“A Rey muerto, Rey puesto”, dice el dicho
popular. Pero en esta historia, si el rey muere nadie lo reemplazará: quedará
el vacío de la muerte por la vida extinguida. El Ciervo de los Pantanos, el ciervo
Rey, en definitiva el ciervo autóctono más grande de Sudamérica tiene al Delta
de Paraná como uno de sus últimos refugios antes de su desaparición final. Las
medidas de conservación hablan por sí solas: las provincias de Corrientes y
Chaco lo han declarado Monumento Natural Provincial y más recientemente, en
1999, se lo declara Monumento Natural de la Provincia de Buenos Aires; máxima
categoría de protección para una especie a nivel provincial. También está
considerada una especie en peligro a nivel nacional (Resolución Nº 144/83) y
distintas leyes nacionales, provinciales y municipales prohíben su caza o
captura. En tanto que a nivel internacional su caza y comercio se encuentran
totalmente prohibidos. Actualmente está protegido en las reservas Provincial
Iberá (Prov. de Corrientes) que es el principal reservorio nacional; la Privada
el Bagual (Prov. de Formosa) y la Reserva de Biósfera Delta del Paraná
(Municipio de San Fernando, Prov. de Buenos Aires).
“En Uruguay ya se extinguió y en el resto de
sus poblaciones sigue disminuyendo su existencia de forma alarmante”, alerta
Bernardo Lartigau, investigador del proyecto Ciervo de los Pantanos que lleva
adelante la Asociación para la Conservación y el Estudio de la Naturaleza. Su
trabajo, desde 1997, consiste en identificar las principales
poblaciones de la especie en el bajo Delta del Paraná, generar estrategias de
conservación y recomendar acciones de manejo de la especie. “La principal amenaza es la caza furtiva
y luego la depredación por parte de perros”, detalla Lartigau. Y agrega: “El
hábitat de este mamífero es en grandes humedales en buen estado de
conservación, como los grandes esteros con embalsados (los que pueden estar
asociados, a su vez, con ceibales, pajonales internos o bañados menores). Por otro
lado, puede tolerar y sobrevivir en áreas relativamente modificadas, como
dentro de las plantaciones de sauces y álamos, aún en islas endicadas, mientras
no haya presión de caza”. Aunque no hay estadísticas, sin embargo, se sabe que
en la Eco-región Delta e Islas del Paraná existían poblaciones de importancia
de la especie, las cuales habrían desaparecido en su mayoría, entre los últimos
50-100 años, por efecto principalmente de la caza furtiva.
Como medida de acción, el municipio de San
Fernando instaló un destacamento de guardaparques en donde funcionó la escuela
34, en el arroyo Borches. El encargado, Emiliano Villegas, cuenta a la Isleña:
“Se hacen trabajos de concientización entre los pobladores para evitar la caza,
hacemos controles y patrullajes para que turistas no realicen prácticas de caza
con el ciervo”. El último estudio para saber la población se hizo hace cuatro
años. De acuerdo al relevamiento de campo habría en el Delta unos 500
ejemplares. Pese al panorama sombrío, Lartigau reconoce que “se está
recuperando lentamente en algunas zonas del Delta gracias a que el isleño lo
está valorando mas como un emblema propio de las islas, como algo que la
sociedad isleña no está dispuesta a perder; no obstante eso, esa población de
medio millar de ejemplares no habría sufrido una alteración significativa”.
Memoria Antigua
El Guazú Pucú, como lo llamaban los guaraníes,
era una especie común en toda la Mesopotamia argentina y zonas húmedas del
Chaco y Formosa, formando parte de la cultura de los pueblos primitivos
habitantes del litoral. Por los escasos relatos de cronistas y del análisis del
material arqueológico encontrado se sabe poco de lo que representaba este
animal en la cultura de las comunidades originarias. Hay evidencia de que para
los grupos aborígenes del sur de Entre Ríos y la región oriental de la
provincia de Buenos Aires aportaba los mayores volúmenes de carne. También se
comprobó que la industria del hueso de este cérvido había adquirido cierto
desarrollo, ya que con ellos y las cornamentas se realizaban utensilios
diversos, armas y herramientas, tales como puntas, perforadores, arpones,
colgantes y muy probablemente bastones de mando.
Pablo Maradei
[Fuente: Revista Isleña]
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