23 de noviembre de 2015

Dos poemas de Jacobo Fijman


Caía mi sueño en la otra soledad de los canales.
Regocíjate, niño, la presencia graciosa de la muerte
reparte en sombras alternadas el olor de los ángeles
levanta tus sordos desamparos.
Niño de paz,
han apagado las islas monótonas de los soles perfectos.
Niño de paz,
imito el mundo en mi sueño ajeno a la claridad.
Un silencio de música se apacienta en las torres.

(En “Hecho de estampas 1930)





Ventana

Muelle de invierno.
Pájaros retorcidos del alboroto.
Entre la niebla,
estertor de los puentes.
Las hélices de un barco remueven luz y brumas;
lloran los mástiles del viento.

Gozan olor de sol todas las lejanías,
caminos de miel
en que se pierden mis fatigas.

Alondras de mi pecho en la mañana
que llueve angustia.

¡No tienen árboles los muelles!
Se humedecen mis ojos y mis manos.

Y hay algo más que el ruido!
Una ventana
cerrada eternamente:
El silencio profundo sobre todos los puentes.


Jacobo Fijman (1898-1970)

fuente: http://pajarodemimbre.blogspot.com.ar/search/label/Jacobo%20Fijman

Vida y obra de Jacobo Fijman

Por Leonardo Iglesias

"Recuerdo que desde niño me llamaban 'el poeta'. Mi cuerpo, muy temprano se acostumbró a alimentarse del dolor". El 25 de enero de 1898, bajo los soles fríos de Besarabia (hoy Rumania) nacía Jacobo Fijman. El Imperio Ruso dura para él casi un lustro. En 1902 sus padres deciden emigrar a la Argentina. En un principio la familia trajina por el sur argentino. Más tarde se establecen en Lobos, provincia de Buenos Aires. En 1917 concluye sus estudios secundarios y se radica en Capital Federal. Ingresa en el Profesorado de Lenguas Vivas y comienza una profunda formación cultural. Se especializa en filosofía antigua, griego y latín. Además adquiere conocimientos en leyes y matemáticas. Su pasión por el violín y la música clásica lo acerca, en un primer momento, al compositor y violinista italiano Arcangelo Corelli, y luego, a la espiritualidad de los cantos gregorianos. La vida de Fijman fluctúa, pero los diversos nervios convergen en un solo músculo: su compromiso con la palabra.

El final de la década no es del todo próspera. Trabaja escasos meses como profesor de francés en el Liceo de Señoritas de Belgrano y hundido en un oscura crisis emprende un viaje por todo el país, donde se gana la vida como músico ambulante. Decide irse a donde lo lleve el hambre. Tiene 21 años. Sus primeros poemas ya tienen forma y estilo. El próximo paraje es el Chaco Paraguayo: allí se emplea como peón en un aserradero. A su retorno en 1920, Buenos Aires le tiende un solapado guiño, es ferozmente golpeado tras un confuso episodio en la puerta de la comisaría 4ta. Fijman suplica desde el suelo diciendo: ¡Soy el Cristo Rojo... no me peguen, no me peguen!, pero es detenido y llevado a la cárcel de Villa Devoto. Luego de una serie de improperios y de averiguaciones acerca de su vida privada es inmediatamente trasladado al Hospicio de las Mercedes. Ingresa el 17 de enero de 1921 y permanece hasta el 26 de julio del mismo año. Dentro del hospicio es sometido a castigos corporales y descargas de electroshock.

A su salida del hospicio Fijman enfrenta una cruda realidad. Sin embargo su fuerza poética puede con el desánimo y logra publicar una serie de notas en el semanario Mundo Argentino y en la revista israelita, Vida Nuestra.
En 1923 un grupo de escritores jóvenes encabezado por Oliverio Girondo, Macedonio Fernández, Jorge Luis Borges y Leopoldo Marechal, promueven la revista Martín Fierro, de arte y crítica libre. Tres años más tarde, Fijman es invitado por Marechal a unirse a los martinfierristas. El 1 de septiembre de 1926, publica Molino Rojo. Su primer libro de poemas, aparece en un momento de gran inestabilidad social y política. El título es inmediatamente asociado a los movimientos anarquistas y socialistas. Por el contrario, Fijman buscaba dos palabras que unidas representaran "esos estados del alma" - como le gustaba decir -, donde habitaban los fantasmas, el espanto de su internación dentro del hospicio y la abominable postración de un hombre que hallaba en la demencia un instancia poética muy superior a la de cualquier mortal
Camina. Cada tanto lo detienen las verdades. Impresionado por los maestros clásicos de la pintura religiosa y por la vuelta a la filosofía escolástica (Aristóteles), agudiza su crisis con el mundo real. Es entonces cuando Natalio Botana, director del diario Crítica, convoca a los mayores exponentes del grupo Martín Fierro y junto a Enrique Pichón Riviere, dan forma a las columnas de arte y cultura.

Surrealismo
Del otro lado del Atlántico, el surrealismo, surgido en 1924, está en su apogeo. París es el parnaso de la cultura. Poco antes de su viaje a Francia, Fijman relata: "Un presagio me inquieta: si el barco naufragara en el camino a Europa sufriría dos tragedias: el cambiarme las medias y lavarme la ropa". Desembarca en París junto a su amigo Antonio Vallejo y una noche conoce a varios de los precursores del nuevo movimiento. "Nos citamos para leer poemas, estaban Breton, Desnos, Eluard...". Pero su incipiente delirio místico lo distancia de los franceses. "Con Artaud nos conocimos en un café, en la Coupole. Estuvimos a punto de pelearnos. Yo me identificaba con Dios y Artaud con el diablo. Y el Conde de Lautréamont era un loco perverso. Se había entregado a los vicios y hacía con ellos poesía".
El largo viaje parece concluir y envuelto en una gran confusión teológica cruza nuevamente el océano. Vive en la indigencia. "Sus bolsillos abultados, llevaban un rosario, un catálogo que reproducía las vírgenes del Louvre, y algunas estampas de santos"- narra el escritor Juan Jacobo Bajarlía. En 1929, es bautizado y convertido al catolicismo. Ese mismo año publica su segundo libro Hecho de estampas, que es bien recibido. En la revista católica Criterio, Tomás de Lara destaca su figura y obra poética: "Hablamos de poetas, como el autor de este libro, que en una atención tensísima se revela eso, un poeta; pero su poesía no se percibe a la luz del sol, fuerte y femenina a la vez, como debe ser; sino escondida en un salón, agobiada de joyas, de metáforas, de conceptos, casi ocultada".
Al comienzo del '30, realiza un nuevo viaje a Europa, en un frustrado intento para ordenarse como sacerdote y hacer una completa vida penitencial. A su regreso escribe diversas notas en la revista católica Número, en la que se destaca Ciudades más ciudades, relato en el que expresa su encantamiento por una sobrina de Oliverio Girondo: "Mañana iré a Bruselas con González Cháves. Ciudades más ciudades y ciudades muertas sobre la imagen de las personas dinámicas. Pero de cualquier manera tengo que huir, huir de Teresa, de mi amor por Teresa".

En el transcurso de 1931, edita su tercer y definitivo libro, Estrella de la mañana (et dabo illi stellam matutinam). La Argentina es gobernada por la dictadura de José Felix Uriburu y la presencia militar en las calles es una constante. "El libro, corresponde a la época más oscura que he conocido en este país. La gente era perseguida de la manera prevista por el Apocalipsis".

Luego del cierre de Número, su situación económica se agrava. Vive en conventillos y por las noches toca el violín en tugurios para poder subsistir. Nadie sabe de él. "Cada vez que preguntaba por mi tío la respuesta que me daban era siempre la misma: `no sé'. Un día apareció fugazmente en el velatorio de su madre, creo que fue en el `33 o `34, no sé bien, y después nadie más supo de él" - recuerda hoy Natalia Fijman una de sus sobrinas, mientras sus ojos atraviesan los vidrios de un bar cualquiera de Buenos Aires.

El poeta se mueve sin saber muy bien a dónde va ni por qué. Sólo atesora entre sus manos, lo más importante que mantiene en pie su vida: los poemas y los dibujos que ha bosquejado en el camino.

El hospicio

En la primavera de 1942, la Policía Federal allana el altillo en el que solía pasar sus días. El Acta policial sentencia: "afectado de alienación mental". De allí lo conducen a Villa Devoto y luego al Instituto Neuropsiquiátrico José T. Borda (Buenos Aires), donde permanecerá hasta el día de su muerte. Según los médicos padece de una "psicosis distímica". Vive en la más absoluta miseria y la mayoría de los amigos de su generación lo han abandonado. Dentro del hospicio es ultrajado. Al respecto, Fijman ironiza: "Me aplicaron electroshock. Se ve que querían sacarme la enfermedad del cuerpo".

A pesar del estado de quietud mental al que lo someten, el poeta despliega toda su fastuosa inventiva en poemas sacros y dibujos en pastel. Va y viene. Se sienta. Dedica la mayor parte del día al estudio de los teólogos antiguos y a la lectura de otras disciplinas. "Yo he investigado el alma, también la psiquiatría. Y sé que los ciegos y los sordomudos son dementes. Que los muy ricos y los que llevan uniformes son dementes y peligrosos. Y que los que visten sotanas y se llaman hijos de Cristo son los más dementes, hipócritas y demoníacos de todos". Escribe y pinta, para echar a patadas a todos esos animales que ríen en su cabeza y no lo dejan dormir. Se para. Recorre los pasillos una vez más, sin saber muy bien en qué lugar dejó el barco lleno de piratas y dioses.

En el año 1948, Leopoldo Marechal lo incluye junto al pintor Xul Solar y al escritor Macedonio Fernández en su mítico libro, Adán Buenosayres. Aquel extraño habitante de la noche parisina, que volvía de sus largas caminatas con una crónica inusual sobre algún aspecto de la ciudad, era ahora Samuel Tesler, un personaje crecido en la fealdad y la sabiduría.

La segunda mitad del siglo viene arropado en penas. Por las mañanas concurre a la Biblioteca Nacional, en donde pasa horas meditando y leyendo poesía antigua. No tiene amigos, ni refugios. Todos los que lo han olvidado saben perfectamente que está loco. Que vive apasionadamente su amor por la Virgen María y que por las noches conversa con ángeles y demonios.

En el año 1958 asiste a la Sociedad Argentina de Escritores, donde aparentemente cobra una pensión tramitada en la entidad. Sus días se parecen a todos los días. Sale del pabellón. Baja hasta el salón principal. Se sienta frente a unas largas mesas y comienza a escribir o a pintar durante horas. Aunque es incluido en las Enciclopedias y colecciones de literatura Argentina, es cruelmente ignorado, y ningún escritor de su generación sabe a ciencia cierta dónde está.

Pecado original

A partir de 1968, la vida del viejo poeta, quedará marcada por la presencia del escritor y abogado Vicente Zito Lema, a quien Fijman concederá los más lúcidos conceptos sobre el arte y la locura y en quien depositará uno de sus máximos temores. "Sé que dentro de muy poco me voy a morir. Ya soy viejo y he sufrido lo suficiente. Pero tengo miedo de lo que me espera. No de la muerte porque ya estoy muerto en Cristo sino de que me abran la cabeza como hacen con todos los internos. ¡No quiero presentarme ante Dios cuando resucite con el cerebro dañado y chorreando sangre! Mi vida ha sido el estudio, la poesía, quiero estar hermoso digno. Además va a estar ella, la Virgen, la única que no se burló de mi amor, ni me rechazó".

Luego de una extensa lucha, Zito Lema es nombrado curador de Fijman, cargo que le permite llevarlo a vivir los fines de semana a su propia casa. En 1969, un grupo de personas, encabezadas por el joven tutor del poeta, edita el primer número de la revista Talismán (íntegramente dedicada a Fijman) y a mediados de año aparecen en la revista Extra, propiedad del periodista Bernardo Neustadt, una serie de notas firmadas por el propio Fijman.

La dictadura de Onganía agoniza, la idea de una Argentina más próspera es sólo una ilusión y la violencia recrudece. Al año siguiente, Fijman es invitado al programa de televisión "La Ciudad Creadora", emitido por Canal 7. Lo acompaña, entre otros el actor Federico Luppi. En un momento dado sucede algo impensado. Fijman alza la vista, acaso como si hubiera visto la luna que tanto amaba, y dice: "Tengo que contar un secreto que llevo toda la vida conmigo". Las cámaras lo buscan, quieren el mejor plano. Hay expectativa, y como un golpe en pleno rostro, afirma: "todos los domingos, en misa, los sacerdotes comen mierda". El silencio recorre el estudio y la tensión se hace insoportable. El poeta acaba de propiciar la más fulminante declaración escuchada, por aquellos años, en un medio del Estado. Y lo sabe. Como también es consciente de que la muerte está a pasos de hacerle la última zancadilla "¿Se ocupará de mi cuando muera? Sáqueme a toda prisa de la morgue. No dejen que me destrocen. ¿Me lo promete?"- le suplica a su amigo Vicente Zito Lema.

"Poeta", Jacobo Fijman: así lo registran las necrológicas de los diarios de diciembre de 1970. No dicen nada acerca de su vida dentro del hospicio. De sus huesos comidos por un montón de soledades. Que escribió y pintó infinidades de papeles y sueños. Que amó profundamente a la Virgen María. Y que un día decidió reencontrarse con los ángeles y los pájaros, con los que tanto había hablado. Tenía 72 años, tres libros publicados, un cuaderno con dibujos y lo puesto. Nada más.


Por Aldo Pellegrini

Las vivencias de la reclusión, los fantasmas de la locura, las angustias del apartamento constituyen los temas del primer libro de Jacobo Fijman (Molino Rojo), con una intensidad pocas veces alcanzada por la palabra.

Los poemas de "Hecho de Estampa" están iluminados por una luz esencial, única, insustancial y eterna. La Luz que descarna y penetra, que vuelve invisible lo falso, que hace transparentes las apariencias.

"Estrella de la mañana", a su vez, visitado por la obsesión de la muerte, por las búsquedas de su misterioso sentido. Es una suma de todos los significados, de toda la dimensión que adquieren las cosas y el hombre frente a la muerte. Todo está referido a ella y ella está presente en nosotros.

Y sus últimos poemas, los de la internación definitiva, alcanzan una calidad aún más compleja; son a la vez claros y herméticos, sobrios y densos, con una musicalidad plagada de extraños silencios. En ellos se encuentra la materia de todas las cosas, y de pronto adquieren un carácter profético que aparece siempre inevitablemente unido a toda verdadera poesía. Están como situados fuera de todo tiempo, y brota de ellos un soplo arcaico que parece destinado a remover esa permanente actualidad de lo eterno que yace sepulta en el interior de todo hombre. Aldo Pellegrini.

fuente: http://www.elortiba.org/fijman.html

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