Nos bajamos de la lancha colectiva repleta de niños que
van al colegio y allí, cerca de la desembocadura del Caraguatá, sobre el Luján,
se muestra la curiosa fachada circular de “La Paquita” o Mansión Masllorens.
La dueña, María López, todavía no ha llegado y recorremos las
instalaciones del lugar en compañía de su cuidador. El gigantesco jaulón con
sus primorosas maquetas de edificios en miniatura y esculturas semi-enterradas.
La capilla, réplica en escala de una iglesia catalana y su acústica
privilegiada, los bancos en mayólica, fuentes y más esculturas; todo tiene una
arquitectura de formas orgánicas y monumentales propias del estilo modernista catalán al cual pertenece.
Caminar por El Paraíso de María, como
se llama ahora a la mansión, es entrar en una novela fantástica llena de
misterio y romance. Su actual dueña lo preserva como puede, pero el lugar
también tiene huellas del paso del tiempo y del descuido, y cruzando el río
contrasta con unas torres de un barrio náutico haciendo del lugar toda una
reflexión política y existencial acerca del estado de los tiempos. La mansión
es un museo, una muestra de un tiempo pasado más esplendoroso, reflejo de los
deseos y gustos de la burguesía de principios del siglo XX que conformaron
parte de la idiosincrasia cosmopolita de la cultura nacional. Hoy se quiere
recuperar en las islas esplendor perdido por mareas naturales y económicas de
tantas gestiones destructivas. La puesta en valor del patrimonio arquitectónico
−un ejemplo es el trabajo realizado en el Tigre Hotel (Hoy MAT)− es parte del
proceso de recuperación. A la Mansión Masllorens se la decretó patrimonio
arquitectónico y las autoridades municipales se comprometieron a su
restauración. Nosotros charlamos con María, su actual dueña, para que nos
cuente su historia: dejémosla hablar.
Pasaba con la lancha y no vi el cartel de venta, fue un acto de
inconciencia total, a mi hijo que venía conmigo le dije: “vos vas a pasar tu
cumpleaños acá”. Dejé todo, tenía una empresa de transportes, vendí mi casa y
me vine a vivir a la mansión que estaba destruida. Mi padre me decía “¿por qué
no le sacás unas fotos y le decís a un arquitecto que te haga una igual sin que
te lluevan los techos?”. Yo pensaba que aquí pasaba algo.
El dueño original era Pablo Masllorens, un industrial catalán.
Ellos vivían en Barcelona y pusieron una fábrica de medias en Avellaneda.
Construyó la casa porque quería reproducir una construcción de Gaudí, las
mismas que veía en Barcelona. Pablo Masllorens era amigo del escultor Josep
Llimona que lo contacta con Gaudí y este diseña la casa. Josep Llimona es el
que viaja a Buenos Aires a supervisar la construcción.
Llimona era un artista especializado en esculturas de mujeres
grandes, voluminosas. Ya tenía una carrera hecha y era muy famoso en su
Barcelona natal. De hecho, cuando viene a trabajar en la construcción de la
mansión la colectividad catalana aprovecha y le encarga una escultura que hoy
se puede ver en el Parque Rivadavia*.
Yo pensaba que solo existía la casa, nunca imaginé que eran 6
hectáreas. Todas las esculturas estaban cubiertas por el monte. Y a machete
limpio las fui descubriendo.
Cuando la compré, no sabía nada, y por culpa de un abogado perdí
la casa en manos de un sindicato: abrieron un camping y jugaban al tiro al arco
con las estatuas. Me terminaron aplastando como una cucaracha. Cuando me
desalojaron, dejé todo, el mobiliario, los electrodomésticos, yo solo me llevé a
mis hijos −las plantas− a una isla en el Paraná Miní, donde me fui a vivir.
Cada tanto viajaba 4 horas para poder ver la casa, aunque solo fuera
desde el río. El patrón de la lancha ya me conocía y bajaba la velocidad
mientras yo rezaba. Nunca me imaginé que volvería. Una vez, con la ayuda de
Pedro, cruzamos el río de noche con un árbol, un taxodium de 4 metros, que había nacido en la mansión para
re-plantarlo en su lugar. Cinco años después mi padre fallece y testimonia que
con parte de la herencia se recupere la mansión. El día que vuelvo, con
escritura en mano, el monte nuevamente había tapado todo.
Yo conocí al nieto de Pablo Masllorens, Ramón, quien me contó que
le preguntaba a su abuelo acerca de la mujer esculpida que existe dentro de la
mansión, y Pablo le decía que algún día la conocería. Yo siento como si fuese esa
mujer.
*La escultura es la Fuente
de la Doncella, una mujer desnuda sacando agua de un pilón. Aunque Llimona se
entusiasmó con la idea, demoró años en la realización de dicha escultura. Recién
se la inauguró en julio de 1931, en el Parque Rivadavia, que había sido creado
tres años antes, en el barrio de Caballito. Sin embargo, con el correr de las
décadas las instituciones barriales decidieron que por cuestiones de decoro no
era apropiado que permaneciese en ese parque en el que se habían agregado un
templete a la Virgen de Luján y un Monumento a la Madre. Por lo
tanto las autoridades la retiraron el 6 de abril de 1970 y recién el 13 de
noviembre de 1971, a pedido de la colectividad catalana, se la emplazó en la Plaza General San Martín, en el barrio de Retiro, frente a la estatua de Esteban Echeverría. Después de 2003,
habiéndose remodelado el Parque Rivadavia, numerosos vecinos de Caballito
pidieron que se recuperase La Fuente Catalana para el barrio. Con motivo de
esto, en 2006, se presentó un proyecto a la legislatura para ubicarla en su
lugar original. El 22 de diciembre de 2009, la fuente fue colocada nuevamente
en el Parque Rivadavia.
La arquitectura de la mansión
La construcción fue supervisada por el escultor catalán Josep
Llimona i Bruguera (Barcelona n. 1834 - m. 1934) en el año 1922. Este era amigo
y discípulo de Antoni Gaudí
por lo que se supone contribuyo al diseño de la casa. Fue un representante de
la escuela modernista catalana, que inspirada en las ideas estéticas de William
Morris, rompió con los estilos académicos de la época, buscando inspiración en
la naturaleza, de allí el predominio de formas curvas y ondulantes,
incorporando novedades derivadas de la revolución industrial, como el hierro y
el cristal. También desarrollaron un gusto por lo exótico y la fantasía
alejándose de representaciones realistas.
Fuente: Revista Isleña. Reportaje: Gabriel Litwin]
Pablo Masllorens i Pallerols, mi abuelo, falleció en 1942, tengo los mejores recuerdos de mi infancia en esa casa propiedad de la familia hasta 1961)
ResponderEliminarOriginalmente eran 23 hectáreas y la capilla tenía un altar dedicado a San Enrique, del SXVIII, de madera tallada, traido de Cataluña.y que mi tío Ramón donó a un museo en Mendoza, donde está actualmente
Hola Eduardo, soy Carina Mascarell. Que gusto saludarte!
ResponderEliminarHace unos días, tuve el placer de observar la casa desde el río, quede maravillada porque adoro a Gaudí, mas aun cuando la guía (que conoce a María y a la casa por dentro) nos contó la historia de la quinta y de tu abuelo. Por cierto soy mendocina y me entere también que el retablo esta aquí en Mendoza.
Un saludo cordial!!!
Hermosa crónica. Corrijo un dato importantísimo. El actual MAT era el Tigre Club, un anexo del Tigre Hotel que hoy NO existe màs, actualmente està el edificio del concejo deliberante. Saludos! Esta historia es para otra crónica!
ResponderEliminarMaravillosa historia!! Conocí parte de la obra de Gaudí en Barcelona y quedé enamorada,como seguramente amaré éste lugar.Trataré de conocerlo en cuanto pueda!!!
ResponderEliminarMe encantaria poderconocer esa mansion con tanta historia, potrque creo que con la casa Curuchet en La Plata y tantas otras, que fueron hechas por inmígrantes agradecidos, marcaron un rumbo cultural que parecia perdido, pero aue poco a poco va resurgiendo para arquetipo y guia de las nuevas generaciones
ResponderEliminarQue interesante todo. Conocí esta mansión por una publicación de VERONICA de Estrada en su cuenta Instagram @entre_muelles. Según lo que veo es un dechado de patrimonio arquitectónico paisajistico escultórico y artístico!!
ResponderEliminarMe interesó mucho la Historia soy seguidora de lo obra de gaudi y me gustaría conocerla por dentro
ResponderEliminarHermosa obra! Ojalá la moje fan abrir a todos aquellos amantes de Gaudí. Por cierto, a partir de septiembre se abre un ciclo de charlas sobre este arquitecto y otro más. Por si les interesa: casalcatalanlaplata.com.ar/actividades
ResponderEliminar*Perdón. Ojalá que la Pudieran abrir
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