Un verde pensar
No me crié en el campo.
No tuve un río al que escribirle poemas.
No tuve el río que mi ahora ex amor si tuvo
y tal vez sea esa la razón
por la que no estamos juntos.
Él siempre tuvo río en los ojos, yo no.
No sé
qué reflejan mis ojos
no sé hacia donde mirar
donde ponerle perspectiva a las cosas.
Tampoco sé qué vengo a buscar
¿será ese río que no tuve?
Más abajo del yo
por debajo de ese yo
vienen las imágenes a completarme los poemas:
una bandada de estorninos,
humedales, ese desierto.
Me asusta que provengan de poemas de otros,
estoy fuera de lo contemporáneo,
en un anacronismo
que no me queda cómodo.
Este es un estado de las cosas:
tengo que cambiar
el envase del cuerpo.
Punto ballena
Como la ballena que pudo salir del océano
pero decidió volver
vuelvo hacia dentro de mí
este exceso de realidad me confunde.
Distribuir la energía es un arte, como todo.
Dejo en suspenso las cosas.
Por más elástico que sea
el corazón no es un músculo voluntario.
No se puede bailar con el corazón roto,
por ejemplo.
Dejar atrás el Paraná
es una experiencia abrumadora
algo se expande
pero mi pensamiento urbano lo reduce.
¿Dónde queda la serenidad?
Como a la ballena que de tan pesada
le cuesta moverse
me muevo despacio
pesada, densa
en el movimiento está mi propia inercia.
Todo lo que veo
parece pertenecer a otro lugar, a otro orden.
Todavía no me acostumbro a las cosas
moviéndose mas rápido que yo.
Siempre fue al revés
me movía mas rápido que las cosas
que las personas.
Se trataba de tener
un punto de referencia estable
desde el cual organizarme.
Acá, todavía, hoy, estoy
¿dónde?
en el lugar de mayor inercia del cuerpo
pero
hasta dónde puede un cuerpo
hasta dónde un corazón.
[Fuente: Revista Carapachay: https://revistacarapachay.com/2016/12/07/13-2/]
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