevan sobre las honduras como un refugio encantado
de alguna divinidad pagana. Pájaros hermosos, el flamenco de alas rosadas, el cisne blanco, las
garzas, las gallinetas y otros huéspedes de vistoso plumaje se acurrucan en sus nidos de flores o
andan sobre las aguas profundas. En la espesura de los cañaverales y los cactos, el jaguar o tigre
americano espía al viajero imprudente que se arriesga cerca de la costa, o acecha los grandes
dorados del Paraná que desovan entre las hierbas flotantes.
De tiempo en tiempo, algún trozo de isla, desprendido por el empuje de las aguas, sobrenada en el
Paraná con sus arbustos y sus flores; queda sujeto a las raíces de un árbol, vacila unos instantes y
luego, arrastrado por la corriente, sigue a la deriva. Detenido al fin por algunos árboles
sumergidos, se convierte pronto en una nueva isla que se agranda sucesivamente con todo el
despojos y residuos acumulados en sus bordes. De ahí que los pilotos sean testigos de
transformaciones continuas porque mientras así se forman nuevas islas, otras desaparecen
cubiertas por la subida de las aguas, y los árboles, que dejan ver apenas sus copas en la superficie,
son arrancados por la corriente.
Cuentan que una de esas balsas naturales, donde se había guarecido un tigre, llegó hasta Buenos
Aires e hizo de noche su entrada en el puerto. Los rugidos del jaguar despertaron a los marineros
de algunas embarcaciones. La noche era muy oscura y salieron a buscar el animal con antorchas
de resina. Descubrieron el camalote y algunas balas pusieron fin a la peregrinación del extraño
navegante.
Impulsados por el pampero, que nos lleva con toda rapidez, damos alcance al vapor del Paraguay,
que nos había tomado la delantera mientras permanecíamos anclados. Nos cruzamos con varias
goletas, algunos bricks de tres mástiles y toda clase de embarcaciones menores. Podemos ver en la
margen izquierda algunas quintas y las amplias instalaciones de las estancias. Así pasamos por
Obligado, luego por San Nicolás, en el límite de Buenos Aires con Santa Fe. Y navegando sobre el
río majestuoso cuyos horizontes se confunden siempre con el cielo, llegamos por la noche a
Rosario. Rosario es una hermosa ciudad, grande, floreciente, el mercado principal de la
Confederación Argentina, después de Buenos Aires.
Hemos andado como cien leguas. La noche es muy bella y el viento es propicio. Don Miguel
resuelve continuar la marcha, como en las noches anteriores, y reanudamos el camino.
Al día siguiente, por la mañana, divisamos a mano derecha las barrancas de la provincia de Entre
Ríos, que orillan el Paraná. Pasamos cerca de un promontorio llamado El Palmar, hacia el norte de
un paraje admirable, muy bien protegido, coronado por un villorrio, el pueblo de Diamante.
Algunas leguas más arriba entramos en un brazo del río que se aparta del Paraná Grande
formando encantadoras islas. Llegamos así a la barra de la Boca, entrada del puerto de Santa Fe,
que lo separa del río. Aquí debemos detenernos para enviar un mensajero hasta la ciudad, en
procura de caballos, porque el río está muy bajo y no entraríamos por nuestros propios medios.
Las horas pasan y la gente no llega. Aprovechamos el tiempo para cenar y visitar una isla situada
hacia la mano derecha, El Rincón. Esta isla separa el río Paraná de la Laguna Grande del Salado,
lago de quince a dieciocho leguas de largo y tan ancho que parece un mar. La isla del Rincón tiene
magníficos pastizales, tierras cultivadas y un bonito pueblo con una iglesia blanca que luce a lo
lejos recortándose en el azul del cielo. Pasan muy cerca de nosotros más tropillas de caballos con
la madrina a la cabeza. Los muchachos que las arrean galopan veloces. Hay uno que, sin duda para
descansar, se ha echado de pecho sobre el caballo con el rostro pegado a las crines y las piernas
atrás, en el aire. Todos estos jinetes, que honrarían a Franconi, ejecutan sus habilidades con una
soltura, una gracia y una destreza únicas.
Dormimos todavía en el barco, anclado muy cerca de la isla. Hasta el día siguiente por la mañana
no llegan los sirgadores que deben conducirnos al puerto. Estos hombres tiran de las
embarcaciones con sus caballos unos trechos entre el agua, otros por tierra firme y a ratos dejan
libre al animal, que por sí mismo se busca paso entre los cañaverales y camalotes de la orilla. Son
gente que habita las islas en ranchitos de cañas y barro, casi todos indios mansos, negros, mulatos
o pardos de sangre más o menos mezclada. La goleta avanza con lentitud porque el río está muy
bajo pero no tardamos mucho en franquear la barra y estamos en el puerto de Santa Fe, el mejor y
más seguro de la Confederación Argentina. En la ciudad, las casas de aspecto morisco y las torres
de las iglesias brillan entre los follajes oscuros de los naranjales, dominados por esbeltas palmeras
que se balancean al viento. Anclamos muy cerca de la ribera. Nos despedimos de don Miguel,
nuestro buen capitán, y nos dirigimos por fin a la casa que se nos ha preparado en la ciudad.

El río Paraná- Cinco años en la Confederación Argentina (1857-1862)
Lina Beck- Bernard
Emecé, 2001, Págs 66 a 75

Fuente:
www. pajarodemimbre.blogspot.com.ar

21 de octubre de 2015

Mujer Viajera - Claudia Torre sobre Lina Beck-Bernard

“Un silencio profundo nos rodea. El Paraná, tranquilo como un lago, 
refleja el azul del cielo y copia en las aguas mansas la vegetación 
espléndida de sus bordes. No vemos ninguna vela, ninguna 
embarcación viene hacia nosotros. Ya estamos en el desierto 
con su grandeza, su absoluta soledad, su solemne melancolía. 
De pronto, Camilo, uno de los marineros, oculto en la espesura,
 entona con voz fresca y melodiosa una barcarola italiana; 
el estribillo repetido en coro por sus compañeros, 
hace pensar en el movimiento cadencioso de los 
remos sobre el agua y en el balanceo del esquife 
mecido por las ondas. No sabría traducir la impresión 
que sentí, oyendo aquella melodía dulce y triste 
realzada con gracia por la sonoridad de la lengua 
italiana. Ningún concierto de artistas célebres en 
Europa me había impresionado como esas canciones 
sencillas de pescadores genoveses, difundiéndose en el 
silencio de una naturaleza virgen y traídas por la brisa
 ligera que apenas rizaba la superficie del río”

Con estas palabras Lina Beck Bernard ilustra su primera experiencia del río. Narra con cadencia melancólica el itinerario que la lleva a su destino: el puerto de Santa Fe, mercado principal de la Confederación Argentina. Para una protestante alsaciana educada en una geografía helada que creció en interiores austeros y taciturnos y  en relaciones familiares cuya afectividad estaba pautada por la distancia y el recato de los gestos amorosos, el río Paraná se vivencia como un lugar generoso en emociones cálidas y suaves y se construye a partir de un cruce específico: Europa como cultura y América como naturaleza. Sin embargo, esos pescadores genoveses que aparecen en la imagen hablan de un cruce más complejo donde la distribución de valores se muestra más profunda de lo que, a primera vista, parece. He aquí la mirada atenta y detallada de un mundo que es todavía muy nuevo para estos ojos europeos. 
Lina Beck-Bernard nació en 1824, en el territorio que se llamaba entonces Alsacia, en  un pueblo de Alto Rhin. Bitschwiller –así es su nombre- queda en la frontera entre Alemania y Suiza. Fue hija de una familia protestante de intelectuales y comerciantes. Su padre había sido asesinado por un obrero en una fábrica por lo cual su infancia fue triste y austera. Cuando Lina tenía 16 años la familia se trasladó a Suiza donde Lina se instruyó en derecho penal impulsada por el clima liberal y democrático de la década de 1840. En 1852 se casó con Charles Beck Bernard, a quien el gobierno argentino contratará para establecer colonias agrícolas suizas en la provincia de Santa Fe. Así es que ella viajó con dos hijos y tuvo dos hijos más en el nuevo continente.  Entre 1857 y 1862, Charles y Lina vivieron en la ciudad de Santa Fe, y fundaron la colonia San Carlos. Luego de esa experiencia colonizadora, que es crucial en la vida de esta autora y en su obra, la familia regresa a Europa pero Charles Beck Bernard sigue monitoreando y organizando el proyecto que los había convocado desde la ciudad de Basilea. En 1864, Lina publicó Le Rio Paraná. Cinq années de séjour dans la République Argentine libro en el que relata su experiencia sudamericana. En ese mismo año publica también una novela titulada La estancia de Santa Rosa. Más tarde publica en 1872 Fleurs des Pampas. Scenes et souvenirs du désert argentin, una suerte de colección de novelas cortas con temas santafesinos. Ya como autora prolífica, Lina frecuentó círculos intelectuales y políticos y fue amiga del legendario crítico literario Charles Sainte Beuve. El epistolario que mantuvo con éste fue publicado por la prestigiosa Revue des Deux Mondes. En 1888 Lina muere en Mont Brillant, Lausana.
Lina publicó su libro en francés, en Grassart Libraire Editeur de París. Recién en 1935 el libro es traducido al español por José Luis Busaniche. El trabajo de este investigador argentino dio como resultado una muy interesante edición del libro, con una buena traducción, prólogo y apéndice pero al mismo tiempo se trató de una edición muy intervenida. En principio el libro se conoció en la Argentina, con un título diferente porque  Busaniche modificó la denominación de República Argentina por la de Confederación, quitó el subtítulo y le agregó los años de estadía. El resultado fue: Cinco años en la Confederación Argentina (1857-1862). Busaniche intervino además de manera aún más incisiva: quitó párrafos que referían anécdotas -que Lina había escuchado y refería- sobre Juan Manuel de Rosas. En ellas, el en ese entonces ex-gobernador de Buenos Aires aparecía como perverso y loco, según la versión unitaria del período: el comedor de niños, el degollador, el mazorquero,  entre otros. De modo que si leemos la versión en español vamos a encontrar sustanciales diferencias con la edición original.   
En el 2000, la investigadora Mónica Szurmuk publicó en la editorial Alfaguara fragmentos de este libro, en una antología que tituló Mujeres en Viaje. Allí los relatos de Lina conviven con los de otras viajeras tales como Eduarda Mansilla, Florence Dixie, Jennie Howard, Ada Elflein, Delfina Bunge, entre otras.  En 2001, el libro de Beck Bernard, siempre en la traducción de Busaniche fue re-editado por Emecé. Colección Memoria Argentina. En 2006 el investigador Martín Servelli incluyó párrafos de la autora, en la antología Viajeros al Plata (1806-1862), para la editorial Corregidor. Por su parte, Mónica Szurmuk, además en el año 2000 estudió la obra de Beck Bernard y escribió sobre ella en Miradas Cruzadas. Narrativa de Mujeres en Argentina 1850-1930,  libro editado en México.
El texto de Lina refiere la experiencia de la colonización agrícola en la provincia de Santa Fe de la República Argentina. Ésta se produjo entre 1833 y 1850. Entre 1852 y 1870 tuvo lugar la Confederación argentina. En 1854, el gobierno de Buenos Aires cortó vínculos con las provincias y estás conformaron esa organización que duró hasta 1862. Su capital era la ciudad de Paraná donde se concentraba la autoridad representada en el caudillo Justo José de Urquiza. El gobernador de Santa Fe era Juan Pablo López. En la batalla de Pavón, Mitre derroca a Urquiza y se unifica el territorio sobre el cual rige la constitución de 1853. Pero además de reconocer estos fragmentos de la historia de la época, es preciso tener en cuenta para comprender la experiencia de esta autora, que en 1870 ingresa a la Argentina una numerosa inmigración italiana y española que produce un impacto clave en la cultura y en la sociedad de entonces. 
Charles Beck Bernard había viajado en 1856 y un año después lo hace Lina. Entre 1857 y 1862 los Beck Bernard viven en Santa Fe, tránsito obligado entre Buenos Aires y las provincias de la Confederación. Cerca se encuentra la ciudad de Paraná que, como señalé antes, era un verdadero centro neurálgico de aquella organización política. De esta manera y teniendo en cuenta las fechas del viaje que figuran en el título de la edición de Busaniche se puede ver que este libro, más allá de su impronta autobiográfica, documenta el modo en el que  ese territorio de ríos, llanuras, y colonos, se va codificando –en clave sarmientina- como la meca progresista de los ríos navegables y de la inmigración deseada.
Si bien se trata de un relato de la experiencia del viaje colonizador que fue publicado en Francia es posible que su bosquejo pueda tal vez haber sido un diario personal que Lina llevó en sus días en Santa Fe y que elaboró más tarde. No hay forma de verificarlo pero la construcción del relato va evidenciando una secuencia ordenada y llena de detalles que parecen haber sido apuntados in situ y elaborados luego, más que recordados tantos años después. Como todo viaje de ese período se realiza inicialmente en  un barco, que se detiene en varios puertos: Galicia, Lisboa, Pernambuco, Bahía, Río de Janeiro hasta llegar por fin a la ciudad de Buenos Aires. Este tramo del viaje se narra en las primeras páginas de libro y se constituye como una zona intermedia que va permitiendo a la viajera dejar atrás su lugar de origen e ir reconociendo su lugar de destino. Ya en el río Paraná, y transportada en goleta Lina llega hasta Santa Fe, es decir llega al desierto a través del río y no a caballo, como en general habían llegado los viajeros que la precedieron a esos mismos lugares.
Los títulos de los capítulos del libro que figuran en el índice, esbozan un criterio etnográfico, clasificatorio, una suerte de muestrario, es decir evidencian una pulsión clasificatoria. Sin embargo, no es esta enumeración propia de los viajes, colecciones y los museos del siglo XIX lo que predomina sino y sobre todo su selección y el detalle con el que Lina va configurando su representación del lugar y su  propia experiencia de habitarlo. Se trata de un libro sobre la experiencia de la colonización pero sobre todo construido en primera persona y a partir de la experiencia del viaje de una mujer ilustrada, protestante, feminista, ávida de ver mundo, de observar otras culturas y sus signos, como si esos signos fueran la respuesta o sus preguntas o verdaderas claves de interpretación.
Cuando el barco en el que viene Lina con sus hijos permanece en cuarentena a causa de la fiebre amarilla. Lina escribe:

“Nuestra pequeña embarcación se agita como una hoja en el viento. Nadie se atreve a llegar hasta nosotros. Diríase que han trazado un círculo mágico alrededor del Prince, para impedir el acceso de todo ser humano (…) Los paseantes del muelle, armados de catalejos, examinan nuestro barco.”

 De este modo, el escrito de Lina cuando refiere las políticas de salubridad que en ese entonces impedían a los tripulantes de los barcos ingresar al territorio y permanecer en cubierta a una distancia prudencial, invierte ciertos tópicos de la literatura de viaje del período porque ella compone una escena en la que lo que aparece no es aquello o aquellos a quienes ella va a ver sino también y sobre todo, el modo como ella es vista por los otros. Resulta interesante que esta autora señale cómo la ven es decir no quién es el otro, sino quién es ella para el otro. Y ya desde esta perspectiva inicial del viaje Lina ocupa en el relato un lugar ciertamente inquietante. Más adelante, esta escena en la que ella “es vista” vuelve a producirse en otro contexto. En una excursión por la llanura, “de pronto vemos ante nosotros, un indio, de pie, junto a su caballo”. Todos se sobresaltan y no entienden por qué no lo han vista acercarse. “Era una playa muy llana sin depresiones ni eminencias, sin embargo ese hombre había encontrado la manera de ocultarse a nuestras miradas.” argumenta Lina. He aquí nuevamente a esta viajera que es vista pero que no ve y que sabe que el otro puede y sabe mantenerse oculto. En este sentido también el libro ofrece una percepción fina y diferente de la narrativa de viaje tradicional que relata paisaje y habitantes como una escenografía ya dispuesta para la descripción: sus elementos están allí para ser vistos. En el caso de Lina lo que irrumpe no estaba previsto y debe explicarse. ¿Cómo puede un indio ocultarse a una mirada en un territorio llano? ¿matas de pasto, malezas y pequeñas zanjas le bastan para esconderse? El relato reflexiona permanentemente sobre esta extraña proximidad y sobre la relación oblicua entre habitantes y extranjeros.
Como señalé en párrafos anteriores, el pasado rosista es referido en el libro como una ruina moderna. Cuando pasea por Palermo, la antigua residencia de la gobernación, donde vivía Rosas, Lina asocia esa casa con las villas italianas de galerías y arcadas de hermoso aspecto y señala al respecto que “los odios políticos tratan de apresurar su completa destrucción”. Para Lina, Palermo es una ruina sin hiedras ni lianas, una ruina reciente, la de un pasado que hace apenas un tiempo ínfimo, parece haberse constituido como tal.  Y Lina es sensible a los relatos sobre Manuelita Rosas que “suaviza como una bienhechora las leyendas siniestras de Palermo”. ¿Cómo se leen los vestigios del rosismo, la figura de Manuelita? Lina oscila entre la construcción personal de una extraña historia y la versión rioplatense popular post-rosista.
Pero lo que más llama la atención de Lina son las mujeres y las mujeres son observadas a partir de una expectativa particular: su funcionamiento en la sociedad moderna. Lina ve que las mujeres son educadas pero no son instruidas y ve que las mujeres aborígenes están sometidas a sus varones de una manera bestial. El relato sobre el territorio sud americano lleva inexorablemente, de acuerdo a estas menciones, a algunas cuestiones del viaje femenino en el siglo XIX. Se trata de un libro que mira desde una perspectiva protestante -hay otros registros de este tipo en los viajeros ingleses, en los pioneros galeses de Gaiman, en la Patagonia argentina, en los relatos de William Henry Hudson y de Cunningham-Graham. El catolicismo está puesto en duda y es observado como una religión de frailes analfabetos y corruptos, supersticiosos y banales porque Lina lee la supervivencia de una religiosidad colonial ociosa, ineficaz e inútil. Asimismo el juicio de Lina no se priva de apelar a  formas humorísticas, cuando nos cuenta que un sacerdote en la ceremonia de bautismo de la que ella es madrina, le pregunta: “Lina ¿promete usted educar a este niño en la religión católica, apostólica y cristiana (en lugar de romana)?”
La mención de tribus aborígenes es numerosa y variada: los mocovíes, los pampas, los tobas y los abipones aparecen en sus páginas y si bien el relato exhibe el gesto etnógrafo propio de la época, las palabras de Lina hacia los indios son siempre de interés y de admiración. Otro temas completan su versión de este territorio: la lepra y el terror bíblico, el curanderismo, la medicina aborigen y rural así como  las enfermedades que la impresionan y la conmueven.
Se produce en el interior de este relato de viaje de tipo testimonial, una suerte de literaturización cuando Lina apela a metáforas, construye climas, configura personajes: “Yo sé matar” señala el asesino condenado a muerte que será fusilado sentado en un banquillo de madera con alto respaldo. El relato muestra una pluma despojada y detallista. En cambio, en el relato de la búsqueda de los tesoros de la sacristía exhibe irónico sarcasmo y picardía. Una microhistoria de la conversión de su casa en un émulo del Arca de Noé llena de parejas de animales salvajes, por la naturalización de su exotismo no tiene nada que envidiarle a un  relato del realismo mágico latinoamericano del siglo XX. 
Lina Beck-Bernard viene a observar un mundo que se construye a partir de la cultura  republicana y colonizadora, un mundo moderno; y pareciera que se preguntara ¿cómo es posible construir un mundo moderno en Sudamérica? Por eso su mirada, como la de todo viajero, también va en el tiempo: ve un presente pero ve también un pasado y un futuro. Naturaleza y cultura es el binomio que articula gran parte de los viajes en el siglo XIX, sobre todo a partir de la relación entre el estado primitivo o “natural” y la civilización “avanzada” porque todo relato porta un debate entre lo que se trae (imaginario) y lo que se encuentra (lo experiencia). Sin duda el libro de Lina nos cuenta la cultura de la colonización agrícola con sus expectativas y su racional medida de todas las cosas.  ¿Qué es lo que se espera ver? Hay una intensidad de la expectativa porque  hay una imagen previa.
En las noches, Lina parece escuchar el sonido del mundo, las descripciones de las horas nocturnas son las más sensibles de todo el libro. Tal vez hayan sido aquellas noches calurosas de su itinerario sudamericano las que se grabaron para siempre en su memoria.
TORRE, Claudia. Lina Beck-Bernard Le Rio Parana. Cinq années de séjour dans la République Argentine. Publicado en http://historiasmujeresviajeras.blogspot.com. Puesto en línea 01-04-2012.

16 de octubre de 2015

Muestras en el MAT - “Pal Almi Tigri” de Xil Buffone y “Geometría y Diseño”, de Ary Brizzi

3 Muestra de Xil Buffone  (2)
 “Pal Almi Tigri” de Xil Buffone y “Geometría y Diseño”, de Ary Brizzi ya se exhiben en las salas del Museo de Arte de Tigre (MAT) y se podrán disfrutar hasta el 1º de noviembre, de miércoles a viernes de 9 a 19 horas y sábados, domingos y feriados de 12 a 19 horas.

El Museo de Arte de Tigre despliega nuevas propuestas para el mes de septiembre. En esta oportunidad, abre un nuevo núcleo de Historias en cuadros y recibe la obra del maestro Ary Brizzi (1930-2014): geometría y diseño de los años 60 y 70;  e inaugura una instalación lumínico – sonora de la artista contemporánea Xil Buffone en homenaje a Xul Solar.

Al respecto, la Directora del Museo de Arte Tigre, María José Herrera, declaró: “Es un gusto para nosotros ofrecer una infinidad de artísticas y de poéticas, en este caso estamos recibiendo dos nuevas muestras y las ya consagradas que forman parte de nuestra institución. El MAT es reconocido como una de las atracciones más destacadas de turismo cultural en la Argentina, motivo que nos emociona y por el cual invitamos a todos los vecinos a disfrutar de algo tan maravilloso y representativo del Distrito”.

Por su parte, la artista plástica, Xil Buffone, comentó:  “Es la primera vez que expongo en el MAT y es un placer estar acá. Es precioso el edificio y magnífico ver las interacciones que se dan, por ejemplo ahora podes ver las obras de Xul Solar. Y a pocos metros se puede entrar en otra instalación que se llama Pal Almi Tigri, sería para las almas de Tigre, y tiene que ver con recrear con luz y sonido, una de las atmósferas de Xul, como si surgiera todo de una acuarela de Xul Solar. Esa es la idea, desde el sonido y la luz generar esa experiencia”.

Cabe destacar que las obras de Ary Brizzi se exhiben a modo de un ambiente de época y las mismas desafían al ojo del espectador. Su geometría de la luz se expresa en pinturas, muebles y objetos de diseño que extienden el arte hacia la vida cotidiana. Dicho artista era un representante de la abstracción geométrica local, obtuvo más de 30 premios nacionales (como el Konex, en 1982) e internacionales, presidió la Academia Nacional de Bellas Artes (1992-1994) y fundó el movimiento de Arte Generativo, junto con Eduardo Mac Entyre, Miguel Ángel Vidal y Carlos Silva.

En otra sala del MAT, Xil Buffone presenta una ambientación de luz y sonido Pal Almi Tigri, inspirada en la obra de Xul Solar; que corporiza en las tres dimensiones del espacio las visiones místicas de Xul. Buffone las convierte en experiencia para que se sumerja en ella el espectador.

Buffone es artista y cronista de arte. Vive en Buenos Aires. Expone pinturas, instalaciones y dibujos desde 1986. Escribe sobre arte en Ramona, en Vox virtual, Rosariarte web, etc; también escribió en Veintitrés, El Ciudadano, Critica de la Argentina, La vida es arte (tv), catálogos, y otros medios.

Es licenciada en Pintura y profesora de Artes Visuales (Universidad Nacional de Rosario, 1991). Viajó a Italia (1991-92). Cursó postgrados de Historia del Arte Moderna y Contemporánea en la Universidad La Sapienza de Roma (Prof. Maurizio Calvessi y Simonetta Lux), 1992; y de Filosofía y Estética Musical en la U.B.A. (Prof. L. Fragasso y F. Monjeau).  Es miembro fundador de los grupos La vaca (1988) y Rozarte (1989), Rosario.

13 de octubre de 2015

Libro: "El Delta Bonaerense"

Tapa
Editado por José Athor junto a la Fundación Azara, “El Delta Bonaerense” es una obra que recopila y sintetiza el conocimiento del extraordinario ambiente que enorgullece a los habitantes de Tigre y a todos los que recorren sus islas y paisajes. 

“El Delta Bonaerense, naturaleza, conservación y patrimonio cultural” es el resultado de la convocatoria de autores que lo describen según sus especialidades. En sus páginas se recorre el origen geológico e hidrológico de las islas, los orígenes de la ocupación humana, la flora y la fauna y los criterios de conservación de la biodiversidad, tanto en plantaciones forestales como en áreas protegidas, a través de planes de manejo con el objetivo de proteger los humedales y sus servicios ambientales.

El patrimonio cultural también es abordado en esta publicación, a través de la percepción que viajeros, exploradores y artistas tuvieron del delta entre los siglos XVI y XX, y las historias de pobladores actuales, que muestran el fuerte sentimiento de identificación con la naturaleza que es característico del Delta bonaerense.

11 de octubre de 2015

Libro de fotos de Tigre de Lucas Distefano


 Hay un tiempo en el trabajo de la realización de la obra que no siempre recordamos. A veces ese trabajo, este traslado y despliegue de herramientas y materiales, forman parte de la obra, son la obra, o quedan tan evidenciados que es imposible contemplar la obra sin volverse al tiempo de su realización. Otras veces, esas huellas son muy sutiles, y lo que vemos nos mueve hacia otro lado. Lucas Distéfano pasó varias temporadas en el Delta, saliendo antes que el sol, subido a una modesta embarcación, abriéndose paso en la espesura, cuidando a la Hasselblad del rocío, resbalando en el río, acompañado sólo por el crujir de la escarcha bajo sus pies o el zumbido de los mosquitos, siguiendo el curso de un canal con el equipo al hombro para encontrar un encuadre, una luz, un momento. La vieja comparación entre el fotógrafo y el cazador se cumple nuevamente. Las fotografías son equilibradas, justas, prolijas. No hay grandes contrastes, sí una pequeña pero insistente inquietud, un silencio expectante. Tal vez sea por las luces. Una luz natural que tanto puede ser de la madrugada como del crepúsculo, de un momento de paso, de transformación. Lo cierto es que esta luz ya indica algo inminente. Pero hay otra, la artificial, de unas lámparas que parecen haber sido olvidadas, y que marcan, junto a unas arquitecturas, la presencia humana, o mejor aún, su ausencia. Porque estas luces ¿a quién iluminan? Vemos el techo de un muelle y por primera vez pensamos en ese espacio como un interior. Una canoa vacía emerge de un fondo oscuro. Un sencillo cartel luminoso se refleja en el río y hace de contrapunto al suntuoso edificio de al lado... Tal vez lo inquietante sea lo que, con su cámara manual, Lucas ha cazado: estos exteriores íntimos, esta sutil mezcla de luces, esa mirada que nos descubre una secreta cita entre civilización y naturaleza.(Javier Torres)
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4 Presentacion del libro Fotografias del Tigre y del rio de la plata
El último trabajo del fotógrafo Lucas Distéfano, “Fotografías del Tigre y del Río de la Plata” representa una fusión del territorio tigrense junto con sus ríos, arroyos, flora y fauna.
La obra obtuvo en 2014 un subsidio del Fondo Municipal de las Artes.

Cabe destacar que Distéfano es un destacado fotógrafo y cineasta que ha recibido numerosos premios y subsidios por su obra. Su libro reúne los trabajos más importantes del artista de los últimos 10 años y pone en valor una mirada que interpela al observador, desarticulando los lugares comunes de un territorio largamente visitado y fotografiado. De esa manera, su trabajo indaga sobre la arquitectura, la naturaleza, la historia y la intervención del hombre en el Delta con paisajes quietos que logran inquietar.

10 de octubre de 2015

“La Casa de Bernarda Alba” en Tigre, bajo la dirección de Muscari

Misterio y tensión en una gran historia familiar La temporada de teatro primaveral arrancó con todo y este finde largo la cartelera vuelve a brillar con más propuestas. La obra dirigida por José María Muscari y protagonizada por nueve actrices de renombre se presentará el próximo lunes 12 de octubre, en el Teatro Pacheco.

Este fin de semana largo, las mujeres toman las tablas. Encabezada por la reconocida actriz María Rosa Fugazot, la obra maestra de Federico García Lorca, con adaptación y dirección de José María Muscari y producción general de Javier Faroni, subirá a escena el próximo lunes 12 de octubre, a las 20 hs, en el Teatro Pacheco, Santiago del Estero 185.

La historia pone de manifiesto las relaciones enfermas de una familia liderada por una déspota madre, y como el amor de un hombre en medio de un seno de mujeres puede ser el foco infeccioso que detone la gran tragedia.

Cabe destacar que la Agencia de Cultura continúa promoviendo entradas gratuitas para que los vecinos disfruten de espectáculos de primer nivel. Hasta agotar stock, por cupos limitados, pueden retirar un par de tickets en la Casa de las culturas, Av. Mitre, entre Italia y Montes de Oca, de martes a viernes de 10 a 15 hs.

8 de octubre de 2015

Obra de Teatro "El Remo" de Damián Dreizik - Funciones:10 y 17 de octubre de 2015

Grupo de teatro “El tigre" presenta: “El Remo”, obra de teatro de Damián Dreizik, con dirección de Vanesa Weinberg.

 El remo es un deporte centenario en nuestro país , y el Tigre es considerado “La cuna del remo argentino”. En todos estos años de historia se desarrollaron en la zona muchos clubes que dieron grandes satisfacciones al remo nacional. La obra transcurre  en un futuro cercano donde los mares y los ríos se han secado provocando así la extinción de esta práctica deportiva. Un grupo de ex remeros , contra viento y marea , decide sostener este ritual sagrado: Remar. Entrenan rigurosamente , recuerdan fechas históricas y hazañas del remo nacional , tales como la victoria de Tranquilo Capozzo y Eduardo Guerrero en 1952 , compiten regatas imaginarias , representan el acto inaugural de la primer regata en tigre , con la presencia del presidente Domingo Faustino Sarmiento , rememoran momentos añorados de sus familias remeras y de la transmisión de este deporte de padres a hijos. A pesar de que la realidad imposibilita la práctica del remo , este grupo se afirma en la pasión como forma de supervivencia. La aparición de nuevos deportes conspira contra la solidez del equipo. Este espectáculo propone abordar temas como la pasión por una actividad que se presenta imposible , la disputa entre generaciones y el cambio climático , que provoca nuevos escenarios a los que hay que adaptarse. El tono es absurdo , y humorístico , dentro de un contexto dramático. Es un homenaje al remo como deporte y al “remarla” como metáfora de vida.  

Elenco: Diego Cáceres, Viky Quintan,  Luciana D´Orazio, Florencia Schiappapietra,  Kevin Martinez Sturtz.

Funciones:10 y 17 de octubre , 7 y 14 de noviembre , 20:30hs en Agencia de Cultura , Liniers 1601. Entrada libre y gratuita

Silvina Ocampo - Plegaria de una señora del Tigre (1942)



Silvina Ocampo (1903-1993) nació en Buenos Aires. Desde joven estudió dibujo y pintura, uno de sus maestros fue Giorgio de Chirico. Publicó por primera vez en 1937 (Viaje olvidado). En 1940 se casó con Adolfo Bioy Casares, y ese mismo año compiló con él y con Borges una proverbial Antología de la literatura fantástica. Sus poemas y cuentos aparecieron en la revista Sur que dirigía su hermana Victoria. El poema pertenece a Enumeración de la patria (1942)




Yo fui quien dibujé con lápices violetas
tu nombre de animal salvaje en las glorietas;
yo te adulé en la infancia haciendo reverencias
al barro, y no a la arena, durante tus ausencias;
pensar en cómo duermen los peces ha ocupado
un sitio del ocaso que no será olvidado,
y al ver las superficies que abarcan tus espejos
he percibido cómo será lo que está lejos
y cómo será un crimen con un temido y triste
cuchillo en tus orillas, y el agua que persiste.

En láminas he visto, terriblemente hermosas,
cascadas coloreadas y grutas, y anhelosas
Ofelias y Narcisos, y todos merecían
tu náutico paisaje y no el que tenían.
Yo creo en la nostalgia que hace crecer tus plantas
queriendo con tus frutos alimentar a santas;
a veces Egipcíacas Marías, y Marías
a veces Magdalenas, amadas y sombrías,
coinciden con la imagen que ambiciona el follaje
de alguno de tus árboles con paciencia de encaje.

Por las enredaderas de madreselvas suaves
me escoltan las canciones de agradecidas aves,
y tienes que escucharme: no en vano habré escuchado
la voz de las sirenas del barco acaudalado.
Si quedas algún día sin mí, yo temo Tigre
que cambies y que mi alma buscándote transmigre
y no te encuentre nunca. No quiero otro lugar
de interminables playas, de rocas hasta el mar,
no quiero en San Isidro barrancas, ni en Olivos,
donde se ven de lejos los barcos fugitivos.
Cantidades de cielo te dan agua rosada,
durante muchas horas la misma agua admirada
parece hecha de tierra si no intervienen albas
o tardes donadoras de curativas malvas;
a veces he dudado que tu agua sea de agua,
que pueda naufragar mi cuerpo o la piragua,
y tienes que mostrarme flotando por tus cauces,
para saberte de agua, las ramas de los sauces.

Mezclándote a Venecia delante de una puerta
habitarán mi sueño cuando me quede muerta:
las sombras preferidas por tus flores de caña,
las violencias de enero, el goce que acompaña
el nadador lustroso, tus canales cruzados
por pasajeras frutas en barcos asoleados,
y siempre en el camino la ninfa con un jarro
y las muertes del bagre profundas como el barro.
Entre constantes álamos donde hay un benteveo
cantando diariamente, en tu delta me veo
fervorosa de ausencias como se está en un templo.
¡Lejana, y sometida, y atenta, te contemplo!

Conozco lacerantes delicias del recuerdo:
las palabras, los brazos amados, el acuerdo
que dicta el corazón, los gestos más frustrados
que vuelven incansables, los ojos invariados.
Me es fácil precisar un vestido lejano
con lisura de pétalo que usé un solo verano,
importantes y nítidas manchas de un cielo raso
el ritmo indiferente o aterrador de un paso.

Me encuentro cada día más habituada al puro
recuerdo. Por tu acuática floración te conjuro:
con islas empalmadas y con pequeñas selvas,
con remos y recreos, oh Tigre, cuando vuelvas
y ya nadie me vea buscando tus paisajes,
no inventes laberintos. Encontraré pasajes
hasta el río Luján, cruzaré el Abra Nueva
como en el paraíso la deslumbrada Eva,
me internaré en arroyos, como entre dos cristales.
Que no te falte nada, ni un canto de zorzales,
ni la podrida fruta, ni el negro caracol
con su inmundo secreto que al sol es tornasol,
ni tu íntima pobreza de ranchos sostenidos
en lo alto por estacas, ni tus líquidos ruidos,
tus sapos y murciélagos que estremecen tus noches
tibias como invernáculos, ni tu ausencia de coches.
Que no te falten lanchas, la soga que se anuda,
ni el desembarcadero con mi sombra desnuda,
ni días de regatas y solitarios gritos,
no, ni los esplendentes ocasos con mosquitos.

¡Qué interminable lista de cosas veneradas
tendría que nombrarte para ser agotadas!
Igual que el pez oscuro surcando la corriente
busca monotonías en el agua inherente,
con dicha de alcancía aguardo cumplimientos
de las repeticiones en todos tus momentos.
Me complace que Lohengrin se asocie a tus glicinas
y a los cisnes de Leda que en sueños me destinas,
me gusta el afectado olor de tu jazmín
del Paraguay: marchito, lo respiro hasta el fin.
Presérvame de miedos (de algunos) de una puerta,
de pozos en el barro donde me dejes muerta
con todas tus mareas, con latas y botellas
que tienen por las noches dobladas las estrellas.



[Fuente: blog Pájaro de mimbre, de Marisa Negri: http://pajarodemimbre.blogspot.com.ar/]

7 de octubre de 2015

El Museo de la Reconquista se renueva con la “Sala del Desembarco”

nuevo salon del desembarco (2)

A través del trabajo de la Agencia de Cultura de Tigre y el Museo, con la colaboración de la Fundación Azara, se rediseñó un nuevo espacio donde se  incorporan  nuevas tecnologías, para acercar al público el relato de este hecho fundante de la historia local.

El Municipio de Tigre, a través de la Agencia de Cultura, inauguró una nueva sala del Museo de la Reconquista denominada “Sala del Desembarco”, que busca promover el cuidado del patrimonio histórico, generar nuevos modos de conocimiento y pensamiento crítico y llegar a los distintos públicos que lo visitan.

La nueva “Sala del Desembarco” fue producto del trabajo de la Agencia de Cultura y el Museo, con la colaboración de la Fundación Azara, quienes se focalizaron en incorporar la interacción y las nuevas tecnologías, para acercar al público el relato de este hecho fundante de la historia local.
Cabe mencionar que en junio de 1806, las tropas inglesas invadieron Buenos Aires. El 3 de agosto de ese año, 800 hombres a las órdenes de Santiago de Liniers se embarcaron en Montevideo, a bordo de una veintena de naves que iban hacia Olivos a encontrarse con Pueyrredón e iniciar la reconquista.  Una fuerte sudestada les impidió llegar a destino. Liniers que era un eximio conocedor de la zona buscó un sitio para desembarcar y lo hizo en Las Conchas, sobre el Río Reconquista. El 5 de agosto, las tropas iniciaron el avance que concretaría la Reconquista de Buenos Aires.


5 de octubre de 2015

Palpitando el verano: fotos de María Rosa López y de Sergio Conzon

Palpitando el verano que se viene, compartimos fotos premiadas por el jurado del concurso de fotografía sobre las cuatro estaciones en Tigre, tomadas de la web del Foto Club Tigre







3 de octubre de 2015

Youtubers en Tigre

Llegan a Tigre los artistas del Club Media Fest

??? Los Youtubers más famosos estarán en Tigre, en un mano a mano con sus seguidores y en una gran fiesta cultural y juvenil. El encuentro será el próximo sábado 10 de octubre, a las 18 hs, en el Playón de la Estación de Trenes del distrito, con entrada libre y gratuita.

La nueva generación de artistas de la red social Youtube vuelve al país. En esta oportunidad, el evento reunirá nuevas figuras y social artists de los segmentos de gaming, humor, música, belleza, vlogging; música y un volumen aún mayor de audiencia.

Con Club Media Fest, el encuentro con los artistas pasará de ser diario a tener la experiencia única de verlos en vivo. Será el próximo sábado 10 de octubre, a partir de las 18 hs, en el Playón de la Estación de Trenes de Tigre, con entrada libre y gratuita.

Participarán: Rubius; Mangel; Vegetta; Willyrex; Alexby; Staxx; Sr. Cheeto; Luzu; Lana; Yellow Mellon; Itowngameplay; El Rincón de Giorgio; Elvisa; Zorman; Celopan; Olliegamerz; Breifr; Zeus Santorini; Zarcort; Lytos; Bersgamer; Vedito; Ann Look; Magnus Mefisto; Dustin Luke & Nihill; Orni; Alejo Igoa; Julian Serrano; Dai Hernández; Don C; Primantes; Santi Maratea; Azumakeup y Guido Moran.

Tantatinta, muestra de tintas y acuarelas de Vladimir Merchensky, en la Agencia de Cultura, extendida hasta el domingo 11 de octubre


Tantatinta en Agencia de Cultura Tigre

Excepcional muestra de tintas y acuarelas en Agencia de Cultura Tigre



Vladimir Merchensky, uno de los escasos artistas del país especializado en tintas y acuarelas. Estas últimas las fabricas él mismo con pigmentos y recetas que adquirió en un viaje a la India.La exposición está integrada por una serie de obras de variado tamaño, que muestran no sólo el excepcional dominio técnico del autor sino también una versatilidad que le permite pendular entre el carácter ilustrativo y el plástico y trabajar tantos temas geométricos, como naif, narrativos o abstractos con una intensa cromática.
Vadimir Merchensky estudió diseño gráfico en la Universiad de Buenos Aires y en las escuelas ORT y Artes Visuales en la Escuela Pueyrredón, el IUNA y la UNLa, y se perfeccionó con el maestro Carlos Gorriarena, una experiencia que le dejó su paleta saturada. Fue docente en el IUNA, la UBA y la Universidad de Palermo. Heredero del gradiente de línea de Xul Solar, autodefine su estilo como "Valorismo Sintético".
Entre sus obras se destacan un tarot imaginario, una serie sobre tango, evocaciones de África y el diseño precolombino, además de varias campañas de vía pública para el Ministerio de Cultura porteño y la Persia del arte de tapa que diseñó para el disco Espejos, de Ciro Martínez.
La muestra permancerá hasta el 11 de octubre de 2015.
Agencia de Cultura Tigre
Avda. Liniers 1601, Tigre
Del 1º de setiembre al 11 de octubre, gratis.
Puede visitarse de lunes a viernes, de 10 a 17 hs.