Anoche mientras dormíamos cayó un barco de agua con la fuerza de cien tortugas. Hubo graznidos de gallaretas bajo pilotes y una corrida de ranas a los bajos.
Pero el río pasa porque las hojas sobre el río pasan porque las sombras sobre el río se quedan.
Los que vuelan silbando son los sueños. Y los vecinos ya flamean sus remos, es decir, gritan buen día!
De a veinte verdes los ojos y un solo marrón: el de los charcos.
Allá desayuna con su señora un hombre que lleva un poco el nombre de mi padre,
ayer conocí a un pibe que fue nieto del nombre que traigo a veces.
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