29 de enero de 2018

26 de enero de 2018

21 de enero de 2018

Marisa Negri - Hebra (La Gran Nilson, 2016)



Presentación del Libro


Algunos Poemas

La lana es la vida. Es el arreo con silbido y buen perro hacia la esquila y el hilado torcido para la resistencia. Los más antiguos no están y nadie quedará cuando nos vayamos yendo.
Madrecita tejía ponchos bordados que no alcance a aprender: roble, canelo, pello pello, tenía 12 años cuando  todo empezaba.
Madeja cruda teñida con  barba de palo, tiene que hervir para que tome el color. El punto ceñido  apacigua el viento, las agujas nunca se dirigen al pecho.







Antes había más fiestas, buscaban  a mi padre que era músico y tocaba bailes antiguos, hacían cazuela de gallina, bailábamos cueca y pericona.
La lana tiene que hervir se le pone maqui para que nazcan los colores.







Dice María Moliner:
Hace la araña su tela, el gusano su seda, labor de punto o ganchillo. Hacer un nudo trenzar la red, pescar o urdir.
Pasar una serie de hilos y formar una tela, tejer un sombrero de palma, una cesta de mimbre, una estera de esparto.
Ejecutar una danza cruzando brazos y piernas. Tejer el porvenir. Tejer la ruina.








Yo nací en la casa, había matrona y se llamaba Doña Pérez.
Hay que ir al río a lavar.








Por acá somos solo mujeres las que tejen y dicen que más allá tejen también los hombres. Acá no se pasa hambre porque tenemos papa. Íbamos a mariscar a pata pelada. Este telar es como una guitarra.
Cardar el poncho para la suavidad.






Los hilados eran de un solo color: todo era blanco o todo era plomo o todo era negro. Los colores se urdían en la cabeza.
Tomar el uso y hacer la hebra era costumbre del vivir antiguo.

Entrevista a Marisa Negri

Poeta, docente y figura clave del fomento a la lectura, Marisa Negri repasa en esta entrevista algunos de los proyectos invaluables que cuentan con su fuerza: el Festival Poesía en la Escuela, que este año se replicó en 60 instituciones de todo el país, y la Bibliolancha, que ya cumplió una década sobre las aguas del Delta saliendo a buscar lectores con poemas y cuentos.
Ph | Gabriel Martino
Por Valeria Tentoni.
"¿Sabías que los poemas también se pueden bailar?", dice un alumno del Liceo N°1, en Buenos Aires: es el cierre del IX Festival de Poesía en la Escuela y el patio está repleto de adolescentes sentados en colihué que lo miran poner a prueba esa línea. Frente a esa multitud bullente también los invitados que estuvieron dando talleres de lectura y escritura en distintos grados. Las maestras dejaron un Bon-o-bon y un señalador de regalo para cada participante, y eso incluye a los alumnos que se deciden a pasar a leer los versos que escribieron durante los días que duró el festival. Los chicos leen poemas de amor, de bronca, de desencanto; hablan de la belleza, del dolor, del futuro: el silencio populoso que recibe todas esas intimidades está hecho de respeto y de curiosidad.
Fue en esa misma escuela y en otra de La Matanza donde también daba clases la poeta y docente Marisa Negri que arrancó el Festival, en 2010. Para armarlo, Negri cedía horas de sus cursos y conseguía que distintos poetas entraran al aula, compartieran lo suyo, ante chicos que en varios casos nunca habían tenido un libro de poesía en las manos. En aquella primera edición fueron 35 los invitados, trabajando codo a codo con maestros: talleres de poesía visual, grupos de susurradores, micrófono abierto, talleres y espectáculos. Además, durante el festival se donaban libros de poesía argentina a las bibliotecas escolares.
Negri lo recuerda así: “Fue una convocatoria que armamos por Facebook, y la respuesta fue impresionante. Los poetas iban a mis aulas, las de las cuatro escuelas en las que trabajaba en ese momento. Y se unió Alejandra Correa, eso le dio al festival una fuerza importante porque ella es la cabeza gestora, yo estoy más que nada poniendo el cuerpo en las escuelas. Hacemos un equipo potente”. Año tras año, el festival fue creciendo muchísimo, con más y menos recursos según el apoyo recibido. Este último año, dicen, fue uno de los más difíciles en ese sentido: así y todo, consiguieron replicarlo en 60 escuelas de todo el país.
Son miles y miles los chicos que tienen, gracias a esta iniciativa imprescindible, la posibilidad de conocer escritores y ensayar sus propios poemas, enterarse de que la palabra los convoca; de que esa libertad que ven en esos extraños que llegan cargando libros puede ser también la de ellos, si así lo desean. "Lo que pasa con la poesía es que encuentran ahí un modo de decir lo que sienten, lo que les pasa, lo que viven. Los chicos valoran el festival como algo que revolucionó su adolescencia y los hizo más humanos y más sensibles, los volvió dueños de sus propias palabras. Me parece que no es poco”.
Desde su casa en el Delta de San Fernando, la autora de Caballos de arena Estuario, entre otros, cuenta que “la docencia y la poesía son dos cosas que le vinieron juntas”. Primero maestra de grado y después Profesora de Literatura, a los 19 años Negri ya estaba dando clases. Escribió desde muy chica y el primer libro de poesía que la fascinó fue Hotel pájaro, de Enrique Molina, que se compró en saldo en la calle Corrientes. Naturalmente, lo que apareció con ese placer lector fue el deseo de dar a leer a su vez, de regalárselo a todos sus amigos: “Evangelizaba con ese libro. Los sentaba a mis amigos y hacía que lo leyeran. Siempre estuvo en mí eso de convidar a otros”, explica.

La bibliolancha
Otro de los proyectos en los que Negri está involucrada es la Bibliolancha, que este año está festejando 10 años de vida sobre las aguas del Delta. Es un programa que empezó en 2007 en la Biblioteca Popular Santa Genoveva.
En 2011, Marisa se fue a vivir a una isla y comenzó a participar de la vida de la biblioteca, entre otras cosas programando los itinerarios de la Bibliolancha. “Tuvimos distintas experiencias que tenían que ver con la literatura isleña, con ir a escuelas, con ir a repartir libros por los arroyos y con vincularnos con el museo Haroldo Conti y con otras instituciones del Delta”, cuenta. Y hay otro proyecto de libros disponibles en las lanchas que llevan chicos a la escuela: "Libros para viajar".
¿Cómo cambia la cosa cuando el encuentro entre los chicos y los libros se produce en estos contextos? “Es una manera de leer, primero, desde lo no escolarizado; está buenísimo, porque hay una puerta que se abre ahí a otros lugares. Los chicos leen con libertad, saben que después de eso nadie les va a pedir que subrayen los sustantivos o que respondan un cuestionario”.
Hace años que Negri vive entre esas aguas, prácticamente sin vecinos. “Cuando yo me vine a trabajar acá, a una escuela rural, vi que lo único que reciben esos pibes en todo el día, en la isla, es lo que pasa en la escuela. Si en la escuela no pasa nada, no reciben nada, y eso me generó un gran sentido de responsabilidad. No es que los pibes pueden salir de la escuela e ir a un club, acá no hay opciones: la escuela es el lugar. La biblioteca es el lugar”.
Son muchos los agujeros de la educación pública por allá, desde una currícula desajustada al territorio hasta la falta, por caso, de un albergue para que los estudiantes en continente que van a estudiar. "Hay muchas cosas en las que los isleños no son tenidos en cuenta, son reclamos históricos", dice Negri. De hecho la Biblioteca Genoveva acaba de conseguir un espacio, porque hasta hace poco no lo tenían.
Frente a estas realidades, su vocación viralizadora de lectura no hace otra cosa que acelerarse: "Me siento llamada a eso", resume Negri.
“Hay un momento muy especial que tengo la suerte de haber vivido muchas veces: cuando los pibes empiezan a escribir poesía. Yo siempre trabajo con chicos de 12, 13 ó 14, primera año, segundo año. Siempre partimos de juegos, robamos versos de poetas, cadáveres exquisitos, una frecuentación de los textos bastante irrespetuosa; ellos se prenden, jugamos, por ahí surgen cosas que están buenas y las leen y se sienten orgullosos, pero hay un momento particular de la maduración de ese proceso donde el pibe te pone un freno y te dice: yo no quiero decir eso, yo quiero decir esto otro. Aparece la voz propia. Y es como una revelación”.


Fuente: http://www.eternacadencia.com.ar/blog/contenidos-originales/entrevistas/item/marisa-negri-la-hacedora-de-lectores.html

18 de enero de 2018

Omar Morgante - Enramado en el Delta

Omar Morgante nació en Campana (1957), Publicó El estruendo rasante en 1994


El Paraná se extiende tranquilo
por su calma cama llanurada
contra el sol a pique de la siesta.
Allí los sauces reflejándose
al pie de la cabecera quieren
dormir mansamente hamacados.

***

En mi noche sos
isla
de juncos. Serena
el agua aclara
tu costa en delta
por los ojos de los peces
al cielo duplicado te asomas
sobre el río de estrellas
hasta el fondo de tu alma.

***

La sudestada golpea el filo de los juncos
amarrados al río dando vueltas oscuro
nos islamos a costa de nuestra soledad.
Una furia de ramas rodea la casita
iluminada. En medio del aguacero
esta noche somos un corazón, un fósforo
resistiendo en la creciente


Fuente:  http://pajarodemimbre.blogspot.com.ar/search/label/Omar%20Morgante

Los Secretos del Delta. Cófreces sobre Santiago Albarracín, Apuntes isleños

Los secretos del Delta argentino 

El prólogo a la reedición de Apuntes Isleños, de M. Santiago Albarracín, rescatado por Ediciones En Danza: la historia de cómo encontraron un ejemplar perdido en una biblioteca. "Albarracín rescata desde sus Apuntes… un panorama geográfico, social y económico antagónico al planteado por los propulsores de la región".
Los secretos del Delta argentino
Pocos meses atrás, luego de años de rastreos estériles, comprobé que en la biblioteca del Museo Mitre de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires se conserva un ejemplar (148 páginas) encuadernado en tapa dura, en cuya portada se lee textualmente: “Exmo. Sor. Gobernador del Estado de Buenos Aires, General Don Bartolomé Mitre”. En la página 2, M. Santiago Albarracín (de puño y letra) con admirable caligrafía apunta la siguiente dedicatoria: “Al Exmo. Señor Gobernador del Estado de Buenos Aires, el autor”. En página 3, y debajo del título de la obra (que al fin aparece), Apuntes sobre las Islas del Delta Argentino, se consigna lugar y fecha de publicación: Imprenta del Comercio del Plata, Calle de la Victoria 87, 1860 (no hay datos acerca de la tirada de la edición).
Por cierto, en varias oportunidades observé citada esta obra en bibliografías referidas al delta del Paraná y sus islas. Reconozco que demoré más de la cuenta en acercarme al Museo Mitre en procura de acceder al tomo... Finalmente, en la sala de su biblioteca y con extremo cuidado, propio del trato a incunables, me resultó posible observar el libro y pasar cuidadosamente sus páginas. Previamente me calcé un par de guantes provistos por el instituto, en procura de no degradar más aún el delicado estado de conservación de la obra, que ya acumula 155 años. El eficiente servicio bibliotecario del museo me ofreció a módico precio fotografiar el contenido del tomo y remitirme por correo electrónico los archivos. Así ocurrió. De tal suerte, luego de años de citas y evocaciones logré dar con el famoso tratado de M. Santiago Albarracín. Posteriormente su contenido fue tipiado por Tomás de Brea, infatigable colaborador del sello.
En las líneas anteriores pretendí resumir mi acceso personal a un libro imprescindible, para complementar la bibliografía disponible acerca de la zona que nos ocupa. Sus páginas aportan indudablemente una mirada diferenciada y particular. Albarracín rescata desde sus Apuntes…un panorama geográfico, social y económico antagónico al planteado por los propulsores de la región y que fueron sus contemporáneos, Marcos Sastre y Domingo Faustino Sarmiento entre otros.
A juicio del autor de este prólogo, los Apuntes… ofrecen dos abordajes posibles para analizar su contenido. Uno de ellos, el que contemplamos para la composición de esta obra, está referido al plano descriptivo, matizado con comentarios y anécdotas acerca del delta del Paraná, producto de las experiencias vividas por el propio autor en las islas. Luego, y posicionado desde una óptica crítica, Albarracín aprovecha el discurso para refutar sistemáticamente a Marcos Sastre y su famoso libro, El tempe argentino. A partir de esa actitud condensa los aspectos más técnicos de los Apuntes…, que son los que soslayamos en la presente edición. Sus argumentos contestatarios se apoyan en estadísticas de rendimientos y productividad de la región. En el libro original aparecen cuadros comparativos de costos, documentos de funcionarios y apuntes legales, además de listados de poseedores de tierras, y testimonios de productores agrícolas que efectuaron emprendimientos en la zona. Preferimos obviar esa información para atender las cuestiones más genéricas y descriptivas del trabajo de Albarracín. De hecho el presente libro apenas contempla la transcripción de sólo siete de los dieciocho apuntes (capítulos) que contiene la versión original.
Consideramos de gran importancia los aportes de esos textos muy poco difundidos, al momento no obtuvimos información acerca de reediciones de los Apuntes…. Por algún motivo insospechable, esas páginas quedaron perdidas en los archivos del siglo XIX. Buena parte del atractivo de las consideraciones que esgrime Albarracín se concentra en la observación crítica que instala en sus opiniones y relevamientos. La convicción con que manifiesta sus desacuerdos a las expectativas socioeconómicas proyectadas en el delta exalta su temperamento confrontativo y apasionado. Lamentablemente, no hay registros de un presumible debate entre Marcos Sastre y el autor de los Apuntes…, quien ofrece una contracara del paraíso terrenal que describe el escritor y pedagogo uruguayo.
Con las disculpas del caso, acerca de la carencia de los datos biográficos del autor de Apuntes sobre las islas del delta argentino, ofrecemos al lector una síntesis de su obra, hasta hoy olvidada y perdida en el tiempo.


Fuente: http://www.eternacadencia.com.ar/blog/ficcion/item/los-secretos-del-delta-argentino.html

9 de enero de 2018

8 de enero de 2018

El borde (Alicia Genovese)

Alicia Genovese (Buenos Aires, 1953). Principales obras: El cielo posible; El mundo encima; Anónima y El borde es un río.


El borde

Borde, límite doméstico
medianera al fondo de la casa
que separa
                     el jardín del baldío
como una compuerta
que cede
espacios, respiración
Un zorzal
escondido en el ramaje
vestigio y suntuosidad
urbana; agua
escuchada sólo en la sed
              en el opacamiento
de las hojas entradas a un orden
de despedidas. Río
que mana imaginario
y elemental
                     desmiente cauces
humedece la espalda
la devuelve
          al límite sin domesticar
                                a la desmesura
          del agua desoída. Interior
que sobreexpone al paisaje
a una riesgosa filtración

Borde irregularizado
                        en el arrastre orgánico,
plancton
si topografía deseante

el borde es un río



Fuente: http://pajarodemimbre.blogspot.com.ar/2013/07/el-borde-alicia-genovese.html

7 de enero de 2018

Albarracín sobre los sauces






 El sauce que llaman criollo conviene plantarlo en las islas, en los albardones; su tronco es derecho, necesita ser cuidado y limpiado los tres primeros años a fin de que la maciega no lo tape, haciéndolo perecer. Si no se desmocha, puede crecer mucho el tallo, aunque lentamente.

 Sauce oriental, llorón o de BabiloniaSalix orientalis, flajellis dorsum pulchre pendentibus Tournefort. Salix babilónica: Linneo. Con ramas delgadas y colgantes, es el rey de los sauces, en cuanto a la belleza de su forma, vegeta con fuerza, brota con ramas largas y hecha ramillas como de diez pies de largo sumamente delgadas, y se pueden formar pabellones verdes, elegantes y graciosísimos a la vista. Este árbol crece espontáneamente en los terrenos abandonados, que se encuentran algunas veces salpicados de esta planta, ya que su semilla es transportada por las aguas y los vientos; cultivado, progresa rápidamente, si se cuida con esmero, como se deja ver en el paseo Guardia Nacional en los alrededores de Buenos Aires. Esta planta destruye cuantas alcanza a cubrir con su sombra, menos los enormes seibos, que descuellan sobre ellos admirablemente; su madera es de poco valor por ser vidriosa, y su leña, muy poco estimada.


En:"Apuntes Isleños" M. Santiago Albarracín, Ed. En Danza, 2016.

Fuente: http://pajarodemimbre.blogspot.com.ar/2016/03/apuntes-islenos-sauces-m-santiago.html

3 de enero de 2018

Marisa Negri - El infinito viajar

El Nautilus de Marisa Negri en El Delta

Hay una voz interna que se despierta siempre que ando en algo. A veces es una pequeña frase que me ronda o un tema en particular. 
El paisaje se da por inmersión; todas las ventanas de mi casa dan al monte, escribo escuchando el ritmo del pájaro carpintero sobre el fresno, el viento en las hojas, el río. 
Y a la vez, este delta se superpone al de mi infancia; los frutales, los bailes en el Club Felicaria, las horas de lectura bajo un mosquitero de tul rosado que mi padre colgaba de las casuarinas.
Cuando esta voz ha crecido lo suficiente, se impone a cualquier otra actividad y allí comienza otra etapa, la de ir en busca de eso que ya está adentro pero aún no tiene forma.

La serie de poemas que estoy escribiendo comenzó con un rastro de un sueño: desperté diciendo “tejedoras de Dalcahue” y acepté ese llamado. Al poco tiempo estaba sumergida en el mundo de los telares, los Quipu, las tejedoras Chilotas que había conocido en un viaje, o las Redeiras de Getaira que son llamadas para reparar las redes de pesca sobre los muelles.

***

Escribir siempre me facilitó la transmigración. Salir del cuerpo familiar hacia otros mundos. Recuerdo el impacto de leer Museo Salvaje (Losada,1974) en donde Olga Orozco dedica un poema a cada parte de su cuerpo:
"Este cuerpo tan denso con que clausuro todas las salidas /este saco de sombras cosido a mis dos alas. El cuerpo como cárcel del alma, algo que podía dejar atrás a través de la escritura."
Como todo en mi vida, ese vínculo cambió cuando dejé la comodidad de la ciudad y me vine a construir "Nautilus" en El Delta.
Estamos lejos de lo civilizado, el verde avanza y es imposible de disciplinar, aquí hay que aceptar que el hombre no maneja nada, el ritmo lo imponen la vegetación, el clima o las crecidas.
Hacer una casa, aprender a martillar y a serruchar, esa “alegría del músculo” abrió otra dimensión del aquí y el ahora.
Mucho de lo que escribo va tomando cuerpo mientras nado, o amaso, o tomo mate en el muelle, y esa fuerza insiste, hasta que es necesario llevarla al papel o al teclado.


Poemas:


Tejedoras de Dalcahue


Otilia Bahamonde
La lana es la vida.
Es el arreo con silbido y buen perro hacia la esquila
y el hilado torcido para la resistencia
los más antiguos no están
y nadie quedará cuando nos vayamos yendo.

Madrecita tejía ponchos bordados que no alcancé a aprender
roble, canelo, pello pello

tenía doce años cuando  todo empezaba.

Madeja cruda teñida con barba de palo
tiene que hervir para que tome el color.
El punto ceñido  apacigua el viento
las agujas nunca se dirigen al pecho

Antes había más fiestas
buscaban a mi padre que era músico y tocaba
bailes antiguos
hacían cazuela de gallina
bailábamos cueca y pericona

La lana tiene que hervir
se le pone maqui para que nazcan los colores.

Yo nací en la casa
había matrona y se llamaba Doña Pérez
hay que ir al río a lavar
por acá somos solo mujeres las que tejen
y dicen que más allá tejen también los hombres
acá no se pasa hambre porque tenemos papa
íbamos a mariscar a pata pelada.

Este telar es igual que fuera una guitarra
hay que cardar el poncho para la suavidad

los domingos es fiesta en Dalcahue
y salen los tejidos de la casa.


Teresa Reyes

Mi padre esquilaba con la oveja
amarrada en tres patas
y entregaba a las mujeres de la casa
el puro vellón con su grasita
que las mujeres hilaban sin lavar
sobre un huso de palo.

Las jóvenes juntábamos los colores
en la naturaleza;
del chilco las flores para el rojo y la planta para el
verde claro
otro verde suave la menta
pero el color que requería más destreza era el amarillo
había que treparse a los manzanos y quitarles el musgo.
Detrás del árbol más alejado de la casa
esperaba el Ramón con la tarea cumplida
me entregaba el manojo de hierbas
y una manzana brillante.
Así nacían los colores
yo le daba la fruta de mi beso
y encendida regresaba a la casa.


Vitalia Guenteo
                                                a Liliana Ancalao

tomar el uso y hacer la hebra
era costumbre del vivir antiguo

los hilados eran de un solo color
todo era blanco
o todo era plomo
o todo era negro

los colores se urdían en la cabeza

pero los niños
a quienes no se dejaba fuera de las cosas
tocaron el vellón con el fruto de la murra
después de la mermelada

y así nació el morado

las viejas vieron
todas las hojas daban los colores

el mechay , el amarillo
y el azul lo hacía la madera
se iniciaron entonces
en la ciencia del teñido

en un perol de aluminio
hervían cáscara de árbol
flores de dalia
orujo de manzana


en días largos se tejía en el patio

la casa era una sola
los niños no se dejaban fuera de las cosas
vendían los tejidos en la escuela

para comprar zapatos.



La misma hebra


Las poetas arman lazos entre ellas, tejen matras, ponchos, 
se pasan recetas, 
acomodan un mundo en femenino a propia hechura
Liliana Campazzo, Coser con agua


Tejer con agua
la distancia
que separa
mi corazón               del mundo

¿y qué es el mundo?

Tres niños
juntando los colores
entre los pastos
y una madre que cuelga
la hebra teñida al sol
en el verdor de Dalcahue.

La misma hebra

trenza Carmen
en sus muñecas de mimbre
bajo los dioses tutelares de Pachacamac

la misma hebra
moja el mar chilote

¿y qué es mi corazón?

Un huso de madera
que gira en sus días redondos
un hilo claro de agua
en la urdimbre vegetal de las islas

el mar aquí     la piedra aquí


el festón del oleaje
que cose
el dolor del mundo.



Rederas de Getaira

un ojo en la niebla otro en el hilo
el nudo nos trae a la vida
cuando suenan las sirenas de los barcos
y el pez cae
si el daño ha sido grande
si fue anchoa o sardina sabemos
hay que tejer malla fina y nos emplean a todas
en redes de bajura no hubo hombres nunca



sobre la traína extendida las sillas pequeñas
el ovillo de nylon, la aguja
el punto cosido a la red
la voz enhebrada en las voces
la mar es la mar
nuestro oficio es unir lo que sangra
para que haya alimento


Marisa Negri


Nací bajo el signo de San Juan y por eso cada aniversario es una muerte y un renacimiento. Tuve muchas vidas. En esta soy profesora en una escuela rural de El Delta y empecé a estudiar bibliotecología por amor a una biblioteca abandonada. Creo en los misteriosos hilos que se tejen entre las personas, en todos los planos posibles de la existencia, en la poesía, en el amor, en la naturaleza.

marisanegri@gmail.com
Blog: Marisa Negri


Fuente: http://elinfinitoviajar.blogspot.com.ar/2016/03/marisa-negri.html